El inicio de la sesión en la Cámara Alta estaba previsto para las 10 de la mañana de este miércoles. Acostumbrados a los frecuentes retrasos, se especulaba con que los 37 legisladores necesarios para lograr el quorum (el 50 por ciento del total) ingresarían al recinto una hora más tarde; tal vez por la importancia del debate, por las numerosas miradas posadas sobre ellos o por la ansiedad de exponer sus posturas, más de 50 senadores ocuparon sus bancas apenas pasadas las 10:30.
Según se acordó en la Comisión de Labor Parlamentaria durante la jornada harán uso de la palabra 15 senadores por treinta minutos cada uno, aunque se estableció que se les permitirá hablar a todos aquellos legisladores que así lo soliciten. De los tres representantes que posee en la Cámara Alta la Ciudad de Buenos Aires, sólo la senadora de la Coalición Cívica, María Eugenia Estenssoro, se ha inscripta en la lista confeccionada previamente y expondrá en el recinto respaldando un dictamen que cuenta con el apoyo del radicalismo y del representante de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá.
El debate promete ser largo y profundo, y la tensión entre senadores oficialistas y opositores, intensa. Si bien, el presidente del bloque de senadores kirchneristas, Miguel Angel Pichetto, aseguró que cuentan con el número necesario de votos para la aprobación del proyecto de retenciones móviles elevado por el Ejecutivo, la aritmética legislativa afina el lápiz, suma, resta, multiplica por cero, borra y resalta.
Desde el kirchnerismo sostienen que cuentan con 37 o 39 votos, cantidad suficiente para aprobar el proyecto ya que no se descartan abstenciones; la oposición sostiene que poseen 37. En el caso de llegar a un empate, 36 a 36 sería una posibilidad, el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, deberá desempatar. Si bien el mendocino estaría íntimamente en contra del proyecto oficialista tal cual fue elevado, de votar en contra se vería obligado a presentar su renuncia.
Para que el debate no se vea interrumpido por manifestaciones ajenas al Cuerpo, el Senado prohibió el ingreso del público en general y sólo podrá ser presenciado por un número reducido de invitados y la prensa acreditada. Ante esta situación, las agrupaciones kirchneristas seguirán el debate en las numerosas carpas frente al Congreso y los ruralistas observarán la sesión desde una pantalla gigante ubicada en las inmediaciones del monumento A Los Españoles.