Omar Chabán rehusó darme la entrevista. "Yo quiero salir a los medios, pero los hermanos Dáttoli (sus abogados) me aconsejaron que no dé entrevistas, que me diferencie de Callejeros", dice en referencia a la banda con la que comparte el peso de la acusación de estrago doloso. Callejeros acaba de poner en las bateas un disco (Disco escultura, que presentaron en un miniestadio de Córdoba) a días de que empiece el juicio. El grupo liderado por Patricio Santos Fontanet mantiene contra viento y marea la política de negar cualquier relación entre su condición de campeón de la pirotecnia con la combustión de unos paneles de poliuretano que asfixiaron y/o envenenaron a las 194 víctimas y a centenares de sobrevivientes.
"Estuve hablando con Guillermo, y analizando con él y con Vicente D’Attoli la letra de Destino, el tema con el que iniciaban los shows. Y llegamos a la conclusión de que ese tema y el hecho que esos tres muchachos dispararan sus candelas promediando el primer tema no fue aleatorio, sino parte de la escenografía. Guillermo te podría contar, aunque no sé si podrá. Estos días está bastante ocupado con lo de la Masacre de los Palotinos".
Se refirió así (el propio Chabán) a la matanza a balazos de tres sacerdotes y dos seminaristas de la rama irlandesa de la orden de los palotinos en la iglesia de San Patricio, ubicada en Sucre y Estomba, en Belgrano R: matanza perpetrada en la madrugada del 4 de julio de 1976.
Da la casualidad que acaba de estrenarse una película sobre esta matanza titulada, precisamente, 4 de Julio. La masacre de San Patricio (ver aparte). Acaso esa haya sido la herida más cruenta para una iglesia que calló como había callado y seguiría callando ante dos asesinatos ruteros, acaso tres, los de los obispos Enrique Angelelli y Carlos Ponce de León , y el posible, aunque retardado, del muy perseguido monseñor Vicente Zazpe, quien falleció como secuela de un extraño accidente automovilístico.
Me pregunté si me había perdido algo. Sabía de la existencia de Guillermo Silva pero ¿qué tenía que ver con aquella masacre auténtica (esto es, con profusa efusión de sangre). "¿Qué tiene que ver La masacre de San Patricio con Guillermo?", le pregunté.
"¿Cómo que qué tiene que ver? ¡Es uno de los principales testigos!", explotó Omar, como si uno viviera adentro de su mente. Como si fuese obvio y cayera por su propio peso.
"Hablá con Guillermo que es como hablar conmigo. Es mi consejero. Hablo todo, absolutamente todo lo que se refiere a la causa con él y con mis abogados", invita.
Como muchos "turcos", Chabán padre tenía un bazar y Silva padre lo proveía de menaje de acero y metálico. Se hicieron muy amigos. Guillermo, menor que Omar, era amigo de sus hermanos menores. Pero cuando pasó lo de Cromañón, Guillermo se puso a su lado como hizo el sargento Cruz con Fierro. Y cuando Omar fue recluido en la prisión de máxima seguridad de Marcos Paz, dio la cara por él y se convirtió, de hecho, en su vocero.
Nos encontramos en un viejo bar de Palermo. La charla bien puede prescindir de mis preguntas. Estas son las frases más destacadas que pronunció Silva (49 años, dos hijos). Los paréntesis son míos.
-Si los padres creen que "a los chicos los mató la corrupción", que fue esa la principal causa de la catástrofe, va de suyo que la mayor corrupción radicó en la habilitación del lugar. Porque fue entonces, en 1997, cuando se trucharon los planos, se truchó la cantidad de metros cuadrados y se pasó por alto esa puerta cerrada, que ya para entonces estaba cerrada. Fue entonces cuando se produjo la principal corrupción. Cuando se habilitó El Reventón. Cuando el jefe de gobierno era De la Rúa y su secretario de gobierno -y superior de los inspectores que extendieron la habilitación- era Jorge Enriquez, actual legislador macrista. Si mal no recuerdo, aquel mismo año Cemento fue clausurado, y Omar, presionado por las pequeñas bandas que se habían quedado sin lugar para tocar, las envió a hablar con (Darío) Lopérfido, por entonces secretario de Cultura, quien a su vez los mandó a hablar con Enríquez, quien les dijo que hasta que Omar no revocará una pared de dos mil metros cuadrados, Cemento no se iba a rehabilitar.
-Para mi está claro que el principal responsable de aquella mala habilitación fue Enríquez, vicejefe de Gobierno, que tenía poder para clausurar y habilitar. Y sospecho que ello no fue para nada ajeno a su talante inquisidor hacia (Aníbal) Ibarra.
-El lugar, que era una bailanta, fue clausurado porque ahí la barra brava de Huracán mató a uno de la de San Lorenzo (que después se vengó al matar a dos de los miembros de aquella). Entonces se tramitó una "habilitación paralela", un by pass. Por entonces el dueño era un tal (Gerardo) Costabello (explotador de la bailanta aledaña a Cromañón, Latino Once, cuyo frente da a la calle La Rioja y a la Plaza Miserere), titular, con otros socios, de Lagartos, la sociedad dueña de la habilitación. Que fue comprada por los hermanos (Daniel Marcelo y Eduardo) Ripa y sus socios, entre ellos un tal (Ricardo Eduardo) Lorenzo.
-Omar no tenía contrato de alquiler. Se había hecho un acuerdo pro-forma, un borrador, pero al final todo quedó en un acuerdo verbal y no se llegó a firmar contrato. Omar no trató con los Levy (dueños del edificio) sino con una especie de delegado de ellos, un tal (Julio) Garola, gerente del hotel. Fue con él que se arreglaron otros shows que se hicieron y no organizó Chabán. Con Memphis la blusera, Ráfago y Cacho Castaña.
-Omar le pagaba una guita a los dueños del lugar (los Levy), y otra guita a los dueños de la habilitación (los Ripa), porque los Levy habían quedado en deuda con los Ripa. Y es que la habilitación valía una fortuna. Más que el lugar. Porque por derecha, no te la daban. Había que conseguirla por izquierda y pensar en desembolsar unas 150 lucas verdes. Los Ripa habían querido vendérsela a los Levy por 100 mil dólares, pero los Levy contestaron que era mucha plata y que ellos la conseguirían por 20, como mucho 30 mil dólares. Parece que decían, escandalizados, que les habían pedido 150 mil dólares?
-El absurdo es que la jueza (instructora), la doctora (María Angélica) Crotto nunca vio los planos habilitados, que permanecen en el estudio de los abogados de los Ripa, en Lomas de Zamora. Un absurdo completo porque legalmente, la habilitación caducó a los dos meses de inactividad, y no se podía endosar ni traspasar entre privados. Es una licencia como la de los taxis. Si querés transferirla, lo tenés que hacer a través de la Municipalidad (sic). No la podés transferir por las tuyas.
-Cromañón no era Cemento, donde, si bien el local no es de Chabán, sí lo era la habilitación y el fondo de comercio. En Cromañón, Chabán no era dueño de nada. Alquilaba el local, contactaba los grupos y les pagaba a borderaux, en el caso de Callejeros, 70 y 30: es decir, una vez descontados todos los gastos, 70 por ciento se lo quedaba Callejeros. De eso, el grupo tiene que hacerse cargo.
-Nadie tendría que ir preso porque ¿qué se gana con la prisión de nadie? Pero si nadie va preso, ¿a quién le vas a cobrar? Hoy, esa es la historia principal. Si aparece el boludo que encendió la candela, lo van a tirar al río. Porque acá estamos hablando, fácil, de cien millones de dólares. ¿O vos pensás que los padres nunca se preguntaron quiénes fueron los tres guachos que se pusieron a tirarlas? ¿Por qué pensás que no los identifican? ¿Porque son sus hijos? No, es porque hay mucha guita en juego. Acá hay nuevos ricos. Los cuatro abogados querellantes se sacaron el loto. Son nuevos ricos. (José) Iglesias espera obtener unos 25 millones de dólares. Y eso solamente con los que encabezan las querellas. Después hay otros muchos abogados que litigan?
-Ubicar a los que lanzaron las candelas no es difícil: hubo 2.800 testigos que se salvaron e hicieron los trámites para cobrar la guita. ¿Me vas a decir que ninguno puede identificar a los tres pelotudos que hicieron semejante desastre? Se los protege en aras de supuestos "códigos del rock" que se importaron de las barras bravas del fútbol.
-¿Qué pasa con la gente de seguridad? Respondían a un tal Lolo que creo se llama Lorenzo Bussi. Eran treinta, veinticinco hombres y cinco mujeres, y sólo se presentaron a declarar espontáneamente siete. ¿Y el resto? La justicia ni siquiera se preocupó en identificarlos. Y tampoco se calentó en investigar quiénes y cómo entraron las bengalas y candelas. ¿Algo básico, no? Porque sobran los testigos que cuentan como para entrar les hicieron sacar las zapatillas, les revisaron las riñoneras, los cacheaban dos y tres veces. No me parece que investigar quién introdujo los explosivos fuera tan difícil. Nosotros creemos que entraron por camarines (en el último número de No, el suplemento juvenil de Página/12, su editor, Mariano Blejman, dijo que el grupo entraba pirotecnia adentro de la batería). La justicia no hizo ni lo básico. No identificó a los autores materiales del hecho, ni tampoco a los partícipes necesarios. Y después del asesino, o los asesinos, está el arma, que es la candela más el poliuretano.
-El poliuretano es inífugo. Pero si lo sometés a 1250 grados produce humo y ese humo es letal. Ese material se sigue vendiendo. Se fabrica en Haedo. Yo estuve en la fábrica. No sé si su fabricación tiene que prohibirse, pero el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) Construcciones tendría que advertir con un rotulado que a determinada temperatura ese material libera ácido cianhídrico (cianuro).
-La Ciudad no tiene una normativa sobre materiales tóxicos. Los legisladores nunca se pusieron de acuerdo para sancionarla.
-No son bengalas, son candelas: tubos que disparan veinte o treinta pelotitas de fuego, pin, pin, pin, pin. De esas tiraron tres. Dos quedaron abandonadas en el suelo, ahí donde estaban los tipos que vio Omar. Seguro que zafaron porque estaban acá (hace un croquis y señala la pista a uno de los costados del escenario) y Omar estaba parado acá (señala el mismo costado arriba del escenario), por lo que se pudieron ir con facilidad entre los primeros. Los que quedaron más jodidos fueron los que estaban en el VIP (primer piso). Yo no digo que esos guachos quisieran causar estragos, pero actuaron con manifiesto desprecio por quienes los rodeaban. Porque si esas pelotitas encendidas te caen encima, te pueden lastimar mucho.
-No se trata de que el lugar se desmoronó, se cayó el techo y mató a casi doscientas personas. Hubo quienes provocaron una especie de incendio sin llamas, que las mató. Eso es lo principal. Si el lugar tenía falencias es una discusión posterior. Porque si ahora viene un inspector y se ciñe a la letra escrita, estoy seguro de que a este lugar (señala el café de gallegos donde tiene lugar la entrevista) lo empapelan de boletas. El problema central no está ahí, el problema central está en los guachos que sin atender las advertencias, se empecinaron en prender bengalas y candelas en un lugar cerrado. El problema es que consideraran normal ese comportamiento desaprensivo. Las bengalas del "rock chabón" o que un alumno prenda fuego el pelo de una profesora son parte de un mismo fenómeno.
-Hubo un importante grado de intencionalidad en los muchachos que lanzaron las candelas. Analizamos el texto de la canción Distinto con la que Callejeros abría sus shows hace un lustro y llegamos a la conclusión de que estaba pactado que se encendieran bengalas cuando Santos Fontanet cantara que había llegado ahí "a consumirse, a incendiarse, a reír sin preocuparme (?) a ver temblar la seguridad". Vamos comprendiendo cuál fue la forma que introdujeron las candelas en el boliche y el momento y la forma en que prendieron fuego el techo. No se produjo ningún desperfecto técnico en el lugar, ni era previsible que eso pasara como parte del espectáculo. Parece haber sido hecho a propósito. Y ser algo previsto y acordado. Que se encendían con la anuencia del que estaba arriba del escenario. Que Callejeros es un grupo de demagogos que viven de halagar a su público.
-Hay muchas encuestas que andan dando vueltas. En La Nación y la revista Rolling Stone, y también en Minuto uno. Y 9 de cada 10 personas entrevistados señalan como principal responsable de la tragedia a la costumbre de encender bengalas y a Callejeros, y ni siquiera nombran a Chabán. Esa es la percepción popular.