El otro Néstor

El otro Néstor

A través de exhaustivo reportaje, NU da conocer el pensamiento político de uno de los funcionarios más influyentes del Gobierno macrista, el ministro de Hacienda, Néstor Grindetti. Su crecimiento político quedó probado, días atrás, cuando Macri lo nombró al frente de PRO bonaerense en reemplazo de su primo.


Acomodado en el sillón individual más cercano a su escritorio, en una pose tal vez poco formal: recostado hacia atrás y con la pierna derecha cruzada sobre la otra, observa a sus interlocutores desde una lejanía que él mismo predispone. Con las manos abiertas y los dedos en punta clavados sobre los apoyabrazos, escucha las preguntas y analiza las respuestas sin perder la familiaridad del diálogo. Allí, con los pelos engominados con fuerza hacia atrás, de una forma que en algo recuerda al peinado del Coco Basile, y con una mirada seria e inquisidora, está Néstor Grindetti.

Todo el mundo en el Palacio conoce a Néstor. Es el ministro de Hacienda de la gestión de Mauricio Macri; el hombre de la caja y de los números; aquél que llevó la recaudación hasta sus cifras históricas y que la regula con severidad cada vez que alguien se presenta para pedir un poco más de oxígeno. Sin embargo, ese hombre, sentado en el sillón blanco de la espaciosa oficina, no es este Néstor. El Néstor que se prepara para dar la entrevista es el otro Néstor: el político. Aquél que hasta ahora había quedado tan celosamente guardado tras la imagen del "dueño de la caja".

No quedan dudas de que el rol de Grindetti dentro del esquema macrista no es el de cualquier otro funcionario. ¿Cómo se explica sino que Mauricio le haya entregado el mando del partido en la Provincia de Buenos Aires, antes en manos de su propio primo? Él mismo admite que el cargo "no es sólo la formalidad de un pedido de Mauricio", sino que lo ejercerá con la responsabilidad que eso conlleva. Aunque "sin distraer" al Néstor ministro de su tarea, aclara.

El tema convertido en excluyente del núcleo de la política porteña actual es si se unifican las elecciones o se desdoblan. Rápidamente, su discurso degenera en una retórica más personal, con expresiones más directas. Aduce que la responsabilidad de la elección no es suya, por lo que da una "visión personal". Se inclina por el desdoblamiento. La razón esgrimida es simple: cuanto antes PRO gane las elecciones, antes podrá consolidar su poder en el distrito, "tendremos un bloque legislativo más fuerte para lo que queda de este primer mandato y el primer tramo del próximo", dice. Lo que también le permitirá volcar su atención a la gestión más pronto, eludiendo todo lo que pueda la segunda campaña.

Noticias Urbanas lo consulta acerca de dos ex jefes de Gobierno, a los que conoce bien. Son Aníbal Ibarra y Jorge Telerman. Sobre Ibarra descarga una definición terminante: "Ya fue". Después, llueven los comentarios: "Ibarra hace con formato progre la vieja política, está lejos de los ciudadanos porque no gobernó para ellos. Le interesa sólo su figura, no tiene rumbo ni objetivos, es como una bicicleta fija, pedalea mucho y no va a ningún lado", remata, lapidario, el entrevistado.

La analogía de Ibarra apunta al fondo anticíclico que, según Grindetti, Ibarra debió utilizar y no lo hizo porque no había ideas, "mientras que Telerman se lo gastó todo con miras a las elecciones". Igualmente, el calvo "Intendente" -según su propia denominación- recibe un poco menos de críticas que el anterior: "Fue una gestión desprolija, apurada y floja, por ejemplo, en Obras Públicas", dispara, pero le reconoce su capacidad en un área clave como la cultura y entiende que de alguna manera "sigue vigente".

En esta entrevista es imposible evitar hablar sobre Gabriela Michetti. Desde el comienzo el entrevistado se desliga de la interna que enfrenta a la vicejefa de Gobierno con el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, alegando que son los discursos dicotómicos los que buscan alinear a cada uno con una de las partes. Acerca de la candidata destaca cualidades de ella, como su "gran poder de comunicación" y la "autenticidad en la defensa de los valores". Además, asegura que no está alejada de la gestión, como se la ha acusado desde la oposición, y que "Gaby" se involucra en los temas de su cartera con conocimiento de los mismos. "En fin, decidirá Mauricio qué es lo mejor", se consuela.

Se preocupa por el bache en la opinión pública que queda detrás de Mauricio y Gabriela. Pero sale al rescate de algunos jugadores de excelente nivel según su óptica. El primero de ellos es el "Colorado" Diego Santilli, vicepresidente primero de la Legislatura porteña, "un dirigente con gran proyección". También destaca la labor desarrollada, a lo largo del año que pasó, por Álvaro González, "el equilibrio justo entre la gestión y la política" y además titular de la Comisión de Presupuesto. También elogia a Cristian Ritondo, con quien ha debido trabajar en varias ocasiones a lo largo de 2008, en diferentes temas. "Con ellos estuve la noche anterior a la aprobación del presupuesto -en la que creo haber hecho mi tesis en política-; aprendí mucho de esa experiencia. Compartimos con ellos aquellos momentos clave y se los agradezco".

La única alianza que le importa es la forjada por su jefe político con dos importantes figuras de la Provincia: los diputados nacionales Felipe Solá y Francisco de Narváez. Rápidamente rechaza la idea de realizar comparaciones entre ellos, prefiriendo hacer énfasis en la fuerza del grupo. "Los tres tienen una fortaleza superior a su simple suma", dice. Con Macri a la cabeza, claro. Para él, la posibilidad de acuerdo entre los tres políticos es una muestra de "grandeza en la dirigencia. Dejan de lado las múltiples diferencias", explica, satisfecho con la novedad aparecida en la tapa de un matutino un domingo. Ahí es cuando define el jefe de Hacienda a la nueva política. Y agrega: "Ahora hay proyecto de oposición en la Provincia de Buenos Aires y lo primero que hay que reclamar es la coparticipación que le corresponde al distrito".

Abierta la relación con Solá, se vuelve inevitable la referencia hacia el peronismo y de lo que se ha visualizado como un crecimiento de la "pata peronista" de PRO, de la cual los legisladores que antes mencionó son parte. Concluye en una idea sencilla: "El PRO es un partido abierto y todas las fuerzas que quieran sumarse son bienvenidas. A Macri se lo ve como Macri", continúa, alegando que el electorado es consciente de que el jefe de Gobierno no entra en el modelo peronista, al mismo tiempo que pone en duda la existencia actual de formas definidas en partidos como el peronismo y el radicalismo. "Eso no quita que trabajemos con grupos de todas las extracciones". Si tuviera que elegir una palabra que logre englobar lo que plantea, se inclina por el viejo término de "desarrollismo".

Al hablar de la Provincia, es inevitable hacer hincapié en el partido de Lanús, barrio de sus amores -donde vive actualmente y también lo hace toda su familia- y del que aún hoy, en sus tiempos de ministro porteño, no puede desprenderse. "Tengo reuniones periódicas con dirigentes de allá", declara sin problemas, y lo confirma con un guiño alegando que lo hace sin que interfiera con su trabajo en la Ciudad, "en escapadas de los fines de semana", aclara. Sin pudor, expresa que su interés es aportar lo que pueda para mejorar "el desastre que es Lanús hoy". Tiene ocho locales y varias paredes pintadas con la consigna "Grindetti Conducción".

Como ejemplo de la labor que se incorpora a la zona, menciona a un concejal, de identidad poco conocida, encargado adelante la bandera PRO. "Es un laburante, en el Concejo es uno en 24", un mecánico que sigue con su taller, al cual define como "un hombre que rápidamente se hizo conocido y querido por la cantidad y calidad de sus aportes".
Su opinión sobre su barrio de procedencia es compatible con el resto del Conurbano bonaerense, definido por él como una de las dos realidades que coexisten hoy en la Provincia. La otra, por supuesto, es el interior, el campo. "La Ciudad, en cambio, tiene una mentalidad propia, es mucho más ideológica, pero todos los días ésta se mezcla con la realidad que llega de la Provincia", expone el político, y reconoce sin falsa modestia: "Yo conozco ambas problemáticas" y se planta en la cancha como síntesis del AMBA.

Profundizando en estos conocimientos, se zambulle de lleno en la problemática bonaerense. Ya más relajado y utilizando un modo de diálogo cada vez más directo, opina que a fuerza de gasto, en el Conurbano se ha generado una fuerte dependencia de la provincia hacia el Gobierno nacional. Una situación que es consecuencia "de un proceso histórico llevado a cabo por la Nación con los distintos gobiernos provinciales", asegura. Se hace un breve silencio y seguimos el reportaje.

Virado el rumbo de la conversación al problema económico, Grindetti analiza que, en el marco de la crisis internacional, la estrategia kirchnerista apunta a estimular el consumo, generando así un gasto cada vez mayor que agotará las reservas mientras dure la recesión. "El problema es si no alcanza", profetiza un tanto pesimista. "La fiesta del consumo forzado puede durar este año, pero después la gente va a sentir la realidad, que fue engañada", pronostica. El resultado sería, para 2010, una pérdida económica para el país como de poder por parte del Gobierno. La conclusión del ministro es previsible: "Una vez que acabe la fiesta, el Conurbano se va a constituir en uno de los sectores más castigados".

¿Cuál es la solución, según el ministro, para evitar el derrumbe económico? Ante la pregunta, Grindetti bebe un sorbo de la gaseosa light que hay en su vaso y se prepara tranquilamente para la exposición. Después de todo, político o ministro, la economía sigue siendo su zona de juego.
"Apostar al campo", una fórmula que se ha oído miles de veces en boca del propio Macri, es la explicación. "El mundo es hoy más pobre", asegura Grindetti, "y como consecuencia de esa pobreza disminuye la demanda de productos de lujo y aumenta la demanda de los primarios, como los alimentos", añade. Acoplado a este tema llega un torrente de críticas para Kirchner, por su política hacia el sector agropecuario. "El Gobierno actual tiene cero estrategia, se guía por una ideología, verdadera o aparente, que se quedó en el tiempo. Las medidas son manotazos de ahogado", fustiga el Néstor macrista, acusando al Néstor K de no saber percibir el cambio de los tiempos. "Es como ir en bicicleta y no doblar cuando se viene el precipicio, el que sabe andar dobla o frena, pero no sigue, eso último lo hace el que no sabe andar", redondea, recurriendo una vez más a la crítica con analogías en dos ruedas.

La estrategia de un gobierno macrista, con Grindetti en la cartera económica, apuntaría a "bajar el gasto para luego bajar lo más posible las retenciones". Una vez reactivado el mercado agropecuario, este sería el encargado de crear el fondo anticíclico necesario para soportar el período de crisis. Uno de los obstáculos para esto radicaría en el propio Conurbano, ya que, según el funcionario, después de años de estar "mal acostumbrado" y "engañado", debe darse cuenta de que "se acabó lo que se daba". Después de las elecciones "estamos en el horno", grafica sobre el futuro del país. El 2010 llegará con graves dificultades fiscales y mucha presión sobre el dólar, augura.

Abierta la puerta de "que haría el macrismo para enfrentar la crisis", la continuación lógica era saber si este espacio espera ser gobierno en el futuro próximo. Néstor reconoce sin dudar que el proyecto de PRO apunta a sentar a su líder en el sillón de Rivadavia, pero no se apresura con los tiempos. "Mauricio es aún joven", dice, tiene tiempo. ¿Entonces quién está para 2011? El entrevistado analiza de a una por vez a las principales figuras que podrían encabezar en el futuro las boletas presidenciales, como Elisa Carrió o Carlos Reutemann, y una a una las va bochando. El único que queda en pie, obvio, es su jefe político, Mauricio Macri.

(NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 179, DEL 12-03-09).

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