Los problemas de tránsito que sufren diariamente los porteños y los bonaerenses obligan a los que entran y salen de la metrópoli a efectuar largos y agotadores viajes, que los llevan casi hasta el extremo de caer en las dudosas delicias del sadomasoquismo.
A las demoras que alteran los humores, a los miedos emergentes de la habitual violencia callejera y al hacinamiento que provoca que muchos lleguen cansados a trabajar, hay que sumarle la existencia de cientos de remises, combis y colectivos ?truchos? que compiten exitosamente contra las empresas habilitadas, aunque con su ilegalidad sólo aumentan la inseguridad, según denuncian los empresarios.
Una historia de desen – Cuentros
Cuando se produjeron las privatizaciones de las empresas estatales, cientos de argentinos se vieron expulsados del mercado laboral en medio de un escenario de recesión económica, cierre de empresas y ajustes de tarifas que convirtieron sus vidas en un infierno.
En este marco, comenzaron a proliferar canchas de paddle, kioscos, taxis y remises, todos ellos manejados por los recientes desocupados.
Estos nuevos microempresarios, de todos modos, permanecieron en los márgenes de la economía, sepultados en la informalidad, desde la que podían evadir el largo brazo del estado, corporizado en las cargas impositivas, las licencias comerciales y los controles de calidad.
El caso de los remises
Alberto Coppari es el presidente de la Cámara Argentina de Agencias de Remises (CAAR) y pinta un panorama desolador.
?Desde marzo de 2008, cuando comenzó el conflicto con el campo ?asegura?, la actividad empezó a decaer, pero la situación se agravó desde enero de este año, hasta hoy, que podemos decir que trabajamos el 50 por ciento de lo que lo hacíamos hace un año y medio atrás.?
?Nuestro principal problema es que el Estado no controla a los ilegales ?se molesta el empresario?, lo que hace que debamos competir en desventaja contra empresas casi barriales, que no mantienen sus autos, no contratan seguros, ni capacitan a sus choferes.?
Coppari revela que en el padrón de Sacta figuran apenas 2.077 vehículos habilitados para funcionar como remises en la Capital Federal y que se calcula que existen unos 15 mil de sus colegas que funcionan de manera ilegal.
Viajando a las estepas de l Gran Buenos Aires
La principal preocupación de los remiseros en sus viajes al área metropolitana es la seguridad, o la falta de ella.
?En general, cuando vamos a buscar a nuestros clientes ?habituales o eventuales? se resisten en general a que los pasemos a buscar por las puertas de sus casas. Prefieren hacer una cita en una estación de servicio o en la esquina de una calle iluminada. Temen que los ladrones les hagan inteligencia y que los asalten en el momento en que salen de su casa?, informa Coppari.
El otro problema que plantea el presidente de CAAR es la integridad de los propios remiseros. ?Hace unos días, intentaron asaltar a uno de nuestros choferes en el Camino de Cintura. Un auto lo encerró y chocó contra un árbol, por lo que los ladrones huyeron. Justo en esos momentos lo estábamos llamando, cuando de repente un policía contestó el celular y nos avisó en qué hospital estaba nuestro compañero. Fue una desgracia con suerte, pero es indicativa de lo que puede pasar y es lo que tratamos de evitar.?
El control de Sacta
El gremialista empresario cuestiona además el funcionamiento de la empresa de verificación técnica, que es la que controla a los vehículos de transporte público, como los taxis y remises. ?Tienen el contrato vencido desde hace casi nueve años y por eso no invierten un solo peso en los sistemas de control. El problema fue que, cuando se firmó el contrato de concesión de Sacta, todos los vehículos particulares debían ser habilitados por esa empresa, pero eso nunca ocurrió, por lo que los montos de la concesión nunca fueron alcanzados. La empresa, entonces, demandó al Gobierno y desde entonces están en litigio.?
(NOTA ORIGINALMENTE PUBLICADA EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 199, DEL 30/07/09).