El confeso opiómano inglés Thomas De Quincey (1785-1859) fue un exquisito escritor. Nacido en Manchester, hizo de la pluma una experiencia del más allá. Su inquietante obra escrita sigue influenciando a cientos de aspirantes a escribas de prestigio. Una de sus producciones más relevantes fue la titulada El asesinato considerado como una de las bellas artes (1827). En ella, el autor aborda la cuestión del crimen de una manera novedosa y provocativa. Y la sutileza y los códigos propios de los hombres relacionados con el asesinato adquieren un lenguaje para entendidos.
Las distintas fuerzas de seguridad del mundo siguen a pies juntillas esas normas no escritas, pero que todos conocen. La introducción sirve para explicar lo que sucede con un plan de seguridad que fue puesto en marcha recientemente, pero que en la realidad hoy se niega a funcionar.
Para colmo de males, la iniciativa hizo que la Policía Federal (PF), la Policía Metropolitana (PM), la Gendarmería y la Prefectura actúen en la zona sur de la Ciudad sin precisiones claras sobre las atribuciones de cada una de ellas y, por consiguiente, quede abierta la peligrosa posibilidad de disputas por el territorio.
Salvo la PM, las otras tres fuerzas no están acostumbradas a compartir sus jurisdicciones con ninguna otra. El resultado de esto es que el control real de la calle puede terminar resolviéndose a la manera de los organismos de seguridad…o sea a los tiros.
La situación actual tiene un origen definido. El martes 28 de junio, por la tarde, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, presentaba, en la Casa de Gobierno, el plan de seguridad ?Cinturón Sur?. El proyecto destinaba 2.500 efectivos de Gendarmería y Prefectura, 1.250 por cada fuerza, al combate del delito en los barrios más castigados de la zona sur de la Capital Federal.
A los pocos días del anuncio, más exactamente el lunes 4 de julio, el plan se puso en marcha. De esa manera, los gendarmes se instalaron en las jurisdicciones de las comisarías 34 de Pompeya, 36 de Villa Soldati-Bajo Flores y 52 de Villa Lugano.
Por su parte, los prefectos hicieron lo mismo en las comisarías 24 de la Boca, 30 de Barracas y 32 de Barracas-Parque de los Patricios. Una de las responsabilidades más importantes que tendrán las dos fuerzas se centra en las investigaciones sobre drogas. La actividad del personal de Gendarmería y Prefectura en funciones que antes realizaban los miembros de la Federal provocó que cerca de mil integrantes de la PF que trabajaban en las seccionales intervenidas pasen a patrullar la General Paz y algunas avenidas porteñas. De esa manera, en las seis comisarías del sur, sólo quedan 300 agentes de la Federal, que se dedican a tareas administrativas, a realizar sumarios y a custodiar detenidos.
El Ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Nilda Garré, es el responsable de que el nuevo plan se lleve a cabo con éxito. Éstos son los hechos concretos. Claro que en los papeles las ideas suelen ser brillantes, pero al llevarlas a la práctica saltan ciertas fallas que no aparecían en el libreto original. La intrépida movida ideada en el seno político del kirchnerismo tuvo un efecto instantáneo y contundente en la estructura de la Policía Federal.
Y no fue, como era de esperarse, bienvenido por ésta. Por primera vez en su historia, la PF sufría la intervención de otra fuerza armada en un territorio que controló desde siempre. El sacudón desató una interna sin precedentes en la institución y un malestar nunca visto en sus integrantes contra sus superiores políticos. En este caso, el blanco del enojo policial era unánime y se centraba sobre la figura de Garré, a quien los azules consideran la ideóloga del plan que. según ellos, esconde el objetivo de que la fuerza sea comandada por personal civil.
?Ésta es una humillación muy grande para los federales porque está claro que en las comisarías intervenidas pierden el control de las atribuciones más importantes, como es el caso de las drogas, además de que con la llegada de los nuevos efectivos, los azules fueron lisa y llanamente desplazados de esas seccionales. En la realidad, los echaron de una manera elegante, porque si tanto Gendarmería como Prefectura se dedican a combatir el delito, esas seccionales pasarán a ser manejadas por los recién llegados y eso es inaceptable para la PF.
Además, está claro que los federicos no se quedarán de brazos cruzados y resistirán las nuevas directivas de la única manera que saben hacerlo: influyendo en el termómetro de la seguridad callejera y eso traerá aparejado un crecimiento de la inseguridad?, auguró ante Noticias Urbanas un comisario mayor retirado de la Federal, con buenos amigos en la jerarquía de la fuerza.
Los más perjudicados por el plan son los titulares de las comisarían intervenidas, en este caso, Roberto Juan de la 34, Osvaldo Marcelo Di Prisco de la 36, Jorge Luis Souto de la 52, Ángel Daniel Medina de la 24, Juan Carlos Cerro de la 30 y Fernando Oscar Lucero de la 32. La cúpula de la PF, que encabeza el comisario general Enrique Capdevila, no fue consultada sobre ?Cinturón Sur? y Garré le comunicó la nueva iniciativa días antes del anuncio oficial.
El enojo de Capdevila fue tan grande que tanto él como el subjefe de la fuerza, el también comisario general Alejandro Di Nizo, y varios de los trece superintendentes de la institución presentaron sus renuncias de inmediato. La acefalía no llegó a concretarse por la intermediación del secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos ?el Chino? Zannini, quien conoce al jefe azul desde hace años y logró que los federales revieran su actitud, logrando que ningún capo dimitiera. Pero esa movida trajo aparejado un nuevo conflicto. Y en este caso fue Capdevila quien debió soportar duros reproches de su propia tropa, que lo acusó de no defender los derechos históricos de la institución.
?A Capdevila le endilgan haber entregado la fuerza a los K sin oponer una real resistencia, ya que si no pudo impedir que la Federal fuera intervenida debió irse y no permanecer en su puesto porque con ello avalaba lo actuado por Garré. O sea que, en la actualidad, perdió el control real de sus subordinados, quienes ya iniciaron una interna entre ellos por la sucesión del actual jefe. Que el malestar de la PF no sea más explícito se debe a esa cuestión. Todavía no hay una figura que los unifique a todos y por ahora se mantiene una guerra de caudillos?, le señaló a este medio un comisario inspector en actividad.
En esa pelea interna hay cuatro superintendentes que corren con ventaja: el de Investigaciones Federales, José Horacio Novoa; el de Interior y Delitos Federales, Carlos Omar Coto; el de Drogas Peligrosas, Ricardo Ortega, y el de Transporte, Marcos Brousson. La bronca de los azules fue tomada muy en cuenta por los gendarmes y prefectos que llegaron al sur de la Ciudad.
?Entendemos a los federicos porque nosotros reaccionaríamos igual si nos pasara lo mismo que a ellos. No me gustaría ver a tipos de otra fuerza en los barcos que controla la Prefectura. Si eso sucediera reaccionaría mal. Por eso, y a pesar de que Cinturón Sur supuestamente entró en funcionamiento el 4 de julio, en los hechos eso no se advierte. Tanto nosotros como los gendarmes estamos trabajando a reglamento, haciendo la plancha, ya que no queremos terminar heridos en medio de un tiroteo extraño en un territorio que por ahora desconocemos. Y de lo que digo hay pruebas, ya que cuando Gendarmería actuó en una zona específica del conurbano bonaerense, o sea en territorio de la policía de la provincia de Buenos Aires, en diciembre del año pasado tres efectivos resultaron heridos de bala en un hecho bastante confuso?, le confesó a NU un importe jefe de Prefectura que actúa en una de las comisarían recientemente intervenidas.
Esta situación también afecta a los 300 integrantes de la Policía Metropolitana, quienes a partir de junio comenzaron a patrullar la Comuna 4, que abarca los barrios de la Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya. La 4 es la tercera comuna en donde actúa la PM, ya que lo viene haciendo desde su puesta en marcha en la Comuna 12 (Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Coghlan y Saavedra) y en la 15 (Villa Ortúzar, Chacarita, Villa Crespo, La Paternal, Agronomía y Parque Chas).
?Vamos a andar con pie de plomo y con perfil muy bajo, ya que el horno no está para bollos. Y además, como la mayoría de nuestros agentes son ex federales, lo que menos quieren es tener problemas con sus ex colegas?, le manifestó a este medio un jerarca de la policía porteña.
Un hecho que no pasa desapercibido para ningún especialista en seguridad y que grafica a la perfección que el nuevo plan de seguridad todavía no funciona a pleno son los escasos, por no decir nulos, operativos medianamente importantes contra el tráfico de drogas. Desde el 4 de julio no hubo ningún caso de trascendencia, lo que llamó la atención de muchos y puso en alerta a varios políticos kirchneristas, ya que la zona sur de la Capital Federal tiene antecedentes de peso en relación a operativos antinarcóticos, en especial en el amplio territorio que ocupa la populosa Villa Zabaleta de Parque de los Patricios. Con estos antecedentes nadie se anima a pronosticar un futuro venturoso y mucho menos una convivencia armoniosa entre las cuatro fuerzas. Lo que todos sí prevén es que la entrada en vigor del plan Cinturón Sur puede traer mucho ruido.