España y Perón, un solo corazón. Hay conjuntos escultóricos que han sido abandonados a su suerte y sometidos a cercenamientos y mutilaciones, y otros, convertidos en ruinas y a la espera de algún arqueólogo que los redescubra, que han sido descatalogados y que oficialmente ni siquiera existen. Entre los primeros, se encuentra el Monumento a España, que se erige en el extremo sur de la Costanera Sur. Entre los segundos, el que los obreros ferroviarios erigieron en honor de la bandera, detrás de los tribunales federales de la avenida Comodoro Py, antaño sede de Ferrocarriles Argentinos. Entre ambos, el del Plus Ultra, el hidroavión español que llegó a estas barrosas playas en 1926.
El monumento que donó España a la Argentina con motivo del Centenario (llamado oficialmente ?Monumento a la Carta Magna y a las cuatro regiones argentinas?) es uno de los más fastuosos de la Ciudad. Está ubicado en el cruce de Avenida del Libertador y avenida Sarmiento y fue erigido azarosamente: por diversos inconvenientes no pudo estrenarse sino hasta 1927. Siete años más tarde, en torno a él se celebró la ceremonia de clausura del Congreso Eucarístico Internacional, y los diarios de la época aseguraron que se habían congregado un millón de personas. Mucho más cerca en el tiempo, a mediados de julio de 2008, ese mismo lugar fue el escenario del mayor acto opositor a la Presidenta, cuando la Mesa de Enlace de las entidades patronales del campo logró reunir a algo menos de la cuarta parte de aquella cifra.
El ?Monumento de los españoles? es, al menos entre los grandes monumentos, el primero en el ranking de la paquetería.
Al sur del sur
En devolución de aquel fastuoso regalo, la Comisión del Centenario le encargó al escultor quilmeño Arturo Dresco (1875-1961) otro monumento, esta vez de la Argentina a España. En curioso paralelismo de lo que había pasado con aquel, también esta obra, debido ?a enojosas peripecias? (Wikipedia dixit) recién fue inaugurada en octubre de 1936, a tres meses de iniciada la guerra civil en España.
En estas circunstancias, cuando los españoles de ambos bandos veían pasar sus días en sonadas bataholas en las que se utilizaban como armas las sillas y mesas de los cafés y ?confiterías? de la Avenida de Mayo, el conjunto escultórico fue mucho mejor recibido por los ?nacionales? que por los defensores del republicano gobierno constitucional.
El nuevo monumento se colocó en uno de los extremos del paseo de la Costanera Sur, que era lugar de paseo de multitudes, tanto en la llamada Avenida de los Italianos (hasta la calle Belgrano, hoy Azucena Villaflor), como en su continuación rumbo al Suroeste, la avenida España.
Hasta el infinito y más allá
Por entonces, toda la costanera, y en especial el espigón del balneario municipal (que hoy se encuentra entre la Fuente de las Nereidas, de Lola Mora, y la entrada a la villa Rodrigo Bueno) recibía grandes contingentes de bañistas. Y sobre el paseo arbolado por encima del balneario se había erigido unos pocos años antes un Ícaro alado en homenaje al hidroavión español Plus Ultra, que en 1926 acuatizó allí cerca, uniendo España con la Argentina luego de hacer escalas en las islas Canarias, de Cabo Verde y de Fernando de Noronha, y las ciudades continentales de Pernambuco, Río de Janeiro y Montevideo. Hazaña a la que Gardel le dedicó un tango, ?La gloria del águila?, un canto de amor a la ?Madre Patria? (¿no debería llamarse ?matria??).
Curiosamente, el jefe de aquella expedición, que precedió en un año a la hecha por Charles Linderbergh en sentido contrario, fue el capitán Ramón Franco, hermano menor de Francisco, el mismo que se alzó en armas contra el gobierno el 18 de julio de 1936, punto de inicio de una guerra civil que duraría tres años. Ramón era por entonces rojo, masón y muy amante de llamar la atención, y aunque como su hermano era gallego, en 1931 fue elegido diputado por la Esquerra Republicana de Catalunya, un partido independentista.
Sin embargo, tras el estallido de la guerra, Ramón se alineó con su hermano ?caudillo de España por gracia de Dios?. Murió en 1938, cuando el bombardeo que piloteaba cayó al mar.
Una galería de famosos… olvidados
El monumento a España refuerza la filosofía tanguera de que la fama es puro cuento. Ahí acaban las similitudes entre el monumento de los españoles y el monumento a los españoles. El que nos ocupa se levanta sobre una base de granito rojo dragón y consta de 29 figuras humanas. En el centro se destaca Cristóbal Colón de rodillas frente a la reina Isabel, ?La Católica?. Más arriba, una mujer madura sentada, y una joven y apuesta mujer de pie simbolizan a España y la Argentina, respectivamente.
A la derecha y a la izquierda, hay sendos grupos. En el de la izquierda, el religioso Martín del Barco Centenera confraterniza con Juan Sebastián Elcano (el primero en circunvalar el globo), Jerónimo Luis de Cabrera (quién fundó Córdoba) y Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Domingo Martínez de Irala (gobernadores del Río de la Plata y el Paraguay). En el de la derecha están Pedro de Mendoza y Juan de Garay, así como el gran navegante italiano ?al servicio de España? Sebastián Gaboto, y el presbítero Bartolomé de las Casas, un gran defensor de los ?originarios?, a cuyos pies, muy curiosamente, hay una agradecida aborigen, desnuda y de rodillas.
La obra se completa con imágenes de los virreyes Pedro de Cevallos, Juan José Vértiz y Baltasar Hidalgo de Cisneros; del fraile San Francisco Solano, de Hernandarias (primer gobernador criollo), del ingeniero Joaquín del Pino, y de los topógrafos y cartógrafos Félix de Azara y Pedro Cerviño. Y a los costados se incluyen estatuas de Juan Díaz de Solís y de Hernando de Magallanes, además de dos indiecitos desnudos. Todo presidido por la inscripción: ?A España, Fecunda, Civilizadora, Eterna?.
Caníbales y broncéfagos
Es muy posible que de estar entero y en el centro de la Ciudad en vez de estar arrumbado en un rincón y casi permanentemente tapado por camiones de países del Mercosur que esperan turno para ir a descargar al Puerto Nuevo, el monumento sería ideológicamente objetado por soslayar el genocidio de los autóctonos a manos de los europeos (continuado por los criollos, que no fueron más benévolos). Pero hete aquí que a partir de la crisis que estalló hace exactamente diez años, ha venido siendo tan mutilado que ríanse ustedes de las acusaciones de que los charrúas habrían trozado y merendado a Solís.
En los últimos años, las mutilaciones han venido in crescendo, y algunos navegantes, que habían perdido una pierna de bronce, ahora carecen de las dos. A un músico le han quitado el arco de su violín, y a dos guerreros las espadas (a uno, junto con el puño). No es de extrañar, porque el monumento está casi siempre tapado por grandes camiones y en total estado de abandono: los camioneros, casi siempre gaúchos brasileños y paraguayos, amenizan la espera tomando mate y tereré en grandes porongos, y allí comen y muchas veces también hacen sus necesidades.
Decadencia
A mediados de los 70 se prohibió bañarse en el río a causa de la contaminación. Y durante la dictadura la costanera se repartió entre militares, marinos y prefectos y se usó el río para tirar los escombros provenientes de las demoliciones que permitieron construir la autopista a Ezeiza, dando involuntario y artificial origen a la reserva natural.
En 1985, en ocasión de la segunda visita de los reyes de España a la Argentina, se anunció que el monumento sería trasladado al cruce de la Avenida de Mayo con la 9 de Julio, donde en ocasión de su primera visita se había inaugurado un monumento al Quijote que había concitado enormes críticas. Y en 1992, en ocasión de cumplirse el quinto centenario de la llegada de Colón a las Antillas, el presidente Carlos Menem ratificó aquella promesa.
Sin embargo, jamás se hizo nada, y curiosamente no hay constancia ni de que la Embajada de España haya protestado por este destrato ni de que el Gobierno de la Ciudad se proponga poner remedio a lo que, de seguir las cosas así, será la progresiva desaparición del monumento a manos de quienes venden el bronce por kilo para su fundición.
Tan lejos y tan cerca
Noticias Urbanas se puso en contacto tanto con dicha legación como con el ministro Diego Santilli. En la embajada pidieron que se les enviara un e-mail. En cambio, el ministro atendió el celular personalmente y prometió una respuesta que nunca llegó.
Frente al monumento hay un albergue del Gobierno de la Ciudad para personas en situación de calle, por lo que los linyeras confraternizan con los aburridos camioneros. Más allá, un camino que lleva a la central termoeléctrica bordeando astilleros muchos años inactivos (pueden observarse parte de los pecios de los submarinos de patente alemana que jamás se terminaron desde donde también puede entrarse a una verdadera ciudadela oculta en la que únicamente hay empresas estatales y dependencias oficiales, entre ellas el helipuerto de la Policía Federal.
La zona inspiró a Antonio Birabent, y a su padre, Moris, patriarca del rock local y dueño de una de las voces más porteñas que puedan imaginarse, el tema ?Brasilero y guaraní? (puede verse y escucharse el videoclip en YouTube, que integra su flamante álbum, Familia canción: Allá al fondo donde duermen los camiones/ en la duda de la civilización/ arrullados por choferes que les hablan/ dulcemente en brasilero y guaraní/ Allá al fondo donde la ciudad termina/ y la usina ronronea sin parar/ estacionan unos barcos en silencio/ descansando del dolor de navegar (?) El se adentró por los senderos sin miedo/ El se perdió y no supo salir/ Puerto Madero está tan lejos, tan cerca/ de las casitas que toman agua del río/ Avenida España desdibujada en el tiempo/ esos linyeras acampan ahí/ en una ronda alegre de camioneros/ que matean mezclando brasilero y guaraní.
Clandestino
El monumento de los ferroviarios a la bandera impresiona por el estado de abandono en que se encuentra, y por estar descatalogado. No figura entre los escasos monumentos porteños que dependen de la Nación y tampoco entre los que dependen de la Ciudad, de Espacios Verdes. No puede extrañarle a quien se tope con él, tan clamoroso es su estado de abandono.
Choca un poco más que tampoco se hayan hecho cargo de él los muchachos de la Unión Ferroviaria o los de la Fraternidad. Pero enseguida se repara en la trayectoria de José Pedraza, que alguna vez fue un morocho viril y combativo.
Al parecer, el monumento depende del Organismo Nacional de Administración de Bienes (Onabe) o de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias, Sociedad del Estado (Adif SE). No hemos podido determinarlo pero, en cualquier caso, resulta evidente que no lo consideran un patrimonio sino una mera ruina.
Hace ya muchos años, me llamó la atención sobre este monumento mi ya fallecido hermano Luis, y recientemente lo hizo Mario Paulela, de la gerencia de Medios Digitales de Télam, y Marcelo Ohienart, más conocido como Moo, editor del blog Nada es casual, quien dijo querer interesar en el asunto a Lorenzo Pepe, exsindicalista ferroviario, exdiputado nacional y presidente del Instituto Juan Domingo Perón, encargado ?entre otras cosas? de levantar un monumento a Perón (que créase o no, no tiene ninguno) en la calle homónima (antes, Cangallo) entre Leandro N. Alem e Ingeniero Huergo? a escasos metros de donde originalmente estuvo emplazada la Fuente de las Nereidas. Cuyos culos masculinos y femeninos, en ese orden, causaban tanto escozor en la sociedad porteña de hace un siglo, que fue enviado al ostracismo (término nunca tan bien empleado si miran este hermoso monumento) de la Costanera Sur. (Una curiosidad: en esta ubicación, Perón queda en la línea de fuego entre los infantes de marina insurrectos que el 16 de junio de 1955 dispararon desde el edificio que entonces era sede de la Armada y hoy lo es de la Prefectura, y los granaderos leales que respondían el fuego desde la Casa Rosada.)
Dicen los entendidos que la ruina que nos ocupa es uno de los dos monumentos peronistas que sobrevivió a la destrucción ordenada por la Revolución Libertadora junto al alado que puede verse en el sector militar del Aeroparque.
El de Retiro parece inspirado en una locomotora y dicen que tenía una chimenea desde la que en las fechas patrias echaba humo, y un mástil, talado hace más de medio siglo.
El ?descamisado? (más bien, encuerado) que lo preside apoya un martillo sobre un yunque y mantiene la mano izquierda en alto, como si fuera bolchevique. Pero no: el puño está semidestruido y parece obvio que esgrimía? váyase a saber qué cosa.
Eso sí, quedaron grabados los nombres de sus hacedores: el ingeniero Amadeo Corte y los arquitectos Faustino Reynoso, Carlos Dell Amico, Julio C. Lemme y José M. Vedoya.
Ahora, si el gobierno peronista no se pone las pilas, solo cabe esperar a un Tato Bores arqueólogo que redescubra la historia de aquel país del que Daniel Santoro pinta alegorías. o