Operación Antorcha

Operación Antorcha

NOTICIAS URBANAS estuvo presente en la largada de la recorrida de la Antorcha Olímpica y te cuenta todo el color del acto que dio inicio a esta visita única que quedará en el recuerdo de los ciudadanos porteños.


Con solo transitar por alguna de las calles que acercaban a Puerto Madero se comprendía que algo pasaba. Uno, cinco, decenas y cientos de oficiales de prefectura iban surgiendo a lo largo de las calles por las que minutos más tarde pasaría la Antorcha Olímpica, aumentando en número en sentido contrario al recorrido. La razón es clara, además de la fuerte custodia que caracteriza a este evento a lo largo del mundo se sumaron en esta ocasión las repetidas protestas de grupos defensores de Derechos Humanos.

Sin embargo en el Anfiteatro Lola Mora, donde la Antorcha de Buenos Aires recibió el fuego olímpico para iniciar su mediática travesía por la ciudad, parecía no haber espacio para disidencias. Las caras criollas y asiáticas, que, escondidas detrás de la mira de las cámaras fotográficas, esperaban la pasada del fuego eran todas sonrientes.

A la espera de la llegada, y partida, de la cuestionada llama de la "paz y la unión", los privilegiados que pudieron acceder al anfiteatro disfrutaron un espectáculo de tango y baile nacional, que agregó un poco de color nacional junto con el Himno Nacional entre tantos dragones y jóvenes en atuendos típicos griegos. Mientras tanto el cielo se ponía oscuro, tal vez enojado por el retraso, y amenazaba con una lluvia que nunca terminaba de llegar.

A las 14 con dos minutos llegó el momento más esperado. Entre ovaciones, micrófonos impertinentes y algún que otro "aguante Boca", Mauricio Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad, llegó a la alfombra roja acaparando toda las miradas, humanas y de los lentes. Poco después el Regimiento de Infantería Patricios I, empuñando tambores, clarinetes y trompetas, interpretó los acordes del Himno Nacional, el himno chino y el himno olímpico.

La vicepresidenta del Comité Olímpico Argentino, Alicia Morea, y el infaltable Macri fueron los encargados de los discursos. Ella, coreada por una traducción algo dudosa, se explayó sobre la importancia de la referencia de la tradición olímpica a la paz y la unión, leyendo incluso unas palabras del presidente del Comité Olímpico Internacional Jack Rouge.

El jefe de Gobierno, en cambio, en escuetas palabras agradeció a quiénes tenía que agradecer y se apresuró a recibir el fuego en la Antorcha que luego entregó a un emocionado Carlos Espínola. Apenas abandonado el palco, la seguridad se cernió alrededor del símbolo olímpico que comenzaba a avanzar por la Ciudad seguido de una extensa comitiva.

Mientras tanto un piquete de niños del colegio 22 que había asistido a la ceremonia le cortaba el paso a Mauricio Macri, quien tuvo que abrirse paso a fuerza de sonrisas hasta alcanzar su vehículo.

Sin Antorcha, sin jefe de Gobierno, sin noticia, los presentes se dispersaron y en pocos minutos el anfiteatro quedó vacío. Mientras tanto la Llama seguía su camino y la gente, conmovida, la veía pasar de la mano de un deportista a otro, sin apurarse demasiado para cumplir con el horario. Detrás, enormes camiones de los sponsors, los verdaderos protagonistas de la fiesta olímpica, aunque será la Antorcha, la Llama, y las figuras que la portaron, no las pasajeras marcas, lo que quedará grabado en la memoria de todos los porteños.

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