Los terremotos que devastaron Chile en febrero de este año llegaron a Buenos Aires apenas como un temblor que, sin embargo, rajó algunas paredes en barrios porteños, particularmente en los ubicados en terrenos de relleno, ganados al río, por ejemplo en el Barrio River, en Núñez. Incluso hubo fuertes rumores, jamás confirmados, de que lo mismo habría sucedido en algún edificio de lujo de Puerto Madero.
Un edificio de 15 pisos recién construido en la ciudad chilena de Concepción, que para mayor escarnio se comercializaba como dotado de las máximas medidas antisísmicas, se cayó y partió como una caja de cartón durante el terremoto que alcanzó los 8,8 grados en la escala de Richter, con un saldo de varias decenas de víctimas. Los expertos coincidieron en apreciar que, entre otros fallos, el edificio carecía de suficientes cimientos.
Los vecinos del Barrio River atribuyeron inicialmente las rajaduras de sus viviendas (usualmente de una o dos plantas) a las vibraciones emanadas del vecino estadio Monumental, tanto por el volumen de la música en los grandes conciertos que se celebran en ese magno escenario como, sobre todo, por las producidas por los saltos de las hinchadas durante los partidos de fútbol.
?Sin embargo, no hay estudios técnicos que avalen tal presunción, y los que hay, de la UTN (Universidad Tecnológica Nacional), la niegan?, dice el legislador radical Rubén Campos.
Campos fue presidente de la comisión de Planeamiento Urbano cuando Aníbal Ibarra era jefe de Gobierno. Tras recordar que es médico de profesión, no arquitecto, ingeniero o geólogo, apoyado en su mucha experiencia, arriesgó opinión: ?Si un leve temblor es capaz de rajar paredes en ciertos barrios, es a mi juicio porque están construidos sobre terrenos ganados al río?. El legislador destaca que en la Ciudad se construye en este tipo de terrenos de relleno sin tomarse las precauciones necesarias: realizar estudios geológicos y ceñirse a las normas antisísmicas Cirsoc 103, que, a su modo de ver, deberían ser obligatorias.
Campos destacó que originalmente el río llegaba hasta las barrancas de Belgrano, en el norte, y las de parque Lezama, en el sur, y que toda la Avenida del Libertador y Amancio Alcorta están construidas sobre lo que en tiempos de la colonia era un barrial. Agregó que antes del entubamiento del arroyo Maldonado, éste era el límite norte de la Ciudad, por la que barrios como Belgrano, Núñez, Saavedra, Villa Urquiza (donde vive), Villa Pueyrredón, Liniers y Flores eran parte de la provincia.
La tentación de las administraciones de arrebatarles más tierras a las aguas marrones del Plata nunca muere. Y aunque nadie postule hoy proyectos tan ambiciosos como la Aeroísla a la que se pretendía mudar el Aeroparque (fogoneada hasta la debacle de fines de 2001 por el capitán-ingeniero Álvaro Alsogaray), la posibilidad de rellenar el estuario permanece latente, como demuestran los periódicos ?estudios de factibilidad? que se encargan en el marco de convenios establecidos entre las Naciones Unidas y el Gobierno nacional. Campos dice saber de oídas de la existencia de borradores para el trazado de una nueva avenida costanera y para la construcción de una península.
El arquitecto Oscar Balestieri, quien fuera subsecretario de Vivienda del gobierno bonaerense con Antonio Cafiero (1987-1991), no cree que los terremotos andinos pueden tener incidencia sobre las construcciones bien hechas ?aunque se sientan nítidamente en los edificios más altos? porque, explica, Buenos Aires se encuentra a más de mil kilómetros de la placa tectónica cuyos movimientos los provoca, pero admite que los estudios de suelos son de importancia capital. Por la misma razón, no cree que sea necesario construir bajo normas antisísmicas. Sí, en cambio, considera crucial que el análisis del suelo sea idóneo.
?Si los estudios de resistencia están mal hechos y se construye sobre arcillas expansivas, éstas, al hincharse y aumentar su volumen, rajarán lo construido?, ejemplifica. Balestieri agregó que la resistencia de los suelos varía mucho. ?Hace poco estaba haciendo simultáneamente dos obras, una en el centro, de 4 kilos por cm2, y otra en la calle Río IV, en Barracas, junto al Riachuelo, en una zona en la que antiguamente había bañados, y ahí la resistencia era de apenas 0,6 kilos por cm2, por lo que hubo que hacer cimientos muy profundos.?
El estudio, explicó, es ?una prueba bastante elemental? que se hace sobre ?un bocado? de suelo que es ?sometido a tensiones?. Se trata de un estudio privado que, al igual que los planos de la obra, es recibido y aprobado por el Estado bajo responsabilidad del constructor, sin que se haga ninguna verificación.
Tal como había informado previamente Bárbara Rossen, directora de la comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura, Balestieri confirmó que la responsabilidad por la obra se extiende ?por diez años como mínimo, porque si el edificio se derrumba a los 15 por una falla de estructura, sigue siendo responsabilidad tuya?.
Consultada por NU, Rossen dijo que los mayores problemas los presentan muchos edificios de departamentos construidos en los años 70 y 80, época en que se llevó a cabo una verdadera competencia por abaratar los costos, por lo que su mantenimiento suele ser hoy tan caro como deficiente. Y añadió que pueden verse muchos de estos edificios a lo largo de avenidas como Corrientes y Rivadavia y también en Barrio Norte. Son edificios de un promedio de ocho pisos, con muchos departamentos por piso, dotados de exiguos pozos de aire y luz, cuyos balcones suelen ser un peligro.
Rossen destacó las deficiencias en la construcción de los balcones de dichas ?pajareras? y el muy bajo nivel de cumplimiento de lo dispuesto por la Ley 257, que obliga a los (consorcios de) propietarios a acreditar haber llevado a cabo una inspección técnica específica del estado de conservación de obras y mantenimiento de balcones, fachada, cornisas, carteles, barandas, etcétera, presentando el correspondiente certificado.
?Se construye para la vista. Controles no hay. Y hay demasiada poca gente que tenga buena voluntad?, sentenció, a su turno, Campos.
En la Subsecretaria de Planeamiento Urbano, una vocera de su titular, el arquitecto Héctor Lostri, recordó que ya desde la gestión de Aníbal Ibarra la responsabilidad de la misma concluye cuando se termina la obra, y que a partir de entonces, tanto las inspecciones como las eventuales sanciones a quienes incumplan las leyes le corresponden a la Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro (Dgfoc) del Ministerio de Justicia y Seguridad.