Un hombre sale de la cárcel luego de haber permanecido quince años encerrado y comienza a recordar su vida mientras intenta reconectarse con la libertad. Si hubiera que contar la película en pocas líneas, esa podría ser una opción de sinopsis. Pero suceden tantos acontecimientos en las casi dos horas que dura el film, que lo escrito más arriba solo da una vaga idea de la película. Con la certeza de que cantidad no equivale a calidad, el resultado final de "Yo serví al rey de Inglaterra" es un agotador recorrido por la vida de Jan Díte, un joven que vive en Praga y cuyo único objetivo es convertirse en millonario sin importar las consecuencias que esto puede ocasionar.
Para contar esta historia, el director Jiri Menzel (ganador del Oscar al mejor film extranjero en el año 1966 por "Trenes rigurosamente vigilados") recurre a diferentes géneros y movimientos que no encuentran afinidad entre sí y solo parecen ser caprichos de un realizador que en este film se muestra vacíamente ambicioso. Los comienzos del protagonista como vendedor en una estación de tren son mostrados como si se tratara de una película muda (con intertítulos incluidos) para luego abandonar este registro y acercarse en otros pasajes al surrealismo. Estas decisiones estéticas no tienen justificación en el relato y solo generan distracción en el espectador, que bastante confundido puede sentirse, además, al darse cuenta de que el título del film (basado en la novela homónima de Bohumil Hrabal), que aparenta referirse a una historia situada en la realeza inglesa, no es más que una frase que dice un personaje secundario en un momento del metraje. El "Yo" del título sí tiene, en cambio, un paralelismo en el uso de la voz en off en primera persona del protagonista. Mediante este recurso y sumado a la utilización de numerosos y extensos flashbacks, el film salta del presente al pasado constantemente, así como también aborda la comedia en su primera mitad dando paso a un inesperado drama en la segunda hora que estalla con la ocupación nazi. En este aspecto, la película tiene notables puntos en común con el film de Roberto Benigni, "La vida es bella".
"Yo serví al rey de Inglaterra" tiene algunos momentos logrados visualmente y cuenta con inspiradas actuaciones de actores que no son familiares para el público argentino, y cuyos rostros europeos generan una fascinación fotogénica difícil de comparar. Pero esos valores aislados no alcanzan para hacer interesante esta ambiciosa pero fallida película.
Otros estrenos de la semana:
"El precio a pagar", de Alexandre Leclère
"El toro por las astas", de Susana Nieri
"La momia: La tumba del Emperador Dragón", de Rob Cohen