Márquez y Laje, señalados por su relación con un acusado de doble femicidio

Márquez y Laje, señalados por su relación con un acusado de doble femicidio

El acusado por el asesinato de su expareja y su exsuegra en Córdoba, organizó charlas con lo libertarios en 2018.


La conmoción por el doble femicidio ocurrido en Villa Serrana, Córdoba, reabrió el debate sobre la influencia de discursos de odio y la responsabilidad intelectual detrás de ellos. En el centro del foco mediático aparecen dos figuras destacadas del pensamiento libertario argentino: Nicolás Márquez y Agustín Laje, identificados como promotores de posturas ultraconservadoras que, según críticos, contribuyen a legitimar la violencia simbólica contra mujeres y diversidades.

Nicolás Márquez, escritor, abogado y reconocido biógrafo del presidente Javier Milei, junto con Agustín Laje, politólogo y defensor declarado de la “batalla cultural”, componen un tándem mediático que ha ganado visibilidad gracias a su frecuente participación en medios, conferencias y redes sociales. Ambos son coautores de El libro negro de la nueva izquierda (2016), obra que cimentó su influencia entre públicos libertarios y conservadores.

Su discurso suele reivindicar la “familia tradicional” y califica al feminismo y a la “ideología de género” como amenazas totalitarias. Estas afirmaciones les han acarreado fuertes críticas de especialistas en género, derechos humanos y sociología por promover estigmas y falsedades. Márquez fue particularmente cuestionado por sus declaraciones en radio sobre la homosexualidad como “una conducta autodestructiva” y el reclamo de que las personas LGBTQ+ vivirían menos tiempo. Laje, por su parte, ha afirmado que el feminismo es “un fraude social” y sostiene que ha perdido consistencia al no poder definir conceptos esenciales como “mujer”.

El nexo más controvertido ocurre con Pablo Laurta, líder de la agrupación antifeminista uruguaya Varones Unidos, quien ha compartido escenarios con Márquez y Laje desde al menos 2016. En 2018, ambos viajaron a Uruguay para participar en eventos organizados por esa agrupación, incluso con actos en el Palacio Legislativo de Montevideo. En un video difundido ese año, expresaron su agradecimiento público a Laurta y su organización.

El 12 de octubre de 2025, Laurta asesinó a su expareja, Luna Giardina, y a la madre de ésta, Mariel Zamudio, en un hecho que escaló rápidamente al debate público. Giardina ya había denunciado a Laurta por intentos de estrangulamiento y existía una orden de restricción vigente. La tragedia ocurrió en un contexto donde discursos de odio y normalización de la violencia simbólica ya estaban presentes en ciertos sectores ideológicos.

Aunque no hay evidencia directa de que los discursos de Márquez y Laje instigaran este femicidio específico, varios analistas advierten que la difusión reiterada de ideas que minimizan la violencia de género puede generar un caldo de cultivo simbólico que legitima acciones extremas. La relación entre comunicación y violencia se torna, entonces, un tema clave para el debate público.

Además, la situación adquiere un matiz político en un país donde el gobierno reduce recursos destinados a la prevención de la violencia de género (con recortes estimados del 30 % en programas) justo cuando los casos de femicidio siguen siendo una urgencia social. En ese marco, la denuncia y la exigencia de responsabilidad simbólica crecen entre organizaciones de mujeres, activistas y sectores académicos.

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