Hay obras que pueden abordarse desde distintos lugares. Mujeres que (M) aman demasiado es una de ellas. En este caso, el puntapié inicial es una reunión de cuatro amigas que buscan exorcizar sus conductas un tanto enfermizas en relación con sus parejas. A partir de allí, triángulos amorosos, cuernos varios y otras situaciones grotescas se sucederán a lo largo de la obra.
La puesta encuentra su ?inspiración? (mas, no su correlato) en el libro de Robin Norwood Mujeres que aman demasiado, al que se le agrega la M, por la cantidad de vino que ingieren las chicas en la obra. El ritmo es dinámico y pasa por todos los estadios de las protagonistas hasta llegar a un desenlace esperado por la mayoría de la platea femenina.
Si bien la puesta es graciosa, toma un estereotipo de mujer bastante transitado para la creación de los personajes. Esa caricaturización, que va desde la histeria y los celos hasta las conductas más inverosímiles, carece de sarcasmo. Dependerá seguramente del humor con el que uno se sienta identificado para establecer el vínculo con la obra. Como entretenimiento, es cien por ciento eficaz. En cuanto al elenco, se destaca especialmente Martina Zapico (su Fantina es una creación exacta de histrionismo y buen gusto).
Para concluir, un párrafo aparte dedicado al Espacio Colette. Seguramente uno será acusado de purista, pero concurrir a un lugar en el cual mientras se representa la obra se escuchan pocillos y cubiertos, gente comiendo y la moza caminando entre las mesas, es insoportable. Es una falta de respeto tanto para los actores en escena como para aquellos que desean ver una obra tranquilamente, pero claro, el capitalismo opaca hasta al arte mismo.
