El candidato de Fuerza Patria al Senado por la Ciudad de Buenos Aires, advirtió que el escándalo en torno a José Luis Espert tendrá repercusiones electorales fuertes, incluso en la Capital, aunque el Gobierno trate de distanciarse. “Sin lugar a dudas va a influir en todo el país. Es un escándalo nacional, de proporciones inéditas”, lanzó.
Enseguida apuntó a la Ciudad: “Particularmente en la Ciudad de Buenos Aires, donde la principal candidata es la ministra de Seguridad, que no podía no saber. Se hizo la distraída”. Recalde enfatizó que hubo una provisión de palabras confusas del oficialismo: “Aceptaron que sea candidato, lo cubrieron, se hicieron los distraídos… ahora se tratan de despegar”.
Y añadió: “La gente no llega a fin de mes, no le alcanza. Se está privando de un estilo de vida que tenía y está perdiendo cosas. No fue mera queja, sino diagnóstico urgente: muchos optan por buscar otros empleos y trabajar más; otros, simplemente, pierden el empleo”.
Con tono crítico, aludió al deterioro ético que atraviesa el oficialismo: “Hay una indignación muy grande … lo económico empieza a pesar más cuando ves que del otro lado hay estafadores, hay corruptos que te piden el 3% … hay narcos que se compran autos 0 km con la plata con contratos de un millón de dólares”.
A Milei lo frenamos con el voto a Fuerza Patria. pic.twitter.com/BZXOpUikRn
— Mariano Recalde (@marianorecalde) October 13, 2025
Además, volvió sobre lo estratégico y convocó a conformar “un muro de legisladores” capaz de frenar las “políticas libertarias” y proyectar otro relato para los dos años de gobierno que vienen. En ese diagnóstico, el clamor por reacción política aparece como el reverso inevitable del escándalo que ahora sacude la contienda electoral.
Para Recalde, esto que ocurre es mucho más que un escándalo de campaña: es una señal para el Gobierno. Él escurre la tentación de atribuir triunfo anticipado; lo suyo es otra cosa: “una elección de medio término … es una elección para darle un mensaje al Presidente sobre cómo gobernó estos dos años”. Y dejó flotando la idea de que el 26 de octubre no solo se define un resultado, sino una legitimidad.