The only one

Los clásicos siempre tienen otra vuelta de tuerca. Tal es el caso de Hamlet. En esta ocasión, el versátil Marcelo Savignone se carga al hijo ?pródigo? de Shakespeare para hacer un unipersonal arriesgado, que busca correr la línea de lo usualmente visto. Savignone retoma sus múltiples universos para incorporarlos al molde
shakesperiano dando lugar a una puesta intrigante y dinámica basada en la vida de un actor que está ensayando
Hamlet. La metamorfosis y la simbiosis que empieza a surgir permiten
ver a ambos personajes transitando
una delgada línea entre realidad y locura.
Como no podía ser de otra manera, las máscaras están presentes, dando vida a algunos personajes como Ofelia.
Los disfraces y los dibujos son parte presente en un vestuario fundamental para la concepción de la obra así como la escenografía. La música es otro punto
fundamental, con temas de Beck, Cat Power o Veta Band, que le brindan un clima especial a la puesta junto con la multimedia. Todo, con buen gusto, sin caer en el videoclip teatral, tan visto
en los últimos tiempos.
Marcelo Savignone despliega su arsenal
físico e interpretativo tal como nos tiene acostumbrados aunque, en este caso, agrega el canto ofrecido con justeza, sabiendo lo que puede y lo que no, sin buscar lo imposible.
Habrá quienes dirán que la propuesta
no respeta los preceptos del original y también quienes defenderán
la búsqueda constante. Sin duda, esta idea de Savignone de encarnar dos personajes en la misma obra, siendo uno de ellos Hamlet, pone de manifiesto que esos caminos no son lo suyo. No obstante, a título personal, se aplaude este tipo de riesgos, lejos del ?más de lo mismo? que viene sucediéndose
en el teatro porteño.