Ya es una reiteración preocupante la frase de que el gobierno atraviesa la peor semana. Será quizás por eso que el lector nos permita no enumerar cada uno de los reveses a los que se vio sometido (son muchos), tanto en el ámbito legislativo, judicial y financiero, por agruparlos de alguna manera. Se le sumó a todo ello, para completar la tormenta perfecta, la pérdida de la calle ayer en las principales ciudades del país, con epicentro en el Congreso de la Nación.
El gobierno trata de mantener la compostura ante las continuas malas noticias, su vocero reconoce los golpes, pero no las causas, y asegura que el Presidente está entero y conduciendo cada uno de los pasos que se vienen tanto en el gobierno como en la campaña. Pero la realidad marca una feroz interna dentro del mismo mientras transitan el peor momento de la gestión. Es aquí donde Santiago Caputo, además de tomar las riendas de la comunicación y de los modales de la nueva versión presidencial, está al borde del agotamiento por las continuas derrotas generadas en fila por el ala Karina de los primos Eduardo y Martín Menem y del armador Sebastián Pareja.
Para peor, la solución a este problema es totalmente imposible (al menos en esta instancia) y eso genera una mayor auto represión en la acción para no pudrir todo tan cerca de las elecciones y por supuesto, cada vez mayor desconfianza entra las partes.
Así está el gobierno nacional, a pesar que el vocero Manuel Adorni presenta el panorama como absolutamente controlado luego de haberse tragado todos los sapos del país (y de la región) en los últimos tres meses. Y todo el resto del staff hace como si estuviera todo normal, parece que se acostumbraron a sufrir, y tienen miedo de decirlo.
La única apuesta para cruzar a enero del año entrante con alguna posibilidad, está puesta en la Secretaría del Tesoro norteamericano, donde ¿Scott Bessent espera la orden de Donald Trump?. Esto sería para el desembolso de los dólares que reemplazarían a los que el gobierno ya pidió antes y está quemando diariamente para sostener el dólar hasta las elecciones. Recordemos que esa plata era para pagar la deuda, e intocable para el FMI. Con 1250 puntos de riesgo país, no hay nadie en el mundo que nos preste un mísero dólar. Complicada ecuación.
Riesgo Milei
Volviendo al plano local, a las decisiones que hay que tomar en el país, el gobierno y sus comunicadores oficiales como Toto Caputo o los mediáticos (los periodistas que ya todos conocen), parecen haber elegido el camino más simple y negador, acusando de golpismo a las instituciones legislativas y judiciales, cuando en realidad asistimos a una clase maestra de mala praxis política por parte del Ejecutivo, que será estudiada por las futuras generaciones en las universidades para no volver a repetirlas. Lo analizaremos más adelante.
La baja de la inflación a cifras del 2% mensual, es la única bandera que tenían, pero ahora están descubriendo que la pésima gestión –toda de “Toto” Caputo- hizo demasiado daño para lograrlo. Es pésima por los resultados, por todos los índices salvo el dibujo de la pobreza (que nace de una medición inicial tras la brutal devaluación de Milei), por la incapacidad política de lograr consensos y la pérdida de aliados, la creencia que Milei era un Dios -judío- y podía bastardear verbalmente y con acciones a todos aquellos vistos por él como sus vasallos. Los cortesanos se la creyeron también y atacaban desde la impunidad de las redes y micrófonos, pero hoy entienden que el mundo de mandriles, orcos, kukas, econochantas y todos los epítetos, resultó que era de seres humanos, distintos entre sí, ciudadanos de a pie, que le propinan una paliza tras otra en cada ocasión que se les presenta.
La confianza está rota y ese es el principal drama para llegar y continuar luego de octubre. Cada día que pasa es una tortura para un gobierno que por ahora elige el modo autista y cuando alguien habla, queda claro que no hay plan ni más nafta después de octubre. Vinieron a hacer esto, lo hicieron y ya está. ¿Pensando, así como lo hacen, qué es lo que podrían cambiar?
Revertir la cantidad de errores cometidos en serie es una misión imposible. La corrupción investigada por estos días por la Justicia y Comisiones Legislativas de varios organismos estatales (entre ellas los audios ANDIS y el 3% K, el fentanilo super mortal, la cripto Libra), es la línea roja que marcó el quiebre. Y encima piden el voto y que la gente no afloje. ¿Nos están jodiendo?
“Lo peor ya pasó” es el peor dicho que pudo haber usado el Presidente Milei. Todavía estamos pagando lo que hubo que pedir al FMI cuando Mauricio Macri pronunció lo mismo, además de la triste etapa de Alberto Fernández. El cambio de actitud del Presidente en esa cadena nacional ya caducó, solo demuestra la imbecilidad de haber creído que se podía gobernar con la misma puesta en escena que para ganar una elección muy accesible. En el 2023 ganaron claramente por el “basta de los privilegios políticos, por la casta” y con ese circo cruel montado desde allí hasta el 7 de setiembre a la noche, sin ayuda de nadie, generaron ellos mismos el “basta de esta payasada inhumana” expresada en las calles argentinas por cientos de miles en el día de ayer, por tercera vez, en este gobierno sordo, y canchero.
Golpismo o Consenso Legislativo responsable
Mientras a Luis “Toto” Caputo se le fue todo al diablo, dólar, bonos, riesgo país, etc no se le ocurrió mejor idea que decir: yo no fui y Javo tampoco. “El Congreso es golpista y lo quiere voltear” (a Milei).
Los clásicos comunicadores del gobierno, que desinforman desde A24, LN+ y TN y en las radios, muchos van despegando de a poco, pero quedaron en una posición tan ridícula que en ese tránsito -mientras salen de sus miopes y lucrativas miradas-, apuntan también al “golpismo” de los diputados y senadores nacionales. Los errores se pagan caro. Y los pícaros lo están aprendiendo
A Toto Caputo, a los voceros del gobierno y a estos comunicadores, sería bueno recordarles dos cosas: Los golpes de Estado en la Argentina fueron dados en el siglo XX por militares genocidas y se registra muy poca condena de la mayoría de ellos, alineados –unos más otros menos- por ejemplo, con el último proceso cívico militar. Por otra parte, sería bueno recordarles que todos los acusados ahora de “golpismo” por ellos fueron elegidos por el voto popular –al igual que Milei y Villarruel-, para integrar las Cámaras, desde donde representan al pueblo. Y este constituye un Poder del Estado independiente, y no es un instrumento “golpista”. Para los que nos encanta la Constitución, es una buena noticia que el Congreso de la Nación sea variopinto y libre, y no sea una “escribanía” como la bautizaron alguna vez, y una vez que la justicia actúa rápido, como Sebastián Casanello en el tema ANDIS, para estos comunicadores “ultras demócratas, es raro, debe traer algo escondido”.
Escenario post elecciones de octubre
Nadie conoce el resultado obviamente, pero nada indica que el Gobierno pueda dar vuelta tanta enemistad creada con todos los sectores del país federal. Y eso sería fatal para la legitimidad. No es cierto que, aunque un gobierno sea espantoso hay que dejarlo terminar para ser democrático, y que destruya todo el país sin hacer nada, al que habrá que reconstruir en mucho tiempo y con mucho sacrificio. Por lo peligroso como es este gobierno sin gestión y sin resultados. Y por supuesto nadie habla de golpe. Para ello está la Constitución.
Por algo la Constitución, para estos y otros casos similares y por distintas razones, desde fallecimientos hasta gobiernos fallidos o situaciones que pueden llevar a que la democracia se salga fuera de control, la Carta Magna prevé instancias de continuidad constitucional, justamente para impedir los desbordes sociales y la anarquía. Los mismos legisladores que habilitaron la Ley Bases y dejaron correr el desastroso DNU 70 entre otras agachadas, (fueron algo más de 140 diputados), los mismos “héroes” homenajeados con un asado por el propio Presidente en Olivos, por ese tercio de 87 diputados, se han vuelto ahora golpistas o coquetean con ellos en la visión sesgada de algunos miopes.
Los Estados no se suicidan, ni se eliminan del planeta como algún Presidente demente declaró (en carácter de topo) y si bien es cierto que a la Argentina le hace falta una Reforma Constitucional para definir qué país queremos para nosotros y nuestros hijos, parece haber un consenso hace unos meses que éste país no es, que una parte del pueblo -democráticamente- fue estafada en su buena fe. Quizás la sociedad estaba muy desesperada en 2023, puede ser, quizás se comió el amague de la tierra prometida, también. Pero no demonicemos la Constitución, por favor.
Cuando todo se sale de control, como dice el empresario Cristiano Ratazzi el panorama “se torna grave” y no es el único integrante VIP del Círculo Rojo que le picó el boleto a esta gestión. Y no es un golpe, es la continuidad constitucional en paz si queremos que todo esto no se salga más de control de cómo está ahora.
La Asamblea Legislativa como herramienta
La Asamblea Legislativa deberá ya no continuar con el consenso de la negativa casi absoluta a las políticas destructivas del Estado y de la Nación que Milei y Caputo implementaron, sino emprender un camino mucho más importante, el de un consenso positivo para transitar -sin más desastres- el resto del período que le queda a este Presidente. Esto sería algo así como empezar a cambiar las temáticas de la comunicación entre partidos y a su vez, mantener los consensos. Y por supuesto, aquí no hay vetos, todos los partidos y todas las Provincias deben tener su lugar en esta gran travesía al futuro. En lugar de ver como se levantan los vetos ridículos en conjunto, los diputados y senadores deberían ocupar el tiempo para ver cómo, con equilibrio fiscal, podemos priorizar mejor los intereses del país y no de unos pocos. Una vez que todo ello esté en marcha, que ya podamos mirar al frente y al otro con hidalguía y no con vergüenza, lentamente podríamos aprovechar ese ámbito para proyectar una reforma constitucional que mantenga lo bueno y agregue las cuestiones de actualización para la Argentina que queremos. Eso puede esperar un par de años, ya que solo pensar en equipos multipartidarios y multidisciplinarios trabajando para ello, se tardará un año. Y luego el debate y la realización, otro año más. Pero la Argentina se merece dejar de inmolarse cada día y un país digno de ser vivido. ¡Vamos Argentina!