Bullrich, tras la derrota electoral: “Sería bueno hablar con Macri”

Bullrich, tras la derrota electoral: “Sería bueno hablar con Macri”

La candidata a senadora nacional por CABA propuso recomponer lazos con el líder del Pro.


El silencio postelectoral tiene un eco particular en la Casa Rosada. Tras la sorpresiva y contundente derrota de la alianza La Libertad Avanza (LLA) y el Pro en las legislativas de la provincia de Buenos Aires, el aire se volvió denso, cargado de incertidumbre y de la necesidad de un replanteo urgente.

La primera voz en romper el cerco del análisis interno fue la de Patricia Bullrich, una de las figuras clave de la coalición y actual ministra de Seguridad, quien en un gesto que busca calmar las aguas y unir voluntades, lanzó un mensaje directo a la figura que, hasta ahora, se había mantenido en las sombras: Mauricio Macri.

La frase, directa y estratégica, no fue casual: “Sería bueno hablar con Mauricio Macri”, deslizó Bullrich, consciente de que la fragilidad de la alianza se expuso de manera brutal en el principal distrito del país. La derrota ante una unificada Unión por la Patria (UP) no solo golpeó en los números, sino que encendió todas las alarmas sobre la viabilidad de la coalición de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Bullrich, con su pasado y presente en el Pro, parece entender que la experiencia y el liderazgo del expresidente son necesarios para cimentar un pacto que, hasta ahora, se había sostenido más por la afinidad personal de sus líderes que por una estrategia política sólida y coordinada.

El mensaje de la ministra fue un reflejo de lo que ya estaba ocurriendo puertas adentro. La caída electoral actuó como un electroshock para el gobierno de Javier Milei. La respuesta fue inmediata: la creación de una mesa política nacional y otra específica para el territorio bonaerense, epicentro del fracaso.

Esta reestructuración del comando de campaña es un reconocimiento explícito de que la estrategia anterior, focalizada en una comunicación disruptiva y en el voto duro, no fue suficiente para convencer a la mayoría de los electores, especialmente a aquellos que no acudieron a las urnas. El objetivo, ahora, es claro: redefinir el camino para reconectar con los ciudadanos y revertir la tendencia antes de que sea demasiado tarde.

El tiempo es el adversario más grande. Las elecciones de octubre no son un mero capricho del calendario, son el verdadero desafío para el futuro de las reformas que el Gobierno busca implementar. La posibilidad de consolidar su poder legislativo y consolidar su propuesta política depende de un triunfo que, tras el resultado en Buenos Aires, parece más esquivo que nunca. La mesa política de La Libertad Avanza (LLA)-Pro se enfrenta a la compleja tarea de articular un mensaje que sea a la vez fiel a su esencia y lo suficientemente amplio como para atraer a los desencantados.

La pelota, ahora, está del lado de Mauricio Macri. La decisión de si se involucrará activamente y de qué forma puede influir de manera decisiva en el destino de la alianza. El tablero político está en plena reconfiguración. Lo que pase en las próximas semanas, si se logra ese diálogo crucial y si las mesas de trabajo logran generar una estrategia efectiva, marcará el pulso de la recta final de la carrera electoral. En un país acostumbrado a las sorpresas, el desenlace de esta historia aún no está escrito. La derrota fue la señal de alerta, y la respuesta que se dé ahora, determinará si será una lección o el inicio del final.

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