Según los datos oficiales, más de la mitad de las nóminas radicales quedaron fuera de competencia por no alcanzar el mínimo requerido. La situación se agrava en secciones históricamente afines, donde el partido había apostado a consolidar su presencia con candidatos propios, pero no logró capitalizar el voto opositor.
El retroceso se da en un contexto de fragmentación interna y falta de articulación con otros espacios de Juntos por el Cambio (JxC), lo que debilitó la estrategia electoral. La decisión de competir con listas separadas, sin una narrativa unificada, terminó por diluir el peso del radicalismo frente a otras fuerzas con mayor capacidad de movilización.
Nos une un compromiso: poner en el centro los problemas reales de la gente.
Frente a los extremos que gobiernan y dividen, nace Somos Buenos Aires, un nuevo frente político que quiere una Provincia justa, moderna y democrática.#SomosBuenosAires pic.twitter.com/j46TV6w3hJ
— Miguel Fernández (@MFernandezTL) July 10, 2025
Dirigentes del partido reconocen que el resultado obliga a una revisión profunda de la estrategia política. “No supimos leer el momento ni construir una propuesta que interpele al electorado”, admitió un referente seccional. La pérdida de representación legislativa podría impactar en la capacidad de influencia del partido en el armado parlamentario provincial.
El resultado también reabre el debate sobre el rol del radicalismo dentro de la coalición opositora. Mientras algunos sectores reclaman mayor protagonismo y autonomía, otros advierten que la falta de unidad puede seguir debilitando al espacio frente a un oficialismo que, pese a sus propios desafíos, logró retener poder territorial.
Con el mapa político reconfigurado, la UCR enfrenta el desafío de reconstruir su identidad y recuperar terreno en un escenario cada vez más competitivo. El revés electoral en Buenos Aires no solo marca una pérdida coyuntural, sino que pone en cuestión la viabilidad de su estrategia de cara a los próximos turnos electorales.