En las últimas horas, los gobernadores empezaron a conversar en cadena. Algunos se hablaron por teléfono, otros por WhatsApp, y varios coincidieron en un diagnóstico: el Presidente convoca al diálogo pero, en la práctica, incumple lo que promete. Gustavo Sáenz, de Salta, lo dijo con crudeza: “No son leones, son palomas de iglesia, porque cagan a los fieles. A mí me cagaron con obras y me cagaron en lo electoral, con candidatos que me destrozan”. Sus palabras recorrieron el mapa político como un rayo.
En las casas de gobierno del interior, la bronca se mezcla con el cálculo. Los mandatarios aseguran que la relación con Milei está desgastada por fondos que no llegan, obras demoradas y un trato que consideran despectivo. Por eso, antes de cualquier mesa nacional, esperan un gesto: que el Presidente no vete la ley que habilita la distribución automática del Fondo de Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Esa sería la señal mínima de que la convocatoria no es un simple gesto para ganar tiempo.
La gente viene hablando fuerte y claro.
El gobierno sigue sin escuchar, paralizado.Hay que dejar atrás el pasado, lleno de fracasos y frustraciones. Enfrentar ya los graves problemas del presente, porque en las casas de nuestra gente todo apremia.
Y plantarse de cara al…
— Maximiliano Pullaro (@maxipullaro) September 8, 2025
Mientras tanto, el armado provincial avanza. Este viernes, en Río Cuarto, Córdoba, la llamada “liga de gobernadores” se mostrará unida en un acto con fuerte carga política. El anfitrión, Martín Llaryora, se prepara para recibir a colegas como Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Gustavo Valdés (Corrientes), Ignacio Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz). Será la postal de un bloque que busca marcar agenda y dejar en claro que no depende de la Casa Rosada para ordenar su juego.
En la previa, en los pasillos se habla de una “prueba de músculo”. La elección del escenario no es casual: Córdoba siempre funcionó como punto de encuentro para los que quieren desafiar al poder central. La Sociedad Rural de Río Cuarto, además, le da al acto un tono federal y productivista que busca trascender las fronteras partidarias.
En Balcarce 50, mientras tanto, el desconcierto es evidente. Milei ya tiene definida su “mesa política nacional” —con su hermana Karina, Patricia Bullrich, Guillermo Francos, Santiago Caputo, Martín Menem y Manuel Adorni—, pero todavía no logró convencer a los gobernadores de que se sienten a dialogar en un mismo espacio. El riesgo es claro: que la foto de Córdoba termine siendo más poderosa que cualquier anuncio de la Rosada.
Los gobernadores lo saben. Y quieren que se sepa: no van a ir a una mesa de diálogo si antes no hay señales concretas. La política, una vez más, se juega tanto en los gestos como en las palabras. Y el viernes en Córdoba puede ser el comienzo de un nuevo tablero opositor.