A pocos días de los comicios provinciales del 7 de septiembre, el consultor Manuel Zunino advirtió que una elevada abstención podría perjudicar de manera significativa al oficialismo. Casi la mitad del electorado bonaerense percibe que “no cambia nada ir a votar”, reflejando un marcado desinterés y desafección cívica.
En general, la abstención ha sido históricamente un aliado del oficialismo, debido a que dicho espacio suele tener mejor capacidad de movilizar a su electorado. Sin embargo, también hay quienes consideran que en esta ocasión el impacto podría no seguir esa lógica, dada la atomización del escenario político y la falta de compromiso ciudadano.
El promedio de participación en elecciones bonaerenses se ha ubicado en torno al 76%. Se estima que el segmento más reticente a ir a votar —los jóvenes entre 30 y 40 años— es también el más ajeno a los debates y protagonismos políticos, lo que agrava el desafío de lograr una alta concurrencia a las urnas.
Con ambos frentes —el oficialismo y la oposición— enfrentando desgaste político, el abordaje de la abstención se transforma en una variable estratégica de campaña. La capacidad de movilización, las acciones de última milla y el mensaje rumbo al domingo podrían definir no sólo el resultado, sino la legitimidad del próximo escenario legislativo provincial.
En definitiva, la elección bonaerense se disputa tanto en las urnas como en el ánimo ciudadano. Si el escepticismo y la apatía se imponen, el oficialismo —que ya enfrenta escollos electorales— podría ver comprometida incluso la ventaja que hoy percibe en las encuestas.