A más de un año de su aprobación, el RIGI no logra despegar

A más de un año de su aprobación, el RIGI no logra despegar

El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones enfrenta demoras, dudas regulatorias y escasa adhesión.


A más de un año de su aprobación en el Congreso, el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) sigue sin mostrar avances significativos. Diseñado por el Gobierno nacional como una herramienta para atraer inversiones extranjeras de gran escala, el programa enfrenta obstáculos regulatorios, falta de definiciones técnicas y un contexto económico que desalienta el desembarco de capitales.

El RIGI fue presentado como uno de los pilares del paquete de reformas económicas de Javier Milei, con beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios para proyectos superiores a los USD 200 millones. Sin embargo, hasta el momento no se han registrado iniciativas concretas que se hayan acogido al régimen, y las empresas interesadas continúan esperando precisiones sobre su implementación efectiva.

Uno de los principales puntos de conflicto radica en la reglamentación. Aunque el decreto reglamentario fue publicado, persisten dudas sobre cómo se articularán los beneficios con las normativas provinciales y sectoriales. Además, la falta de una ventanilla única para canalizar los proyectos complica la operatividad del régimen, generando incertidumbre entre los potenciales inversores.

Desde el sector privado, algunas cámaras empresariales han manifestado su preocupación por la falta de señales claras. Si bien reconocen que el RIGI podría ser una herramienta útil para dinamizar sectores como energía, minería e infraestructura, advierten que sin estabilidad macroeconómica y garantías jurídicas, los incentivos no alcanzan para compensar los riesgos.

En paralelo, algunos gobernadores han expresado reparos sobre el alcance del régimen, especialmente en lo que refiere a la autonomía fiscal de las provincias. La tensión entre el Gobierno nacional y los distritos subnacionales podría convertirse en un escollo adicional para la implementación del RIGI, que requiere coordinación interjurisdiccional para su éxito.

Mientras tanto, el oficialismo insiste en que el régimen será clave para la recuperación económica y la generación de empleo. Pero con el reloj corriendo y sin anuncios concretos, el RIGI permanece como una promesa en pausa, a la espera de que las condiciones políticas y económicas permitan su despegue real.

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