Alaska, la gran incógnita mundial que enciende todas las alarmas

Alaska, la gran incógnita mundial que enciende todas las alarmas

Opinión.


La cumbre de los presidentes de Estados Unidos y la Federación de Rusia a celebrarse en Alaska el próximo 15 de agosto será quizás -más allá de lo allí se acuerde-, el encuentro superlativo del año en curso.

Seguramente nada quedará cerrado ni siquiera en el mejor de los casos, para los que desean una paz, ya sea esta inmediata, justa, duradera o que atienda las causas del conflicto. La paz tiene un significado muy distinto para las partes en conflicto, y eso es la diferencia que hizo imposible avanzar hacia ella desde la asunción de Donald Trump.

El presidente norteamericano persigue tres objetivos con esta cumbre. La primera es encontrar algún camino que conduzca al cese de hostilidades antes que las Fuerzas Armadas rusas hagan colapsar el dispositivo de defensa de los ucranianos, algo que ya está en marcha y se acelera día a días. Estados Unidos –por más que la guerra “sea de su predecesor Joe Biden”- no se puede permitir salir derrotado de Ucrania. La segunda tiene que ver con el aspecto económico. La deuda externa de USA se ha vuelto totalmente incontrolable y todos los recortes posibles a políticas incómodas y de cero ganancias están siendo adoptadas por Washington, valga el revoleo de sanciones por aranceles que Trump está haciendo desde que llegó al poder. Por más que con la venta de gas y armas a Europa ha hecho un buen negocio estos tres años y medio. La tercera tiene que ver con su ego y la necesidad de pasar a la historia como un hombre de paz, y le apunta todos los cañones al Premio Nobel, algo que se consigue con algún pequeño logro en esa dirección, poder y dinero.

Esta reunión nunca se hubiera realizado en condiciones neutras. Así venían planteándolo ambos. Las necesidades de Trump, que no están claras la hicieron posible. Y le pidió a su enviado especial a Moscú (y formalmente Medio Oriente), el empresario inmobiliario Steve Witcoff, que llevara una propuesta más cercana a lo que pretende Vladimir Putin para encarar un proceso que le permita seguir a flote en esta causa que entiende perdida. En el mejor de los casos, llevará unos cuantos meses la concreción de cualquier acción colectiva, algo que parece algo bastante improbable. El devenir militar del conflicto está, según fuentes rusas y occidentales, marcando un claro avance de Rusia en casi todos los frentes de la línea de contacto, algunos más intensos que otros, ya que como hace siempre Moscú, estira el largo del conflicto aprovechando su mayor capacidad integral de combate. Eso es absolutamente definitorio a la hora de tomar decisiones importantes. La geopolítica no puede prescindir de la cruda realidad militar, ya que esta es producto justamente de ella.

Putin siempre ha sido claro en los objetivos perseguidos en esta operación militar especial. Ucrania debe ser desnazificada y la neutralidad a futuro por fuera de la OTAN, los territorios de las cuatro provincias ya consagradas en la Constitución rusa hoy ocupadas en un alto porcentaje, el reconocimiento de Crimea por la comunidad internacional y una seguridad para su territorio que puede ser en un esquema común con la UE (cada vez más difícil luego de los engaños de los Tratados de Minsk 1 y 2) o enfrentada a ella, lo más probable en el corto y mediano plazo.

Y si de seguridad hablamos, el tema nuclear está a la vuelta de la esquina. Por un lado, los submarinos de Estados Unidos se mueven y por otro, la tríada rusa también en un esquema de disuasión que solo pueden hacer ellos dos.

Para hablar claro, el tema Ucrania es un tema menor en esta etapa de las relaciones entre ellos. Primero porque a este gobierno de USA no le importa prácticamente nada y por otro porque Rusia terminará alcanzando sus objetivos con o sin Estados Unidos, y seguramente mucho más rápido si solo se queda la UE sosteniendo la vela.

Pero Ucrania es el “tema convocante”, así los decidió el Deep State americano históricamente rusófobo y de manera muy fuerte con el gobierno de Biden y así lo aceptó Putin a la hora de lanzar su operación militar. Si hay que decir cuestiones pendientes, empezaremos por acá parecen haber dicho ambas potencias.

Los gestos previos marcan que desde EE.UU. pretenderán no dinamitar su relación con Europa y por ello el vicepresidente JD. Vance viajó de vacaciones a Londres, y allí escuchó de boca del canciller David Lammy la posición de la UE aliada, ya que no todos piensan igual, incluso entre ellos. Trump mientras tanto se comunicó con Zelensky y el grupo E3 más Giorgia Meloni y el premier finlandés. Mientras tanto Putin intercambió ideas con Xi Jinping, Narendra Modi y Lula Da Silva, entre otros. Primera diferencia, uno con vértice occidental y el otro multipolar.

Es tal la magnitud de los temas que podrían ser abordados en la Alaska (territorio antes ruso y ahora de EE.UU) que la estatura política de Volodimir Zelensky pareciera ridícula cuando grita que nada se decidirá sin él. Y la UE le hace coro, siempre con la traición cerca, a ver si Estados Unidos se enoja más y les sube los aranceles un 10% o se retira totalmente del conflicto armado con sus satélites e inteligencia.

Dos cosas preocupan al mundo racional en estos cuatro días que faltan. Todos los perdedores con la realización de esta reunión, que marca en sí misma la densidad política real de los involucrados, el fin de la inútil intención de Occidente de aislar a Rusia y lo sube al podio del mundo (donde ya estaba, pero lo negaban con 18.000 sanciones), están en alerta máxima porque como dijo el teniente general y 3 veces Presidente argentino, Juan Domingo Perón, “del ridículo es el único lugar del que no se vuelve”. Y eso les está pasando ahora, están nerviosos y cuando los británicos se ponen así, algo peligroso puede suceder.

Son varios los analistas geopolíticos que pronostican que los perdedores de esta historia –salga como salga esta reunión- intentarán por todos los medios sabotearla de la peor manera, cambiarle el formato, arruinarla y hacer algo para que no se realice jamás.

Sin ser un conspirador paranoico, es bastante simple asegurar que más allá de sus nacionalidades y estilos, Putin y Trump tienen una buena cantidad de enemigos en común en el occidente colectivo y también en los Estados Unidos. Y aquí asoma nuevamente el Deep State, con muchas conveniencias comunes con ellos.

El tema Zelensky en el cortísimo plazo puede ser una traba o no. Dependerá de lo que les parezca a los que ganan la guerra y al patrón occidental. En una segunda etapa su suerte está echada, deberá luchar por su vida, su país está lleno de nazis y los rusos no olvidarán sus caídos. Y tendrán que pensar en un recambio organizado para la gobernanza del mismo, mantenimiento de la paz y la seguridad, reconstrucción de un país arruinado por donde se lo mire.

Alaska es mucho más que Ucrania, si no, el mundo no estaría a la espera y en vilo por lo que allí se decida. Todo lo demás vendrá después de eso. Veremos qué es eso.

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