Entre guisos y gestos: el reencuentro de los Moyano agita el sindicalismo

Entre guisos y gestos: el reencuentro de los Moyano agita el sindicalismo

Ambos dirigentes se dieron un abrazo durante la protesta de la confederación del transporte en Plaza Constitución.


En un gesto que dejó más interrogantes que certezas, Hugo Moyano y su hijo Pablo se mostraron juntos este miércoles en Plaza Constitución durante la jornada de ollas populares organizada por la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), una protesta contra el Gobierno nacional. Aunque el encuentro fue breve y no compartieron actividades, la imagen de ambos abrazándose reavivó rumores de una posible reconciliación tras tres años de enfrentamientos en el corazón del gremialismo camionero.

La aparición conjunta de los Moyano, ocurrió en un evento que expuso las tensiones internas del sindicalismo. Mientras la CATT y sus aliados del Frente por la Soberanía se distanciaron de la CGT y su línea dialoguista con el Gobierno de Javier Milei, los Moyano coincidieron fugazmente en el lugar. Hugo se mostró con dirigentes afines como Omar Pérez y los líderes de la CATT, mientras que Pablo posó con referentes de los metrodelegados y los viales.

Testigos del encuentro aseguran que el saludo fue más un gesto obligado por la coincidencia en el acto que una señal real de acercamiento. De hecho, tras el abrazo, cada uno siguió su camino rodeado por su círculo más estrecho. “Hugo quiere marcarle la cancha a Pablo”, deslizó un dirigente conocedor de la interna camionera, apuntando a que el histórico jefe gremial no quiere cederle protagonismo a su hijo, quien renunció a la CGT en noviembre pasado en medio de críticas a su padre.

El conflicto entre ambos estalló tras las denuncias de Pablo sobre el rol de la esposa de Hugo, Liliana Zulet, en la gestión financiera de la obra social del gremio. Desde entonces, la relación se deterioró al punto que Pablo dejó de asistir a las oficinas del sindicato y se refugió en la presidencia del Club Atlético Camioneros. Su aislamiento se quebró el mes pasado con una polémica visita a Cristina Kirchner, decisión que no fue compartida por su padre.

La tensión se trasladó también al plano político. Mientras Pablo Moyano se muestra cada vez más cercano a los sectores kirchneristas, Hugo adoptó en los últimos meses una postura más crítica hacia el peronismo K y moderadamente alineada con el Gobierno, especialmente en temas como las paritarias. Desde Casa Rosada lo consideran un interlocutor confiable, aunque lo observan con cautela tras su participación en las ollas populares.

La incógnita que atraviesa al sindicalismo es si este saludo fugaz fue una postal forzada o el inicio de una recomposición familiar y política. ¿Fue Hugo a Plaza Constitución para limitar el protagonismo de su hijo o porque comparte su rechazo al rumbo económico del Gobierno? La respuesta podría tener impacto en el delicado equilibrio de fuerzas dentro del movimiento obrero y, eventualmente, en el tablero político nacional.

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