El peronismo siempre encuentra su balcón

El peronismo siempre encuentra su balcón

El peronismo busca un destino en medio del caos, mientras ella baila en su mirador.


Cuando la política partidaria de carácter peluqueril mete la cuchara en el augusto ámbito de la Justicia, el resultado se parece mucho a los disturbios que provoca un elefante en un bazar lleno de frágiles y delicadas porcelanas.

La jugada de los cortesanos de proscribir sin una sola razón valedera a Cristina Fernández de Kirchner fue tan arbitraria, que el primer resultado palpable a simple vista -existen otros, que circulan por intrincados subterráneos- fue la contundente demostración de “desagrado” que expresaron cerca de un millón de ciudadanos a lo largo de todo el país y aún en lejanas plazas extranjeras.

El peronismo, sumido aún en laberínticas internas, en rivalidades insustanciales y en estériles polémicas ideológicas, se vio empujado, casi contra la voluntad de sus dirigentes más encumbrados -confortablemente refugiados en la intrascendencia-, a salir al ruedo a discutir poder y a ejercer una oposición real a un proyecto político que promete destruir muchos logros conseguidos en el pasado, a costa de ingentes sacrificios del Pueblo.

Alrededor de medio millón de personas merodearon a lo largo de varias horas por las adyacencias de la Plaza de Mayo y de la residencia de Cristina Fernández de Kirchner para expresar su oposición a una medida que trasciende largamente a Cristina Fernández de Kirchner. Se podría decir que el peronismo se movilizó tanto en defensa propia como en defensa de su referente más importante de estos días.

La efervescencia y la pasión regresaron, de esta manera, a la política argentina, después de algunos años de ausencia de peronismo. Se pudo ver a mucha gente suelta, no perteneciente a ninguna organización -un símbolo de la desconfianza de las bases con sus dirigentes-, integrantes de una multiplicidad de sectores sociales. Éstos no siguen a sus caciques zonales, pero sí la siguen a ella, lo que denuncia la inexistencia de la militancia intermedia, que tanta importancia tuvo en el desarrollo del peronismo. Esta ausencia no pudo ser suplida hasta hoy con el accionar de La Cámpora, ni de los movimientos sociales.

No existe ya aquella JP, que trabajaba por el bien común en los barrios, ayudaba a resolver los problemas del día a día de sus habitantes y aún, a veces, erradicaba a ciertas mafias que aterrorizaban a la gente, casi siempre asociadas a la policía. Ese trabajo de base es lo que hoy falta, a pesar de los ingentes esfuerzos de la militancia actual.

De todos modos, esa masividad justificó el esfuerzo del peronismo -y de Cristina- para no ser sojuzgados. Las humillantes condiciones que le iban a ser impuestas a la expresidenta fueron suspendidas, ante el temor de la repulsa popular, que es a lo único que temen los jueces, que mantienen un gran poder de juego en estos tiempos de decadencia de unos políticos que se dejan conducir mansamente por dudosos magistrados, más interesados por decidir elecciones que por aplicar la ley.

Sólo la mística no alcanza

De todos modos, la mística regresada no disipó los problemas preexistentes que aquejaban a la dirigencia peronista. Por el momento, el peligro los obligó a abandonar su cotidiano ejercicio de la estupidez política, uno de los peores defectos en este campo. Una prueba de la persistencia de las pésimas prácticas políticas es que aún no hubo acuerdo entre las tribus bonaerenses y algunos voceros hasta deslizan que “tenemos la voluntad de ir en listas unificadas”, lo que equivale a decir que la puja por el armado de las listas electorales no se detuvo ni aún en el filo del abismo.

Una doctrina vigente, aunque falta de actualización

De todos modos, desde 1945 siempre es lo mismo. El choque entre una Argentina que busca la soberanía, la independencia, una mejor distribución de la riqueza y la otra, la de las minorías poderosas, pero a menudo ilegítimas, que intentaron por todos los medios perpetuar la dependencia y la opresión del Pueblo, lográndolo en algunas circunstancias, como las actuales.

En cuanto al peronismo, sus contradicciones tienen que ver con la necesidad de adaptar su doctrina a los tiempos que corren, tan diferentes a las de la primera mitad del Siglo 20, cuando nació. No existen hoy posibilidades materiales de recrear el Instituto de Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) o la Fundación Eva Perón o la Constitución de 1949, lo que no quiere decir que alguna vez alguna de estas medidas no pueda ser revisada en el futuro. Revisar no es contrariar, de todos modos. Las consignas básicas de aquellos tiempos siguen siendo las mismas. La contradicción Imperialismo-Nación no ha cambiado su naturaleza retardataria, tampoco.

Una jugada con múltiples resultados posibles

De todos modos, no existe el flagelo del suicidio en las esferas del poder, en las que fue diseñado el proceso político-judicial que culminó con la reclusión de Cristina. No hay fallas en ese espacio. Si los peronistas que estaban enfrentados a Cristina fueron obligados a alinearse con ella, aún a su pesar, es que la jugada no terminó aún.

En alguna parte pervive el sueño -de difícil concreción- de una Cristina dócil ante determinadas “sugerencias” de algún Chef Executive Officer. El sueño húmedo de éstos es que Cristina les conceda más poder. Con Luis Inácio da Silva “Lula” lo lograron. Lo encarcelaron bajo una denuncia difusa de haber comprado un departamento caro y luego lo soltaron y anularon el proceso, por diversos vicios, complicidades y suciedades tras bambalinas. Luego, Lula se lanzó en pos de su tercera presidencia. Hoy su gobierno está aliado con algunas de las más grandes empresas brasileñas y extranjeras y su enemigo íntimo, Jair Messias Bolsonaro vuelve a crecer en la intención de voto.

El Peronismo en la encrucijada

Nada hace pensar que el peronismo haya sanado sus heridas sólo por una decisión judicial, por más malintencionada que ésta haya sido. Pero, sólo la circunstancia de que se hayan visto obligados a cerrar filas en torno a su figura más emblemática, puso en aprietos a un gobierno que no maneja variables políticas. Sólo apuesta a una “economía de mercado” y a negociar con los gobernadores y con los sindicalistas -los únicos “apretables”, ya que manejan cajas reguladas-, a los que suele amenazar y, eventualmente, endulzar con favores para que les voten las leyes y para que desmovilicen a sus bases, respectivamente.

Ahora el peronismo olió sangre. No hay ningún afrodisíaco superior a éste para su olfato. Esto funcionará como un ordenador para el futuro inmediato, pero para reconstruir la esperanza de su Pueblo, deberán funcionar otros mecanismos. El primero, que forma parte del legado del General Perón, fue traído a colación por Cristina en variadas ocasiones en los últimos tiempos: organización. “La organización vence al tiempo”, predicaba el líder. La ausencia de ésta es el principal detonante de la crisis que vive una Argentina sin una industria funcionando y con un agro a media máquina, con plata, pero sin perspectivas de crecimiento a corto plazo.

El futuro inmediato

El siete de septiembre habrá elecciones distritales en la Provincia de Buenos Aires, a las que seguirán las elecciones legislativas nacionales, que se realizarán el 26 de octubre. Antes, el 29 de junio, en Formosa y en Santa Fe se elegirán legisladores provinciales. El 31 de agosto, Corrientes elegirá a sus autoridades provinciales, con la salvedad de que en esta provincia se elegirá, además de legisladores provinciales, al gobernador y al vicegobernador. En Santiago del Estero se votarán autoridades provinciales y, al igual que en Corrientes, Gobernador y vice. Son las dos únicas provincias en las que se eligen mandatarios a contramano de las elecciones presidenciales, ya que estuvieron intervenidas y sus calendarios se modificaron por esa razón.

En territorio bonaerense se dirimen mucho más que los legisladores provinciales y, 49 días más tarde, diputados nacionales. Quien gane estas elecciones partirá en punta hacia 2027. “No hay 2027 sin 2025”, rezan los libertarios y también los peronistas.

Entretanto, la proscripción dejó un tendal de favorecidos y de perjudicados. Cristina, claro está, figura entre los primeros. De Perogrullo. Pero aquí hubo un beneficiado, sin proponérselo. Es Axel Kicillof, el enemigo interior. Una encuesta del Observatorio de la Facultad de Psicología acerca de quién es el mejor sucesor de Cristina arrojó un 39% en favor del gobernador de la provincia más importante del país y, muy cerca, una advertencia: el 31% “no ve a nadie con capacidad para sucederla”. Otra sorpresa: Juan Grabois el 21% de los votos, muy lejos de Máximo Kirchner, con el tres por ciento y de Sergio Massa, que obtuvo un magro dos por ciento. El senador porteño Eduardo de Pedro y su par formoseño José Mayans fueron votados por el uno por ciento. Los gobernadores de La Rioja y La Pampa, Ricardo Quintela y Sergio Ziliotto no movieron el ábaco.

En estos días, a pesar de la prohibición, la amagada represión, los titulares infamantes y el desconcierto de la dirigencia peronista, San José 1111 es la Puerta de Hierro peronista. Y Constitución está más cerca que Madrid, con todos sus puntos a favor y en contra. Si Dios hablara todos los días con todo el mundo, al final no faltaría un guarro que les dijera a los demás: “¿quién es este gil?”

Nuevamente, a pesar de las adversidades conducentes, los cristinistas son más que sus detractores. O, al menos son más ruidosos y más fieles. Es que Cristina tiene la suerte de formar parte del peronismo. ¿Quién se acuerda hoy en Egipto de Gamal Abdel Nasser? ¿Existen aún seguidores de Muamar el Khadaffi? ¿Dejó algo tras de sí Jorge Eliecer Gaitán? ¿Quiénes veneran el legado de Josip Broz (Tito), en la extinta Yugoslavia? ¿Queda algo de Lázaro Cárdenas, que supere lo que dicen de él los libros de historia?

Los únicos legados de los grandes líderes, que protagonizaron cambios profundos, que se mantienen en el tiempo son los de Mao Tsé Tung (en chino antiguo), Ho Chi Minh y Juan Domingo Perón. A todos aquellos líderes mencionados anteriormente los juzga, en su grandeza, la historia, pero pocos han superado el tiempo y el olvido. En Argentina, Cristina es la beneficiaria de un legado que la excede largamente. Hay quienes nunca lo entenderán, pero el Pueblo argentino sigue vivo y cuando enfrenta a la injusticia y la sinrazón lo hace desde una identidad que no ha sido devorada por el tiempo ni por la calumnia.

 

Te puede interesar

Qué se dice del tema...