“Cuando a Caputo lo escracharon y no pudo comer ni una empanada”

“Cuando a Caputo lo escracharon y no pudo comer ni una empanada”

El legislador porteño de la Coalición Cívica, Facundo Del Gaiso, salió a cruzar al ministro de Economía.


En tiempos en que la soberbia parece cotizar más alto que el dólar, vale recordar un episodio que grafica mejor que cualquier número el impacto de las decisiones económicas sobre la vida cotidiana. Fue una noche en un restaurante porteño cuando Luis “Toto” Caputo, por entonces ministro de Finanzas y principal responsable de la política económica del gobierno de Mauricio Macri, no pudo siquiera probar una empanada. Lo escracharon apenas se sentó a la mesa.

El escrache no fue casual ni aislado. Fue el reflejo del hartazgo social que generaban medidas económicas alejadas de la realidad. “Caputo representaba una política financiera especulativa que nos costó millones en deuda y en angustia”, señala el legislador porteño Facundo Del Gaiso. Y agrega: “No es con soberbia como se responde a la crítica social. Es con humildad y autocrítica”.

El episodio, que algunos intentaron minimizar en su momento, se viralizó rápidamente por redes sociales y se convirtió en símbolo de una gestión que priorizó los mercados antes que a los ciudadanos. “No se podía ni hablar de empanadas sin que alguien recordara que el salario se evaporaba”, comenta Del Gaiso con ironía. Para muchos, fue una muestra de que las decisiones del poder tienen consecuencias reales, incluso para sus propios protagonistas.

La reciente polémica entre Caputo y el actor Ricardo Darín reactivó aquellos recuerdos. “No te hagas el vivo con Darín. Vos sabés lo que es no poder ir a comer empanadas porque ya te escrachaban por tu política económica”, expresó Del Gaiso en sus redes. El mensaje fue claro: quienes ocupan cargos públicos deben asumir con responsabilidad las consecuencias de sus actos y dejar de lado la agresividad con la que responden a las críticas.

“No se trata de justificar escraches, sino de entender por qué suceden”, enfatiza Del Gaiso. “La gente necesita respuestas, no funcionarios enojados. La legitimidad se construye con escucha y con empatía, no con desplantes televisivos ni gestos altaneros”.

El legislador también remarcó la importancia de que la dirigencia recuerde esos momentos para no repetir errores: “Si un ministro no puede comerse una empanada en paz, algo no está funcionando”.

El caso Caputo es apenas un botón de muestra. Pero sirve para ilustrar una máxima sencilla y contundente: las políticas públicas deben tener como eje a la ciudadanía. “Menos soberbia, menos enojo, menos agresión. Más humildad, más escucha, más compromiso con la gente”, concluye Del Gaiso.

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