Con una cantidad infrecuente de listas (17), el próximo domingo 18 de mayo se elegirán 30 bancas para renovar la mitad de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Más allá de los efectos que los resultados puedan producir en la relación de fuerzas dentro de la Legislatura porteña, en esta ocasión la contienda electoral adquirió una relevancia política mayúscula. Quizá como nunca antes en una elección para cargos legislativos locales en la ciudad, teniendo en cuenta las particularidades que implica el desdoblamiento decidido por el Jefe de Gobierno Jorge Macri.
Esto se debe, fundamentalmente, al contexto político nacional. El triunfo electoral de Javier Milei en 2023 provocó un cimbronazo en el esquema de partidos y coaliciones políticas tradicionales, que regía el funcionamiento de la política en el país. Se inició así un proceso de reconfiguración que está en pleno desarrollo y ahora promete impactar de lleno en la Ciudad, el bastión político por excelencia del PRO.
Este nuevo escenario, de transición e incertidumbre, muestra un claro debilitamiento de las dos fuerzas predominantes los últimos 20 años: El peronismo kirchnerista y el PRO. En el caso de los primeros, producto del estrepitoso fracaso de su largo ciclo de gobiernos nacionales y provinciales, que llevaron al país a un estado de decadencia inédito que derivó en el hartazgo social mayoritario. Respecto al partido liderado por Mauricio Macri, sobre todo, por haber perdido, al menos por el momento, su identidad.
En el caso de ambas fuerzas, una consecuencia directa es estar atravesando severas crisis institucionales, un proceso traumático de confrontaciones internas y disputas de liderazgos, impensadas en otros momentos. Esto está llevando a la dispersión de sus electores históricos y la licuación de sus ofertas electorales, según los distritos.
El otro elemento decisivo del nuevo escenario es, naturalmente, el emergente de La Libertad Avanza como principal actor de poder político, con todas las implicancias de llevar adelante el gobierno del país. Ya quedó más que claro que, a pesar de tratarse una fuerza nueva, sin estructura política, escaso peso legislativo y menos aún territorial, viene haciendo ejercicio del poder con una notable naturalidad y eficacia.
El fortalecimiento de LLA como espacio de poder está siendo, sobre todo, a expensas del PRO. Una prueba de ello fueron las elecciones legislativas del domingo pasado en Chaco, donde LLA se integró en alianza con el oficialismo provincial del gobernador radical Leandro Zdero. La condición que impusieron los libertarios fue que de ese frente no participara el PRO: ¿Fue un espejo que adelanta para las elecciones nacionales?
Fragmentación y un escenario con final abierto
Así las cosas, las elecciones porteñas del próximo domingo representarán el primer round de peso dentro de esta disputa entre LLA y el PRO.
Para el espacio amarillo el impacto político de una eventual derrota -salir terceros en su bastión- podría ser determinante a futuro. Por lo pronto, definitorio para las estrategias de cara a las elecciones en la provincia de Buenos Aires y, sobre todo, para las generales de octubre. Es tal el dominio que afianzó en la Ciudad, que el PRO no pierde una elección local allí desde 2003, cuando Mauricio Macri cayó en el balotaje para jefe de gobierno ante Aníbal Ibarra. Luego se sucedieron 10 elecciones locales, y el partido amarillo se impuso en todas.
Según la mayoría de las encuestas, la ponderación que podría hacerse de ellas, y el análisis del escenario electoral, el kirchnerista Leandro Santoro se ubica en primer lugar, en torno al 23%. Le seguiría Manuel Adorni por LLA con un 21%, y en tercer lugar Silvia Lospenatto del PRO con un 17%. En el segundo pelotón estarían Horacio Rodríguez Larreta (MAD) con un 7% y Ramiro Marra (UCEDE) con 5%. Y un lote de tres candidatos en torno al 3%, pugnando por obtener al menos una banca: Vanina Biasi (FIT-U); Paula Oliveto (Coalición Civica); y Lucille Levy (UCR). También, con menor probabilidad, podría haber margen para la sorpresa e ingrese algún tapado u outsider, como Alejandro Kim (Principios y Valores) o Caruso Lombardi (MID). El porcentaje de indecisos todavía es alto, y una posible elevada abstención podría también incidir en el resultado final.
La inusual presencia de figuras de mayor relevancia política de la habitual para una postulación a legislador local (Adorni, Rodríguez Larreta, Santoro), pone de relieve la trascendencia que los distintos espacios dan a esta elección. Y aunque para algunos candidatos, como Adorni y Lospenatto, la puja está dada por la ya descripta batalla de fondo de escala nacional entre LLA y PRO, otros ven la oportunidad de un reposicionamiento para su proyección futura a gobernar la ciudad. Es el caso de Santoro, Larreta y Marra.
Esa disparidad de objetivos políticos se puso de manifiesto en las propuestas de campaña, con mayor o menor foco en temas de interés específico para la ciudad. Y como pocas veces, reflejando la alta polarización resultante de nuevos paradigmas instalados por el gobierno nacional. Esto se aprecia con claridad, por ejemplo, en las antagónicas posiciones respecto al orden público entre izquierda y derecha.
A pocos días de la elección de los nuevos legisladores que tendrán que definir esas políticas para la Ciudad, parece no haber dudas que la mayor relevancia de esta contienda está centrada en los efectos que tendrá en el plano nacional.