Una voz amplificada por el megáfono canta canciones de cancha modificadas, prestando poca atención a la afinación e interrumpiéndose momentáneamente para disparar al aire alguna consigna de lucha. Ahora la garganta no le da para más y debe ceder el aparato a una compañera que continuará con el su labor. Él se mezcla nuevamente con el grupo que canta, grita, se revuelve como el público de un movido concierto de rock, mientras unas pocas banderas ondean sobre sus cabezas.
La escena de la Avenida 25 de Mayo parcialmente cortada por algún grupo resulta colorida, aunque la frecuencia con que se repite suele restarle mucho del interés que provoca en el público. Sin embargo, la energía de los manifestantes de bata blanca que allí se encontraban desde las 10 de la mañana de este jueves logró devolver esa atención que reclaman quienes se trasladan hasta las puertas de la Jefatura de Gobierno.
La convocatoria, organizada por residentes y concurrentes de los hospitales porteños, encabezaba la lista de reclamos con la denuncia de un grave desabastecimiento sufrido por las instalaciones donde trabajan. Sin embargo, el mayor número de éstos se enfocaban en su propia situación laboral, tanto por el lado de los ingresos como de los horarios cumplidos.
En el caso de los profesionales residentes, se exigió el respeto a la ley que determina 36 horas semanales de guardia, seguidas de 12 horas de descanso, y 40 horas de trabajo como máximo y un aumento de los salarios, actualmente establecidos en 7 pesos por hora. Además, se denunció que el 90 por ciento de ellos aún no recibieron salario alguno desde que se iniciaron las actividades el pasado 1 de junio.
Con respecto a los concurrentes, el pedido fue porque se reconozca su trabajo mediante un salario, que hoy en día no perciben, a pesar de que según informaron los manifestantes éstos realizan un trabajo a la par de los residentes. Junto con la falta de salario, se sumó el reclamo por obra social, ART y una comida diaria, junto al cese del pago por el seguro de mala praxis.
Poco antes de que tocaran las 2 de la tarde, la protesta se dispersó, no sin antes ingresar al edificio de la Jefatura para entregar un petitorio las autoridades. Ahora solo les queda esperar la respuesta oficial, para determinar si las batas blancas podrán volver con tranquilidad al lugar que las necesita o si deberán marchar una vez más para hacer oír su voz.



