Ibarra relató: "puedo hablar con conocimiento del tema, porque estuve con Pontaquarto, que vino a mi oficina para plantearme lo sucedido. Yo le dije que ya no había retorno, que si él no iba a la justicia y a la Oficina Anticorrupción, iba yo".
Luego, el ex fiscal describió la conducta de Pontaquarto: "él aceptaba y necesitaba contar esto en términos personales y familiares. Me dijo que la plata se la dio Santibáñez. ‘Yo sólo la llevé, no di la orden, no cobré, ni nada’ -dice que dijo el ex funcionario, que el año pasado fue suspendido de sus funciones en el Senado-. Sabía que iba a ser un momento de mucha presión, por eso él quiso sacar a su familia del país", completó luego el jefe de Gobierno.
Ibarra manifestó a continuación que el funcionario arrepentido "tiene una memoria fotográfica de cómo fueron las cosas, porque es alguien que estuvo adentro. Él decía: ‘ojalá esto ayude a mejorar las instituciones, no quiero que esto me reivindique ni nada".
Posteriormente, Ibarra aseguró que el Jefe del Gabinete de Ministros de la Nación, Alberto Fernández, se comprometió a "apoyar a fondo la investigación" y que coincidió con él en que era necesario acudir a la Justicia.
LA HISTORIA SIN FIN
El caso de los sobornos en el Senado de la Nación fue el detonante de la renuncia del entonces vicepresidente de la Nación, "Chacho Álvarez, -ocurrida el 6 de octubre de 2000- y el comienzo de un declive que culminó algo más de un año después, con la insurrección callejera del 20 de diciembre de 2001.
Los sobornos se originaron en la supuesta necesidad del gobierno de la Alianza de contar con una Ley de Reforma Laboral, que fue aprobada, finalmente, el 26 de abril de 2000 en el Senado y el 11 de mayo siguiente en la Cámara de Diputados.
El 12 de mayo, el senador bonaerense Antonio Cafiero presentó una cuestión de privilegio para que se aclarara una denuncia periodística efectuada por Joaquín Morales Solá, del diario La Nación, según la cual se había producido el pago de un soborno para que se aprobara la sanción de la ley. El vicepresidente de la Nación y titular del Senado, Carlos "Chacho" Alvarez, efectuó la denuncia judicial pertinente.
A partir de allí comenzó a encenderse el detonante que culminaría pocos meses después con la renuncia de Álvarez, ocurrida el 6 de octubre posterior.
Alrededor de este caso se construyó todo un folclore que trae a la memoria múltiples imágenes: la Banelco de Alberto Flamarique, la "caja negra" de Fernando de Santibáñez, Hugo Moyano en la televisión denunciando a Flamarique, la posterior caída de éste, las sospechas -hasta ahora nunca comprobadas- de que "Palito" Ortega, Ramón Alasino y Emilio Cantarero y algunos otros senadores habrían cobrado sobornos para dar el sí ante el altar de la precarización laboral.
Pero un año después se verían otras imágenes que permanecerán por mucho tiempo en la memoria de los argentinos. Los caballos de la Policía Montada pisando a las Madres de Plaza de Mayo. El humo de los gases en la Plaza de Mayo. Los muertos caídos sobre el pavimento. Los comunicados que sólo transmitían la desorientación y el autismo que reinaban en la Casa Rosada. Y, por sobre todas las demás, una imagen que la democracia no se merece: un helicóptero posándose por breves segundos en los techos de la Casa Rosada y despegando luego rápidamente, llevándose en su interior al que apenas dos años antes era la solución de todos los males.
El caso sigue aún sin resolución judicial.