La interna de Juntos por el Cambio: los “duros”, los “responsables” y el ala política

La interna de Juntos por el Cambio: los “duros”, los “responsables” y el ala política

Macri lidera a los intransigentes, Rodríguez Larreta a los responsables y Monzó y Frigerio al ala política, pero el 40% es de Macri.


Fue la interna que cruzó los cuatro años de Mauricio Macri en el máximo poder de la Nación y, si se quiere, también puede ubicarse su origen en un período anterior, en la campaña para la presidencial de 2015. La pelea entre los macristas puros, de paladar negro, entre los que habría que incluir al propio líder del espacio y los macristas externos, que venían de procedencias diversas. 

La puja, claro, no fue sólo de origen: cada grupo se diferenció por su manera de ver y de hacer política. De comunicar y de gestionar. Y, en particular, de cómo relacionarse con el resto de las fuerzas. De un lado, los tecnócratas, los ceos, a los que se simplificó con cierta liviandad como “la nueva política”, aunque algunos llevaban más de una década viviendo de ella. Del otro, el “ala política”, un varieté básicamente de peronistas y radicales, más propensos a la rosca, como terminarían reivindicando ellos mismos cuando el proyecto se desvanecía. Pero esa disputa, que alguno supuso podría haber terminado con el desalojo de la Casa Rosada, revivió en estos días de pandemia.

La nueva/vieja interna en Cambiemos/Juntos por el Cambio se reconfiguró en realidad casi el mismo 10 de diciembre en el que Cristina Kirchner y Alberto Fernández, ahora con roles trastocados, volvieron a Balcarce 50. El eje de la controversia en el principal armado opositor, que venía de un valioso 40% de los votos en la elección de octubre, se resumió en un dilema: cómo plantarse ante la nueva administración.

Con la crisis económica a cuestas, la primera división fue la previsible: en una vereda, más dialoguistas y menos confrontativos, los macristas con obligaciones de gestión. Básicamente cuatro gobernadores (el porteño Horacio Rodríguez Larreta, el jujeño Gerardo Morales, el correntino Gustavo Valdés y el mendocino Rodolfo Suarez), más decenas de intendentes, incluidos algunos de mucho peso en Buenos Aires, en el conurbano, en la capital provincial y en Mar del Plata.

Más a la intemperie quedó el sector del macrismo más duro, que no ocupa cargos ejecutivos, que, acaso como una saludable reacción a la derrota –digna, pero derrota al fin-, de arranque optó por un perfil bajo. Sobre todo los referentes el PRO como Macri y Marcos Peña. Pero el ex presidente ya se vio tentado en un par de oportunidades a levantar la cabeza y se alineó con el macrismo más opositor. Entre otras cosas, garantizó que su partido –el PRO- quedara en manos de una aliada de hierro, Patricia Bullrich. Y a ellos se sumó otro hijo adoptivo pero igual de encuadrado, el peronista Miguel Pichetto, que hicieron fila para cuestionar al nuevo kirchnerismo.

 

Más a la intemperie quedó el sector del macrismo más duro, que no ocupa cargos ejecutivos, que, acaso como una saludable reacción a la derrota –digna, pero derrota al fin-, de arranque optó por un perfil bajo. Sobre todo los referentes el PRO como Macri y Marcos Peña.

 

En paralelo empezó a revivir como tercer grupo el “ala política”. Emilio Monzó se animó a un acto propio y avisó que daría pelea en la Provincia en 2021. También se asoció en una consultora con el otro referente fuerte de ese espacio, el ex ministro Rogelio Frigerio, quien acaba de romper el aislamiento mediático y esta semana reapareció en radio y TV. La dupla se plegó al sector de la UCR también más dialoguista y aperturista, con el senador Martín Lousteau como figura más conocida, pero que también ofrece operadores movedizos como el diputado Emiliano Yacobitti.

Esta tensión no sólo se manifestó –y está manifestándose- en declaraciones públicas sino también en uno de los pocos debates políticos que permitió el coronavirus: cómo hacer funcionar el Congreso. Mientras el grupo más duro de diputados de JxC, con el radical Mario Negri a la cabeza, entró en una disputa picante con el titular de la Cámara, Sergio Massa, los legisladores que responden a Monzó y Frigerio, más los radicales dialoguistas, se acercaron a un sector del  peronismo no K –como los lavagnistas- para mostrar otra vez una disposición más aperturista. Empezaron así a retomar la idea de un tándem que no pudieron plasmar en el período 2015/2019 y que tampoco acordaron para la elección de ese último año.

En principio, por una cuestión de conveniencia mutua, parece improbable pensar hoy en alguna ruptura de los bloques, como se amagó de arranque por la imposición como jefe de la bancada PRO de Cristian Ritondo. Pero habrá que seguir de cerca una vez más esta interna, sobre todo por el escenario impensado y dramático que puede dejar la post-pandemia y porque, para entonces, la pelea por la elección legislativa intermedia ya estará lanzada. Y pocas cosas ordenan tanto en la política argentina como la disputa por los cargos.

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