La novedad del fin de semana fue la oficialización de la candidatura a jefe de Gobierno de Luis Zamora, luego del plenario celebrado por su partido Autodeterminación y Libertad. El referente del "que se vayan todos" justificó su decisión argumentando que la Ciudad renueva todas las autoridades porteñas aunque "olvidó" que la elección de diputados nacionales sólo trocará la mitad de sus plazas. Esta decisión, incomprensible desde el discurso que pregona Zamora pero absolutamente legítima para el crecimiento político de su fuerza, altera sustancialmente el mapa de las opciones para un ya de por sí complejo electorado.
El actual jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, si realizara un golpe de timón en su estrategia, podría aprovechar la situación para heredar el centro que había conquistado Daniel Scioli en su momento. Así se erigiría como la garantía de de un status quo que, aunque cuestionado, es aún soportable en algunos estratos medios que prefieren no arriesgar la entrega del gobierno ni a la derecha (Mauricio Macri) ni a la izquierda (ahora encarnada por Luis Zamora).
También es cierto que dentro de la mayor crisis política dirigencial de la historia, que arrasó con todos y que dejó a Ibarra como un sobreviviente herido pero vivo, esta aparición del ex trotskista podría hacer emigrar el voto ético hacia el molino ajeno. Salvo que la imposición de Noemí Olivetto (la mujer de Zamora) como diputada nacional sea visualizada por esta ciudadanía como el objetivo excluyente de la postulación: algo así como que se vayan todos menos mi familia, y como una continuación de la política de "patrón de estancia" que Zamora aplicó en la Cámara Baja con su segundo, José Alberto Roselli.
Patricia Bullrich no estaría dispuesta a a allanarle el camino a Macri en una eventual segunda vuelta más allá de lo que diga Ricardo López Murphy. La "Piba" sabe que las condiciones serán diferente si gana Mauricio y por más que compartan grupos económicos y sectores sociales entre sus apoyos, sus concepciones diferentes acerca de las reglas de la política los separa en caminos que se bifurcan.
La izquierda está azorada por la aparición de Zamora. Imaginan una fuga ilimitada de votos hacia el vendedor de libros. También Macri debería perder con el mismo destino sus votos ganados desde el antisistema actual de representación.
Las mediciones estarán listas dentro de pocos días ya que la capital necesita sólo 96 horas para la realización de un trabajo estadístico confiable. Alguna vez y hace tempo NOTICIAS URBANAS anunció un terremoto por la "bajada" de dos nuevos contendientes y aquí están, sólo resta ver como evolucionan en el corto lapso que les dejó Ibarra, algo que cada vez está más cuestionado y que no estaría mal quizás -hasta por conveniencia propia- que la Jefatura de Gobierno repensara la medida.
Los demás, sobre todo los peronistas y los radicales, siguen con sus problemas a cuestas sin lograr acertar el rumbo de una salida digna. Gustavo Beliz y Rafael Bielsa, amontonados en el kirchnerismo, pretenden definir sin intromisiones extrañas sus futuros pasos, y es probable que aquí nadie afloje y sigan divorciados hasta la elección. Macri por ahora puede seguir sonriendo a partir de las encuestas, pero la inflexibilidad y la soberbia que exhibe en sus actos y palabras no parecen ensamblar con la política del consenso que se aplica hoy en cualquier escenario político sensato, en el concierto de las naciones del mundo.