Aníbal Ibarra cerró sus listas incorporando a la CTA

Aníbal Ibarra cerró sus listas incorporando a la CTA

El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, terminó este sábado de delinear la lista con la que enfrentará la prueba política más difícil que le ha tocado hasta hoy. Juliana Marino, Raúl Puy y Claudio Lozano encabezarán la lista de diputados nacionales. Norberto La Porta, Ariel Schifrin y Laura Moresi serán los tres primeros candidatos a legisladores de la Ciudad. Ibarra, tras la designación de Daniel Filmus como candidato a vicejefe de Gobierno, busca ahora mantenerse a la ofensiva contra su rival, Mauricio Macri, que por ahora no las tiene todas consigo


El cierre de las listas de Fuerza Porteña, la alianza con la que Aníbal Ibarra enfrentará las elecciones próximas, se convirtió, en el último día, en un ajedrez que dejó sonrisas para algunos y heridas para otros -no se conoce un sólo caso en el que un cierre no haya sido así- y la sensación interna de que el actual jefe de Gobierno alcanzó su primer objetivo con holgura.

La lista para diputados nacionales, finalmente, estará encabezada por Juliana Marino, seguida por el socialista Raúl Puy, el economista jefe de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Claudio Lozano, la funcionaria del área de la educación porteña, María Claudia Daverio y el legislador porteño Daniel Bravo.

Los legisladores de la Ciudad serán encabezados por el socialista Norberto La Porta, detrás de quien se encolumnarán el secretario de Descentralización Ariel Schifrin, la actual legisladora Laura Moresi, el colaborador de Liliana Chiernajovsky que llega de la mano del ARI, César Calcagno, el socialista Roy Cortina y la mano derecha de Raúl Fernández, Luis Véspoli.

La pelea se dio, fundamentalmente, por los lugares en esta última lista. La prueba es que, en la lista de diputados nacionales hay cuatro aliados del jefe de Gobierno en los cinco primeros lugares, ya que sólo María Claudia Daverio pertenece a las huestes de Ibarra.

El conflicto que existió en la conformación de la lista para legisladores porteños giró alrededor del segundo lugar, que estaba reservado para el presidente del bloque de Fuerza Porteña, Marcelo Vensentini. También aspiraba a secundar a La Porta Ariel "Yuyo" Schifrin, uno de sus tradicionales "enemigos íntimos". Tras un forcejeo en el que estuvo ausente la elegancia -como es habitual-, Schifrin se quedó con el espacio.

La primera consecuencia de esta batalla es que el lunes próximo -cuando las armas aún estén calientes- Vensentini presentaría su renuncia a la presidencia del bloque, furioso por lo que considera una traición por parte de sus compañeros.

Pero, más allá de estos chisporroteos, el jefe de Gobierno porteño consolida de esta manera la construcción de un espacio para enfrentar la que será la batalla más difícil de su corta vida política, que se producirá -en fecha aún incierta- con un contendiente difícil: Mauricio Macri.

Cuando Macri comenzó su campaña -algo menos de un año atrás- parecía que la Jefatura de Gobierno porteña sería sólo un trámite. Esto ocurría porque el despliegue de este hombre rico y poderoso incluía una actitud casi displicente, en la que el triunfo se daba casi por descontado. En esta actitud estuvo, en todos estos meses, la fortaleza y la debilidad de Macri.

Pero en el último mes Ibarra, que hasta entonces había estado casi ausente de un escenario electoral en el que Macri había operado a sus anchas, ingresó con fuerza en él. En primer lugar, sumó a los socialistas a su proyecto -la negociación, se supo después, fue larga y difícil-, luego sumó al ARI, al Partido Intransigente, al Peronismo Independiente y, en el último día, a la CTA.

Esta capacidad de juntar al espacio de centroizquierda para enfrentar a un hombre que a veces sesga demasiado su discurso y sus actitudes hacia la derecha, fue hasta hoy una garantía de triunfo en la Ciudad de Buenos Aires. Esto, de todos modos, estará en cuestión, porque es posible que la media ideológica porteña esté mutando hacia la derecha. Tanto es así que existen varias encuestas que muestran a López Murphy y a Menem haciendo una excelente elección en la Ciudad de Buenos Aires, algo que se manifestaba casi imposible hace algunos años atrás.

Mauricio Macri casi desespera para que las elecciones se realicen el ocho de junio, tal cual lo decidió Ibarra hace un mes y medio atrás. Incluso, haciendo alarde de un poder que nadie ignora que posee, se reunió -tras solamente solicitarlo- con el presidente de la Nación para que éste intercediera ante el factótum de la posible postergación, Miguel Ángel Toma.

La insistencia de Macri para que las elecciones se efectúen, finalmente, el ocho de junio tiene que ver con dos razones, fundamentalmente. La primera, es que su figura mide bien en las encuestas de hoy y en tres, cuatro o cinco meses más podría no medir de la misma manera. Al fin y al cabo, esto es la Argentina. La segunda razón es que, una vez terminadas las elecciones nacionales, van a quedar disponibles varios candidatos perdedores. Y ya se sabe que un "cocktail" cuyos ingredientes son varios candidatos sedientos de revancha, aburridos y con una segunda oportunidad casi inmediata, puede tener resultados explosivos.

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