El impuesto a la riqueza debe recorrer aún un sinuoso y largo camino

El impuesto a la riqueza debe recorrer aún un sinuoso y largo camino

Tienen el aval presidencial pero deberán sortear los obstáculos que pondrá la oposición, dispuesta a todo para lograr su rechazo.


La tragedia del Covid-19, que desató una recesión que será inédita, por sus consecuencias, volvió a poner sobre la mesa de la política una vieja discusión, que tiene que ver con la distribución de la riqueza y con los impuestos que pagan los ricos, que suelen ser menores a los que pagan los que menos ganan.

Hace unos pocos días -15 días, para ser exactos- el propio presidente de la Nación, Alberto Fernández, le dio vía libre en la propia residencia de Olivos a los diputados Máximo Kirchner y Carlos Heller para que pongan a la consideración de sus colegas un proyecto de ley que gravaría a los que posean más de tres millones de dólares de patrimonio.

Sería un impuesto progresivo, por lo que se dividiría a los contribuyentes de acuerdo con su patrimonio. La primera franja tomaría a los que tienen entre tres y cinco millones de moneda estadounidense; la segunda incluiría a los que poseen entre cinco y diez millones; luego a los que tienen entre 10 y 50 millones, a los que les seguirían los que poseen entre 50 y 100 millones y, finalmente, a los que tienen entre 100 y 500 millones de dólares. 

El impuesto equivaldría al uno por ciento del patrimonio personal de los empresarios, dejando de lado a las rentas del capital y a las empresas. Los diputados evalúan que la recaudación posible alcanzaría los tres mil millones de dólares, que medidos en pesos argentinos sumarían $200.250.000.000 (doscientos mil doscientos cincuenta millones).

Las personas alcanzadas por la medida sumarían doce mil, lo que significa el 1,1 por ciento del total de los contribuyentes.

El diputado Heller, ante una serie de consideraciones que hicieron algunos economistas opositores a la medida, dijo que “esto no es una caza de ricos, no tenemos un solo nombre propio. No tengo la menor idea quiénes son los que estarán alcanzados por el impuesto, trabajamos sobre tramos de Bienes Personales”, aclaró.

Posteriormente, el legislador declaró que “en el mundo hay riqueza de sobra, pero está en muy pocas manos”, en tanto que “los paraísos fiscales no están en exóticas islas paradisíacas, están en los países del G20. Por ejemplo –continuó-, están en Londres (Reino Unido), Zürich (Suiza) y Delaware (EE.UU)”.

El impuesto equivaldría al uno por ciento del patrimonio personal de los empresarios, dejando de lado a las rentas del capital y a las empresas. Los diputados evalúan que la recaudación posible alcanzaría los tres mil millones de dólares.

 

Diputados: Un trámite dificultoso

La complejidad del proyecto de ley hará que el trámite recorra varias comisiones. Por de pronto, Heller está seguro que la que él preside –la estratégica Comisión de Presupuesto y Hacienda- le dará el visto bueno a la norma.

Para que sea enviado al recinto luego de obtener despachos de mayoría en las comisiones a las que sea enviado, el proyecto de Heller y Kirchner deberá sortear no sólo los obstáculos que pondrá la oposición, sino que además deberá esperar a que estén superadas algunas cuestiones tecnológicas, como el programa de reconocimiento facial, que será exigido para que en las sesiones virtuales el presidente de cada comisión esté seguro de que quien vota es realmente el diputado que la integra. También en las sesiones virtuales se utilizará el mismo recurso.

Si bien había quienes dudaban de que el programa estuviera listo para ser utilizado en el futuro inmediato, en la Presidencia de la cámara baja aseguran que el sistema ya está listo para ser empleado. 

De todos modos, el proyecto de impuesto a la riqueza no bajará al recinto la semana próxima, cuando se inauguraría el próximo tramo de las sesiones virtuales, ya que en ella se votarán proyectos sobre tablas, que ya gozan del consenso generalizado. Es difícil anticipar cuándo este proyecto será finalmente votado, pero será en el corto plazo, ya que existe cierta urgencia para recaudar un dinero imprescindible ante la espectacular caída en la recaudación que provocó el aislamiento social. La pandemia tiene razones que la razón poco comprende.

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