El “boom” Pichetto genera euforia en Cambiemos

El “boom” Pichetto genera euforia en Cambiemos

Durán Barba, Carrió y los radicales lo aceptaron. Su misión será mejorar la relación del Ejecutivo con los gobernadores.


Hay euforia entre las filas del macrismo por la incorporación de Miguel Ángel Pichetto. En su primera semana, recibió bendiciones y órdenes directas para hacer de las suyas incluso con su propia impronta. Lo recibieron con los brazos en alto y la mano haciendo la V un sector del oficialismo que empezaba a caminar por la senda del ostracismo y que ahora se piensa a sí mismo como la llave de un triunfo a nivel nacional.

“Nos dieron la razón”, repiten al unísono, con una alegría no exenta de cierta ingenuidad los peronistas del macrismo, que recibieron al postulante a vicepresidente de Juntos por el Cambio (ex Cambiemos) con un asado de bienvenida en en el que se cantó la marcha peronista. Todo ello ocurrió en un restó vintage de La Costanera. Hasta allí llegaron las espadas parlamentarias Emilio Monzó y Silvia Lospenato, los bonaerenses Federico Salvai y Cristian Ritondo, el porteño Diego Santilli y hasta el propio Rogelio Frigerio, entre otros.

La postal resume la sensación de revancha de quienes fueron perdiendo influencia en el último tiempo, frente a la endogámica relación de poder y confianza entre Mauricio Macri y Marcos Peña, que fue hasta ayer amo y señor de las decisiones electorales y antes fue siempre preservado en los momentos más difíciles por el mandatario. Para ellos, la llegada de Pichetto significa que nada volverá a ser como era, para el caso de ganar en octubre.

Pese a que ahora hasta Jaime Durán Barba parece encantado con la ex jefe de los senadores del kirchnerismo, lejos de reunir las condiciones de la candidata pura y femenina que recomendaba para la fórmula. Ambos cenaron el domingo pasado en la casa de Jorge Fontevecchia, el celestino que ya los había juntado hace meses en una entrevista cruzada. El consultor presidencial, más cómodo que Marcos Peña con la decisión, quiere a un Pichetto auténtico en la campaña.

Sabe además que puede expresar y defender como nadie algunas de las reformas pendientes que la Casa Rosada espera proyectar si vence en las elecciones, en sintonía con las exigencias del Fondo Monetario Internacional. Hasta ahora, a éstas las venía maquillando y postergando por la coyuntura económica, pero siempre estuvieron enquistadas en la convicción ideológica del Presidente y de muchos de los CEOs que conforman el Gobierno Nacional.

Después de una semana de intensa presencia mediática, Pichetto anunció que empezará a recorrer algunas provincias. Espera sumar apoyos de los gobernadores en una segunda vuelta que para muchos en el oficialismo parece el escalón previo e inevitable para el triunfo. Río Negro y Neuquén serán los primeros destinos que compartirá junto al ministro Rogelio Frigerio, uno de los más oxigenados por el pase de bando del rionegrino. Sobre el cierre de las candidaturas, esperan abrochar con el plan de listas cortas a algunos gobernadores peronistas, para evitar una transferencia de votos hacia la fórmula de presidencial de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Para concentrarse exclusivamente en esta tarea, el rionegrino resolvió ceder ante la presión de sus ex compañeros de bancada del Peronismo Federal, que le reclamaban que renunciara a su banca en el Consejo de la Magistratura, que le corresponde a la oposición. Pichetto ya confirmó que le cederá su lugar a Mario País y le resta por resolver cómo transitará el resto del año en el Senado.

Así y todo, no parece dispuesto a refugiarse dentro de las filas parlamentarias de Cambiemos y se habla por estas horas de que intentará conformar un interbloque con otros marginados, como el santafesino Carlos Reutemann y su ex padrino político, Carlos Menem.

“Pichetto se anima a salir del placard porque está en el final de su carrera”, dijo esta semana Marcelo Fuentes, el titular de los senadores kirchneristas, con una frase que lo pinta de cuerpo entero. El rionegrino nunca antes estuvo tan desinhibido como ahora, tal vez porque en el pasado, cuando prestaba sus servicios para el kirchnerismo, debía esconder sus ideas sobre las fuerzas armadas, la política migratoria, los jueces garantistas y la política de seguridad que hoy lidera Patricia Bullrich, otra eterna saltimbanqui de la política vernácula. La efervescencia que hay en el macrismo sobre el candidato a Vicrepresidente tiene que ver también con esta agenda política.

En una semana, además de desplegar su verborragia en los medios, estuvo en Casa Rosada para acompañar una reunión de gabinete nacional, mantuvo un encuentro con María Eugenia Vidal, quien espera “sumar más peronistas” en el armado bonaerense, y empezó a articular codo a codo con Rogelio Frigerio para tejer estrategias y patearle el tablero a la unidad peronista, que hoy milita masivamente detrás de la fórmula kirchnerista y que acaba de formalizar la incorporación de Sergio Massa.

“La Gobernadora es el principal exponente de Cambiemos y vamos a tratar de sumar dirigentes del peronismo que están fuera de Unidad Ciudadana y no comparten la mirada de la designación del candidato a gobernador de Unidad Ciudadana y el peronismo que es Kicillof”, sostuvo el flamante vocero del Gobierno y agregó que “la gobernadora no se va a peronizar. Tiene su estilo, tiene su impronta. En una elección hay que sumar la mayor cantidad de voluntades y el apoyo de la ciudadanía para ganar. No hemos hablado de nombres”. Pichetto incluso le bajó el precio a los resultados electorales del domingo pasado.

“Hay datos políticos muy concretos. La derrota del socialismo en Santa Fe achica la opción de una tercera vía y resiente fuertemente la candidatura presidencial de Roberto Lavagna”, opinó el senador sin pestañear, acerca del mismo proyecto por el que abogó hasta el mismo día en que recibió la oferta laboral de su vida.

El último, que apague la luz.

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