Duros cuestionamiento sindicales a Moroni

Duros cuestionamiento sindicales a Moroni

El ministro de Trabajo se ganó la enemistad de la CGT por su indolencia ante la ola de despidos. Siley o Recalde podrían reemplazarlo.

Claudio Moroni sólo se sostiene en su cargo por su cercanía con el presidente.

En los días que corren, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, se constituyó en uno de los más cuestionados del Gabinete. La razón de las objeciones de la CGT –ahora y siempre, sus principales enemigos- es su inacción en ante la ofensiva ajustadora de las empresas más grandes del país, que ante el advenimiento de la crisis comenzaron a ejecutar una gran ola de despidos.

Inclusive, en algún diálogo con los gremialistas, Moroni habría excusado su pasividad afirmando que “no puedo saber todo lo que ocurre en las empresas”. Obviaremos en estas líneas las respuestas de sus interlocutores para evitar la transcripción de términos inconvenientes.

Pero la animosidad de los sindicalistas para con el ministro no comenzó hoy. Cuando en ocasión de la asunción de Juan Manzur, Alberto Fernández viajó a Tucumán el 30 octubre del año pasado les comunicó a los sindicalistas presentes –viajó hasta allí toda la mesa chica de la CGT- su decisión de ubicar a Moroni en el sillón de la sede de la avenida Leandro Alem, obtuvo como única respuesta un incómodo silencio.

Ya por entonces, en la CGT y la CTA se consideraba que Moroni no era el hombre indicado. Para empezar, no es un hombre de su riñón. Para continuar, tampoco puede exhibir pergaminos de valía en el mundo laboral. Pero sí esta claro que Alberto no lo va a entregar ya que es un hombre de su plena confianza y que lo acompaña hace 30 años. A  lo sumo podría enrocar o pasarlo a otro lugar de la misma importancia, lo que se llama en política salir por arriba…..

Uno de los principales dirigentes del Frente Sindical para un Modelo Nacional, cercano a sus líderes, Sergio Palazzo y Hugo Moyano declaraba en Tucumán ese mismo día que “creemos que necesitamos alguien en el Ministerio de Trabajo que conozca los gremios, que tenga una muy buena relación, a eso aspiramos”, cerró.

Profético, el mismo dirigente declaró que “el momento delicado pide que los gremios sean escuchados y para eso se debe tener un interlocutor válido, sino se podrían producir chispazos muy pronto y eso no puede pasar”.

Otros avatares se produjeron en los días en que aún el Frente de Todos no había asumido el Gobierno. En principio, en las negociaciones internas preliminares, el Ministerio de Trabajo iba a ser para un hombre del Instituto Patria, pero en algún momento, sin mayores conflictos, Fernández consiguió adjudicar esa cartera a un hombre de su máxima confianza.

El resultado no fue el esperado, en parte porque Moroni negoció las principales designaciones por fuera de la CGT; por otra parte, porque esa decisión implicó la continuidad de algunos funcionarios que venían de la gestión anterior y, finalmente, porque algunos de los hombres que más escucha, como Miguel Ángel de Virgiliis, provienen del mundo laboral, pero del lado de las patronales. No sólo eso, sino que este abogado trabajó para el Estudio Salvat, Etala y Saraví, que asesoró a Hernán Lombardi en la estrategia del despido de 357 trabajadores de la Agencia de Noticias Telam. Inclusive, su hijo, Miguel Ignacio de Virgiliis figuraba hasta hace poco en el plantel de la empresa como asesor jurídico.

En resumen, para reemplazar a Moroni se barajan dos nombres que actualmente militan en el Congreso: el actual senador Mariano Recalde y la diputada y sindicalista de los judiciales Vanesa Siley, ambos del riñón de la vicepresidenta. Esto también significaría la vuelta del Ministerio a la órbita de Cristina Fernández de Kirchner, que invariablemente sale ganando en los entreveros que le toca protagonizar.

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