Cliches, obviedades y sobreactuaciones

Cliches, obviedades y sobreactuaciones


Resuelto el primer mojón del calendario electoral nacional de este año, la incesante campaña electoral se encamina directamente hacia la disputa principal. La del 25 de octubre.

El resultado electoral de las PASO puso de manifiesto la supremacía de Daniel Scioli, dejándolo en las puertas de un triunfo en primera vuelta. No obstante, analistas variopintos en su intento por menoscabar el pronunciamiento popular, se la pasan desmenuzando los números, como si la aritmética infinitesimal pudiera desvirtuar el pronunciamiento mayoritario.

Desde nuestro espacio sabemos que esta primera manifestación del electorado constituye un punto de partida, una base que nos proyecta a la elección definitiva y que nos va a permitir convencer a un sector del electorado que está dispuesto a votarnos en tanto y en cuanto podamos refinar nuestra propuesta y hacer que nuestro candidato  aparezca en toda su dimensión.

Mientras  tanto, como lo expresáramos  antes, la campaña sigue su curso. Se trata de un curso que sorprende por el aluvión de contradicciones, facilismos, oportunismos y lugares comunes en que incurren los candidatos de una oposición desorientada y acicateada por un periodismo vacuo y adicto a la pirotecnia.

Ante la certeza de una segura derrota se ha instalado, como nunca desde el ´83 a la fecha, la ¨contra- certeza” del fraude. Agarrándose de hechos puntuales, y mínimos teniendo en cuenta su impacto en los números finales, se los magnifica y generaliza para hacer ensombrecer el resultado electoral y deslegitimar la democracia argentina.

El sistema electoral argentino, como todo sistema es, obviamente, perfectible y debiera debatirse su modificación, pero agravia el sentido común pretender modificarlo en medio de un proceso electoral. Por otro lado, todos los que hoy se escandalizan con el sistema actual fueron electos bajo esta regla de juego, que no ha sido cuestionada cuando lo que estuvo en juego, valga la redundancia, fue la elección de ellos mismos.

Párrafo aparte merece la denuncia de clientelismo que en realidad desnuda una subestimación y menoscabo al votante. Presume la claudicación moral del ciudadano, al tiempo que agrede su inteligencia. Suponer que su libertad de elección pueda estar coaccionada por las políticas sociales es tanto como subrogarse en su voluntad y menospreciar su elección.

La reforma electoral de 1912, la más importante llevada a cabo en la historia argentina, consagró el voto UNIVERSAL, OBLIGATORIO Y SECRETO. La universalidad consiste en erradicar el voto calificado, garantizando la igualdad de todos los ciudadanos en el ejercicio del mismo, al otorgar un voto por persona. La obligatoriedad es una consecuencia de la universalidad y tiene por objeto que voten todos y no solo los sectores más informados. Por último el voto secreto, el que se ejerce en el cuarto oscuro, se instituyó como contraposición al voto cantado que identificaba el voto y ponía bajo coacción al votante. El antídoto al voto bajo coacción, es el cuarto oscuro y el ejercicio secreto del mismo.

El clientelismo político es repudiable no solo en tiempo de elecciones. Es una práctica completamente ajena a la cultura política peronista que consagra como bandera la JUSTICIA SOCIAL, antítesis de ese tipo de prácticas. La irrupción del peronismo enarbolando la JUSTICIA SOCIAL es la respuesta histórica a las prácticas clientelísticas de los conservadores de la primera mitad del siglo XX.

En estos tiempos sí vemos que se pretende hacer pasar por clientelismo la ayuda social que posibilita una mejora en la calidad de vida de los sectores más postergados. Se trata de una tergiversación mediática con fines electoralistas.

Resulta tragicómica la puesta en escena de la oposición reclamando ¨medidas¨ que coadyuven a la transparencia. Evidencian un total desconocimiento de la legislación electoral, subestiman la voluntad popular y abren el paraguas ante la segura derrota de octubre.

Macri llegó a reclamar la intervención de la Cámara Electoral Nacional en una elección provincial (¿estará preanunciando cuás sería su actitud con el federalismo en caso de acceder a la presidencia?), Massa sugirió que se podía alquilar a Brasil el sistema electoral electrónico (¡¡!!) un planteo francamente desopilante y por último, todos juntos propusieron: cámaras en los lugares de votación (pretenderán volver al voto cantado electrónico? no aclaran) fiscales en los lugares de trasmisión de datos (tampoco aclaran) carga con muestra representativa (de nuevo, no aclaran) y por último, el más trascendente de los pedidos, el que sí garantizará la transparencia de los comicios:  ¡¡papel carbónico!! Solo resta que en una próxima presentación reclamen papel de calcar, sacapuntas y tinta china.

Por último, un raconto somero de las “propuestas”. Por el lado de Massa: imprescriptibilidad de los delitos cometidos por funcionarios públicos, ya está previsto en la ley de ética pública; extinción de dominio en casos de corrupción, ya existe con solo aplicar el derecho vigente (recordar el remate del Petit Hotel de María Julia); cárcel a los narcos, cárcel a los que consumen droga, cárcel a los que fuman, cárcel a los que orinan en la calle, cárcel, cárcel y más cárcel…en lo que a Macri respecta su programa es más difuso: dice que no va a devaluar, que dejará el dólar a más de 16; que va a crear una CONADEP de la corrupción sin aclarar si la misma estará integrada por Niembro…y….la verdad?  No se sabe nada más.

Quedan solo cuarenta y cinco días para que el pueblo exprese su voluntad en las urnas hay una espacio político que tiene historia, que tiene valores, que apunta al futuro que  tiene una propuesta que puede ser sintetizada y comprendida claramente: el desarrollo argentino y que por sobre todas las cosas cuenta con el mejor candidato. El de la trayectoria clara y coherente, el de la experiencia, el de la templanza, el administrador responsable, el mejor político, el futuro estadista, el próximo presidente: DANIEL OSVALDO SCIOLI.

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