Movilización: El caos esta en los salarios, no en el tránsito

Movilización: El caos esta en los salarios, no en el tránsito

El FdT cambia, pensando en 2023. Los excluidos buscan su lugar.


La crisis en el Frente de Todos dejó de ser solo retórica e impacta sobre las políticas de alianzas y sobre la política, que desde ahora transcurrirá principalmente en la calle. La iniciativa –como no podía ser de otra manera- partió desde el Movimiento Obrero y desde los movimientos sociales.

La primera conclusión es que el Frente de Todos ya mutó hacia la coalición que competirá –con pocas posibilidades- en 2023 contra un renovado Cambiemos. El pacto de cúpulas que le dio origen al actual gobierno no se mostró adecuado para modificar el destino de los trabajadores argentinos, que hoy siguen sumidos en la misma miseria que surgió de las políticas neoliberales implementadas a partir de 2015.

Este miércoles, mientras los salarios seguían cayendo hasta niveles históricos, la Avenida 9 de julio fue el escenario de la gigantesca convocatoria conjunta de la Confederación General del Trabajo, la Central de Trabajadores Argentinos y los movimientos sociales. El nuevo mapa político que se está configurando es el primer hito resultante de la anomia que mostró el Gobierno para resolver los múltiples efectos del conflicto social y la incontenible espiral inflacionaria, que no se frenó porque faltó voluntad política para hacerlo. Al menos, eso es lo que piensan los cuatro millones de votantes que en 2021 abandonaron su apoyo al gobierno que habían votado dos años antes.

La multitudinaria concentración que ocupó más de doce cuadras de la Avenida 9 de Julio –las que median entre la Avenida Independencia y el Obelisco-, llevó a los caminantes hasta el Congreso para exigir un cambio del paradigma económico diseñado desde la Casa Rosada. Algunos evaluaron que hubo casi medio millón de concurrentes.

La consigna madre –contenida en un original arco inflable- fue: Primero la Patria. Más abajo, una bandera reproducía la misma consigna y pedía por producción y trabajo, como es tradicional por parte del Movimiento Obrero.

Los gobernadores miran a 2023

Mientras la movilización se desplazaba por las calles porteñas, se desarrollaba una movida paralela, que se corporizará el viernes próximo en La Plata. Serán 16 gobernadores, que se reunirán para discutir sobre los recortes que el nuevo ministro de Economía quiere asestarles a sus exiguos presupuestos, aunque también hay otros temas en carpeta. Los mandatarios observan con preocupación la quita en los subsidios a la energía, la ampliación de la Corte Suprema de Justicia y pedirán que los planes sociales queden bajo su órbita.

Los gobernadores y el movimiento obrero y sus epifenómenos coinciden en la exigencia de cambiar el rumbo económico. De seguir en la misma vía se podrían perder las elecciones de 2023 y un gobierno que golpee con la misma violencia que propone hoy Juntos por el Cambio eternizaría el conflicto social y lo radicalizaría hasta límites insoportables para la Argentina.

El renacimiento de la Liga de Gobernadores y su confluencia con el movimiento obrero y los movimientos sociales marcarían la hegemonía que puede surgir de la alianza del poder territorial y el poder sindical. Si a esta coalición se le suman los movimientos sociales, la política económica debería variar sustancialmente, aunque esta posibilidad difícilmente sea inmediata.

Si hasta ahora no se produjo un mayor acercamiento entre ambos polos de poder interno del peronismo fue a causa de la inmovilidad del movimiento obrero, muchos de cuyos dirigentes se mantienen atados a los sillones, volviendo a tornar vigente aquella consigna que en los ’70 tidaba a algunos de sus referentes como la “burocracia sindical”.
Desde hace tiempo que el Frente de Todos ya no es la herramienta que encarna la posibilidad de construir un proyecto nacional, protagonizado por los trabajadores organizados y la burguesía nacional.

Quizás la construcción del Movimiento Nacional esté contenida en ambos sectores. Lo que reclaman los trabajadores es que haya participación en las decisiones, no que se pacte en la cúpula una política de sumisión al FMI.

El peronismo y sus aliados se mueven, por ahora sin una dirección determinada. Si no se apuran, llegarán tarde adonde no pasa nada.

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