Macri, ante el riesgo electoral

Macri, ante el riesgo electoral

Macri piensa utilizar el subte como bandera de campaña, y necesita que en el corto plazo funcione mejor, para justificar el aumento y sus críticas a la gestión K. Si no lo logra, peligra el 2015.


“Los buenos son aquellos que se contentan con soñar lo que los malos efectúan realmente”, señaló el filósofo griego Platón con una exactitud brutal. Y su máxima les sienta a la perfección a los políticos argentinos. El conflicto entre la Nación y la Ciudad por el tema del subte parece no tener fin, y aunque muchos creían que porque el gobierno de Mauricio Macri se hacía cargo del servicio todo se apaciguaría, la realidad les demostró todo lo contrario.

Con el anuncio del aumento tarifario que adelantó para marzo, a 3,50 pesos, el Jefe de Gobierno porteño volvió a desatar los altisonantes cruces de un lado y del otro. Sin medias tintas ni declaraciones que guardan las buenas formas, macristas y kirchneristas se dijeron de todo. El propio Macri denunció que “el Gobierno nacional nos enchufó un subte quebrado, sin casi hacer inversiones en diez años” al criticar las condiciones en las que encontró el servicio de las seis líneas de subterráneos.

“Fue todo un año frustrante, ya que no logramos evitar lo que queríamos evitar, que aumente el ABL, (el impuesto a) los sellos, para bancar el muerto este que nos dejaron con las inversiones sin hacer en el subterráneo. Compraron 45 coches (para la Línea A, cerrada hasta marzo), y qué querían, una solicitada agradeciendo, cuando deberían haber cambiado 450 y no 45”, señaló Macri.

La dureza de los conceptos expresados por el jefe comunal contra la administración K tienen una explicación lógica. El ingeniero decidió que el tema del transporte será una de sus banderas fundamentales durante la campaña electoral que desarrollará este año, y para eso necesita demostrar que puede gestionar el subte de una manera diametralmente opuesta al kirchnerismo. Para complementar esa estrategia, trabaja en forma acelerada para construir el metrobús de la avenida 9 de Julio que unirá Constitución y Retiro, y el corredor Sur, de Constitución al Puente de la Noria. A pesar de lo impopular del anuncio del incremento de la tarifa, tanto Macri como el titular de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase) coincidieron en que no les quedó otra alternativa al analizar la situación actual del servicio.

“Cristina nos tiró una pared de cemento encima porque sabía que el boleto debía aumentar sí o sí y que la situación de infraestructura era pésima. Pero no quería pagar las consecuencias ante la gente, ya que también debía hacerse cargo de la suba del tren y el colectivo, transportes que, aun subsidiados en cifras millonarias, siguen ofreciendo un servicio totalmente deficitario. Por eso terminamos haciéndonos cargo del traspaso en las peores condiciones. Y es obvio que la gente proteste por el valor del boleto, pero debemos explicar muy bien las condiciones en que los K dejaron el servicio en los últimos 10 años. Siempre nos mintieron, y las condiciones de funcionamiento de las formaciones estaban mucho peor de lo que nos decían. Y eso no lo sabíamos cuando debatimos la ley de traspaso el 20 de diciembre en la Legislatura. Creíamos que con aumentar una serie de alícuotas (la del impuesto al sello, de 0,80 al 1 por ciento; la de las operaciones financieras del 1 al 1,2 por ciento y la de las operaciones inmobiliarias del 2,5 al 3,6 por ciento) que, en total, le generarían al Poder Ejecutivo el dinero para la financiación, entre 500 y 600 millones de pesos, alcanzaría. Pero la primera semana de enero, cuando nos hicimos cargo realmente de las seis líneas y el Premetro, nos dimos cuenta de que ese dinero no alcanzaba y necesitábamos más. Esa es una de las causas de la suba de la tarifa”, le explicó a NU un alto directivo de Sbase.

Y en esta pelea, la batalla mediática es clave. Por eso, tanto el Jefe de Gobierno como sus principales ministros –y esta fue una orden que el propio Mauricio les dio– deben salir a los medios para que la gente conozca la verdadera situación en la que se encuentra el subte y atacar con todas las letras la gestión K para que se comprendan los motivos del nuevo aumento.

El macrismo cuenta con el aval y la decisión concreta de salir a apoyar sus dichos de la concesionaria del servicio, Metrovías, cuyo mayor accionista es el Grupo Roggio. Durante la última semana de diciembre, la empresa empapeló las estaciones de las seis líneas de subterráneos con afiches en los que afirmaban que estaban dispuestos a “seguir operando el subte”.

Se trataba de una campaña dirigida a los usuarios, en la que reclamaba continuar con la concesión del servicio. Los carteles aparecieron días antes de que el macrismo se hiciera cargo del servicio y cuando la posibilidad, aunque menor, de una estatización del subte o de una revocación de la concesión se debatía en el seno del Pro. En ese marco, la empresa lanzó la campaña “Hay Subte”, que tuvo por objetivo, según se comunicó a los medios de prensa, “comunicar a los usuarios y a la opinión pública en general la voluntad de reafirmar el compromiso de nuestra empresa con la operación del Subte y el Premetro”.

La campaña constaba de dos piezas, que tienen como ejes “la trayectoria y compromiso de Metrovías a lo largo de casi dos décadas en la operación de este servicio de transporte, a la vez que ratifica su vocación de seguir operando el Subte en el futuro”.

La implementación se realizó desde el viernes 28 de diciembre y por un lapso de 15 días se reprodujo a través de diversos medios: vía pública, carteleras en estaciones y andenes de la red del Subte, SubTV y en la web. “Los carteles fueron la cordial bienvenida que el Grupo Roggio le dio al macrismo, dejando en claro su predisposición al diálogo y, fundamentalmente, su intención de seguir operando el servicio. Para los empresarios, Macri es el nuevo jefe y ante esa situación se ponen de su lado, estando dispuestos a echarles todas las culpas de la deficiencia del servicio a las malas decisiones tomadas por los K y el monto del subsidio que consideraban insuficiente. Los afiches fueron la mejor comprobación de que la concesión del transporte subterráneo siempre dio ganancias y por eso el Grupo Roggio salió públicamente a afirmar que quería seguir operándolo.

Visto en retrospectiva, la aseveración de Metrovías parece contradecir las declaraciones de hace unos meses, cuando la empresa aseguraba que no podía subir los sueldos de los trabajadores porque el servicio daba pérdidas económicas”, le manifestó a este medio un abogado gremial especializado en temas de transporte público.

Con el Grupo Roggio de su lado, Mauricio salió con todo a embestir a la administración de Cristina. Y no se anduvo con chiquitas.

Los K sintieron el impacto. Enterados del aumento tarifario, el ministro de Interior y Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, convocó a una reunión urgente al jefe comunal y al gobernador bonaerense, Daniel Scioli, para el viernes de la semana última. Para el kirchnerismo el aumento del boleto era desproporcionado, lo que provocaría que muchos usuarios dejaran de tomar el subte para elegir otro transporte, como el colectivo o el tren, aumentando considerablemente la cantidad de usuarios de estos servicios, haciendo que su funcionamiento estuviera al borde de un futuro colapso.

Sin embargo, Macri se amparó en la flamante potestad como manejador de los subterráneos y adelantó que no concurriría al encuentro, lo que hizo que también Scioli se bajara, desencadenando el fracaso total de la iniciativa que enarboló el gobierno K. El Jefe de Gobierno envió, ninguneando a Randazzo, a su Secretario de Transporte, Guillermo Dietrich, y a Piccardo.

Con la reunión devaluada, el ministro de Interior y Transporte se tuvo que conformar con encabezar el encuentro entre autoridades nacionales, bonaerenses y de la Ciudad para analizar la situación del transporte público de pasajeros en el área metropolitana, sabiendo de antemano cual sería el resultado. La intención del Gobierno era que el Poder Ejecutivo porteño desistiera de su decisión de aumentar a 3,50 el boleto, pero el encuentro terminó sin llegar a un acuerdo.

El plantón del líder Pro y su negativa a discutir la decisión tomada con respecto al pasaje molestó hasta a la propia Presidenta de la Nación, quien calificó como una “locura” la posibilidad de tarifas diferenciadas. Cristina, desde su cuenta de Twitter, lanzó críticas contra Macri al escribir: “No se pueden fijar tarifas tan altas cuando afectan a millones de personas de diferentes jurisdicciones. Estas son las cosas en las que los gobernantes deben acordar y cooperar. La gestión concreta. No la photo opportunity. ¿Se entiende?”, agregó irónica, con unas palabras en inglés.

Mauricio no esquivó el bulto y decidido a la confrontación directa cruzó de inmediato y con dureza a la primera mandataria. “En menos de 15 días, (la Presidenta) ya ha comentado sobre dos decisiones que hemos tomado: la modernización de la Línea A y ahora el tema del aumento de tarifas. No quería ocuparse del subte. ¿Ahora qué le pasa? Está desesperada por seguir ocupándose del subte. Es muy loco esto, es inentendible”, disparó, y además la acusó de quitarle el cien por ciento del subsidio para el servicio que la Casa Rosada le otorgaba a Metrovías, afirmando por último que el Gobierno nacional “no se hizo cargo de ninguna de las obras” cuando tenía a su cargo la gestión.

Lo elevado del tono macrista no terminó ahí. El Jefe de Gobierno también le apuntó a Randazzo, y sus palabras fueron lapidarias. “Dice cosas disparatadas, demostrando una enorme ignorancia, como que en 15 días se podían cambiar los coches de la Línea A, que en 60 días vamos a ver una revolución en el transporte ferroviario. No tenemos vocación de aumentar el costo del pasaje, pero nos retiraron los subsidios. No tenemos una maquinita para hacer billetes”, señaló el jefe comunal.

Los cruces entre macristas y kirchneristas se sucedieron durante todo el fin de semana, haciendo cada vez más imposible una futura reunión para negociar cualquier cuestión relacionada con el transporte público. Sin embargo, Macri tendrá que convencer a los usuarios con más que palabras y demostrarles en los próximos meses que la tarifa subió pero que el servicio también mejoró. En caso contrario, en un año electoral, el ingeniero dejará un blanco demasiado visible para sus opositores. Y en campaña eso no es nada bueno.

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