Los Macri van por Vidal, acusada de rendirse antes de tiempo

Los Macri van por Vidal, acusada de rendirse antes de tiempo

El presidente apuesta a seguir liderando, pero ahora tiene competidores, algo impensable hace un tiempo.


No, no se pudo. Y ahora, mientras se configura el camino de retirada con una transición ordenada a la que le pondrá poco y nada el cuerpo, Mauricio Macri intentará imponer sus condiciones para garantizar su liderazgo frente a quienes apostaron dentro del oficialismo a correrlo de la escena política una vez consumada la derrota electoral.

Como general en una guerra sin cuartel, el todavía líder del Pro ya habilitó a algunos hombres de su confianza a trabajar sobre el territorio bonaerense para desactivar la influencia de María Eugenia Vidal sobre los intendentes y legisladores provinciales de Cambiemos. Apoyado en los números, tanto él como su estratega electoral, Marcos Peña, piensan que la gobernadora “se entregó antes de tiempo” y “no hizo todo el esfuerzo que había que hacer” para dar vuelta los resultados.

Caída en desgracia por la amplia diferencia con Axel Kicillof, en la Casa Rosada aprovechan su peor momento para debilitarla todavía aún más y subordinarla en el rearmado macrista. Hay especiales menciones para Federico Salvai, su hombre de máxima confianza, a quien le echan la culpa por la “traición” de los intendentes que para salvar el pellejo en sus distritos debieron despegarse de la imagen presidencial.

Para la embestida, Mauricio habilitó a su primo Jorge Macri, ex jefe de campaña de Vidal en 2015 y en el último tiempo, asesor principal de los candidatos “sin tierra” en la disputa en municipios administrados por kirchneristas y peronistas independientes. Concretamente, trabajó activamente en 18 municipios, muchos de los cuales tuvieron vía libre para impulsar el corte de boleta. En 13 de ellos, Juntos por el Cambio ganó.

Con el diario del lunes, la bronca mayor dentro de la Casa Rosada es por la poca intensidad que tuvieron las actividades de la Gobernadora en el territorio. Le reclamaban ponerle el cuerpo, tal como lo hizo el Presidente, en su épica campaña de treinta actos en treinta días.

“Imaginate si la hubiéramos tenido más presente. Ella, que tiene la mejor imagen de la política nacional”, reflexionan. Dos días después de las elecciones, Mauricio se reunía con su primo en la Casa Rosada, en lo que terminó siendo su única actividad oficial del día. El lunes ya había cumplido con su promesa de recibir en privado a Alberto Fernández para empezar a diseñar su salida del Gobierno.

Caída en desgracia por la amplia diferencia con Axel Kicillof, en la Casa Rosada aprovechan su peor momento para debilitarla todavía aún más y subordinarla en el rearmado macrista.

Así, Macri pasa los días posteriores a la derrota con escasa actividad oficial y nula presencia en la esfera pública, aunque ocupándose de pensar cómo capitalizar mañana ese 40 por ciento de votos y el apoyo expresado en las movilizaciones, como el histórico acto frente al Obelisco, que lo sigue conmoviendo aún por estos días.

De todos modos, para arbitrar en la política argentina, deberá evitar la implosión de su espacio y cruzar los dedos para que no haya ningún sobresalto en la economía, que arruine la narrativa para el final de su gestión. Es por eso que, para abrirle camino al nuevo gobierno, designó a Hernán Lacunza y a Rogelio Frigerio a cargo de la transición económica y política, respectivamente, con los delegados del peronismo.

Más allá de los diálogos informales entre el titular del Palacio de Hacienda y los economistas del Frente de Todos, sobre el nuevo programa con el FMI, las medidas para desactivar las Leliqs que ejecutó el Banco Central o los controles cambiarios, la prioridad es que la transición salga lo más ordenada posible. Pese a toda ansiedad, sobre todo la motivada por el interés periodístico, recién la próxima semana podría haber movimientos más concretos.

“Hay contactos informales, como siempre. Calculamos que en los próximos días avanzaremos en un esquema más formal e institucional. Recién arranca este partido”, apuntan desde Casa Rosada.

“Lo importante es que haya confianza en la palabra y mantener el diálogo y la línea abierta”, agregan cerca de ambos ministros. En el Congreso de la Nación, Gabriela Michetti ya dio el primer paso y habló por teléfono con Cristina Kirchner, su sucesora al frente de la Presidencia del Senado de la Nación: “Gabriela la felicitó, hablaron un poco por la transición y quedaron en reunirse a su regreso del viaje a Cuba (a donde partirá esta semana la Presidenta para reencontrarse unos días con su hija Florencia)”.

En Diputados, el camino está mucho más despejado por la buena relación entre su titular Emilio Monzó y su reemplazante Sergio Massa. Aquel, el castigado del ala política, ya se bajó de las disputas dentro del macrismo por la sucesión y ya se entusiasma con la idea de ocupar la Defensoría del Pueblo, vacante desde hace diez años. Cuenta con el aval del tigrense y además mantiene buena relación con otros referentes del Frente de Todos como Máximo Kirchner y ‘Wado’ De Pedro, con quien mantiene buena relación por cuestiones familiares.

Igualmente, asume que con esta coyuntura, deberá esperar a la nueva conformación parlamentaria para que se termine de destrabar la Comisión Bicameral que debe poner en marcha ese proceso. Algunos de sus delfines políticos se muestran más que gentiles con el nuevo presidente de la República y muchos dan por descontado que se emanciparán del bloque de Cambiemos para llevar adelante una oposición moderada (y peronista) en el Parlamento.

Para muchos interesados dentro del oficialismo, el nombre natural que aparece para administrar ese nuevo esquema de poder es Horacio Rodríguez Larreta, el único de los tres que ganó y el que además lo hizo holgadamente, siendo el primero en la historia en ganar las elecciones porteñas en primera vuelta.

Dentro del oficialismo que mañana será oposición, la verdadera contienda, tarde o temprano, se dará entre quienes se referencien en Mauricio Macri y los que proponen una mesa de conducción horizontal, con Rodríguez Larreta en una cabecera y el radicalismo de Alfredo Cornejo y Gerardo Morales en la otra. Sin accionistas mayoritarios.

En otro bando, el “retiro político” de Lilita Carrió con “un misión cumplida” como despedida, resume el sentimiento de muchos puros que entienden que, pese a la derrota, hay macrismo para rato. Incluso, en la Jefatura de Gabinete y en la sede de Balcarce, adonde deberían reinar las caras largas por haber perdido la Provincia y la Nación, hay lugar para la algarabía por haberle cambiado a tiempo el final para su líder.

También saben que lo que vendrá no les guarda un lugar destacado. Y mucho menos para Marcos Peña, del que todavía muchos piden su cabeza como ofrenda para la unidad. Todas las partes quedaron en volver a verse las caras a fin de año, según trascendió. Allí hablarán de frente todos sus desacuerdos. Será recién después de ver cómo Alberto Fernández asume la Presidencia de la Nación.

Recién entonces habrá pasado el temblor.

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