Las otras Marita Verón

Las otras Marita Verón

Por Clarisa Ercolano

En la Ciudad de Buenos Aires funcionan unos 1.200 prostíbulos donde se esclaviza sexualmente a mujeres, en muchos casos menores de edad. Y no hay procesados ni condenados por el delito de trata con fines de explotación sexual.


El vergonzoso fallo que absolvió a todos los acusados del ya emblemático caso Marita Verón, víctima de las redes de trata de mujeres que continúa desaparecida, volvió a poner en la picota a la trata de personas, más específicamente, aquella cuyo fin es secuestrar y someter a mujeres que son explotadas por proxenetas impunes. Tanto fue el rechazo popular que, volviendo sobre sus pasos, el Congreso, que había dejado pasar otro año para tratar las modificaciones a la Ley de Trata, se puso los pantalones largos y finalmente trabaja sobre las modificaciones necesarias para que la norma brinde más y mejores herramientas de prevención y de penalización.

Sin embargo, cuando se habla de trata de mujeres, el imaginario popular porteño piensa en chicas de provincias del norte del país, abandonadas a su suerte, que son blanco fácil para quienes proveen a estas redes de esclavitud. Aunque aquí, en Buenos Aires, la trata también muestre su horrible rostro por las mismas veredas en las que caminamos a diario. Solamente en la Comuna 2, un grupo organizado de vecinos contabilizó 41 prostíbulos, habilitados como whiskerías, un eufemismo ya popular para encubrir su presencia, y otros denominados “privados”. En uno de los barrios más caros de la Ciudad, puertas adentro, transita un submundo negado por la Justicia machista.

Actualmente, se calcula que en Capital Federal hay 1.200 prostíbulos distribuidos mayoritariamente en los barrios de Once, Constitución, el microcentro, Recoleta y Liniers. Con semejante cifra, la Ciudad sin embargo no tiene ningún procesado por el delito de trata con fines de explotación sexual.

Hace una semana, la vicejefa de Gobierno porteño, María Eugenia Vidal, felicitó a un grupo de inspectores de la Agencia Gubernamental de Control que participó de un operativo en el que lograron liberar a mujeres víctimas de trata. El operativo se realizó en conjunto con la Policía Metropolitana y como consecuencia se clausuró un local (de nombre Lulú) en la zona del Bajo Flores, en el que se encontraban mujeres a las que se obligaba a ejercer la prostitución. Las identidades de los inspectores se resguardaron para no entorpecer futuros operativos.

La vicejefa les agradeció el esfuerzo y la dedicación a su trabajo, con el que lograron identificar a las víctimas y “cambiarles la vida a estas familias”. Aunque ya nada vuelva a ser igual para las mujeres que fueron vendidas como si fuesen un pedazo de carne.

“Es una política del Gobierno de la Ciudad terminar con la trata de personas. Queremos dar un mensaje contundente contra la trata. Luchamos contra profesionales y por eso necesitamos a personas como ustedes, que ponen lo mejor de sí en su trabajo todos los días”, destacó Vidal luego del reconocimiento. Más allá del exitoso operativo, el hecho es claro: mujeres obligadas a prostituirse en pleno territorio porteño.

Por su parte, la diputada porteña María Elena Naddeo, quien milita largamente en pos de los derechos de la mujer y es presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura porteña, reclamó la aprobación del Programa de Restitución de Derechos (Predes), que es un proyecto de su autoría para la inclusión laboral y educativa de personas en prostitución o víctimas de explotación sexual.

Naddeo dijo que si bien es correcto tomar medidas para la erradicación de los papelitos que visualizan y promueven la prostitución, estas no pueden ser acciones aisladas porque sino terminan criminalizando a las mujeres. “Es imprescindible acercar a las personas en prostitución o víctimas de explotación sexual a programas de inclusión educativa y laboral concretos”, aseguró.

“Estas políticas públicas deben ser simultáneas e integrales para desalentar la prostitución e incluir a las personas en puestos de trabajo genuinos”, dijo. La reinserción no es fácil. Salir de la explotación es apenas un paso, el primero de un camino que será tortuoso sin ayuda. La diputada del Frente Progresista además no deja de llamar la atención por el incumplimiento de la ley que postula la prevención del abuso y la explotación sexual infantil. “La norma tiene cumplimiento cero, ya que ni siquiera tiene una autoridad de aplicación”, recordó.

Ir de putas

El psicoanalista Juan Carlos Volnovich, en su libro Ir de putas, ensaya interesantes hipótesis en torno al consumo de prostitución, entre las cuales destaca como constante el estereotipo del hombre “provocado” por las mujeres que desatan los instintos del varón primero y que luego son puestas en su lugar, dominadas y al servicio del consumidor. Más allá del análisis, lo cierto es que muchos van de putas y otros tantos lo promueven, pero pocos pagan condenas por el negocio.

A mediados de 2008 se tipificó el delito de trata, y desde esa fecha se contabilizan a nivel nacional 68 sentencias, que involucran 52 condenas y 8 absoluciones, 60 de ellas por explotación sexual y 8 por explotación laboral, que implica trabajo forzado o servidumbre. En total, en esos fallos hubo 117 personas condenadas: 14 por trata laboral y 103 por sexual. Esos casos involucran a más de 200 víctimas. El rol principal de los procesados es el de explotador, en caso de trata sexual, dueño o dueña del prostíbulo.

Los vecinos de Recoleta armaron su propio mapa del delito acompañados por una ONG, y los resultados demuestran que queda trabajo por hacer. El caso emblema es Madaho’s, frente al cementerio de Recoleta, en la esquina de Azcuénaga y Vicente López, a cien metros del Ministerio de Seguridad Nacional y a tres de la Comisaría 17. Mediante el uso de cámaras ocultas quedó comprobado el proxenetismo y la venta de cocaína. Madaho’s fue habilitado como local boliche clase C, según los datos del Gobierno de la Ciudad.

Cuando la noche cae en Recoleta, aparecen los promotores que, vestidos con impecable traje, con total impunidad publicitan los servicios de ese y otros prostíbulos de la zona, casi al lado del nuevo shopping. Madaho’s, Hella’s, Brut y Sodoma son algunos de los que se disputan a los clientes ansiosos. Y llama la atención que los móviles policiales hasta parezcan custodiar los ingresos a estos antros.

En las antípodas, aparece el barrio de Constitución, una de las zonas más inseguras de la Ciudad de Buenos Aires y de mayor tránsito de personas. El año pasado, en una pelea dentro del boliche Blue Demon Chicharrón, sindicado como prostíbulo por los vecinos de la zona, un joven de 20 años terminó muerto de un balazo en el tórax. El lugar ya había sido denunciado pero nadie había escuchado a los vecinos.

“Constitución es tierra de nadie y muestra una de las peores caras de la trata, que es la que usa a menores y hasta te diría que a niñas. Hay nenas de 12 o 13 años que son escoltadas hasta los autos de los clientes, pero nadie hace nada y todos miran para otro lado.” El testimonio llega a este medio justamente por un agente de las fuerzas de seguridad, que asegura: “Veo de todo pero es poco lo que puedo hacer yo solo”.

En Once, como si las tragedias fuesen escasas, Rafael Levy, el dueño oculto del boliche República Cromañón, tenía un prostíbulo en la misma cuadra donde funcionó el boliche. En diciembre de 2008 el lugar fue denunciado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad a raíz de una cámara oculta, pero la jueza María Romilda Servini de Cubría archivó la causa que incluía los delitos de trata de personas, comercialización de estupefacientes y reducción a la servidumbre de las mujeres en el domicilio de Rivadavia 3007.

La lista llevaría mucho más que dos hojas en un semanario. La pelea se da, pero lo cierto es que el monstruo a combatir tiene demasiadas cabezas y requiere de determinación absoluta y ausencia de politiquerías para comenzar a tener éxito.

Es importante recordar que denuncias sobre irregularidades y faltas en el normal funcionamiento de locales de la Ciudad de Buenos Aires pueden realizarse a través de la línea 147 de la Agencia Gubernamental de Control.

¡Ehhh! ¿Qué hacés, puta?

 Casada y madre de dos hijos, una mujer que prefiere resguardar su identidad relata a Noticias Urbanas un hecho que vivió en carne propia y que muestra una de las caras de la impunidad: “Estaba en avenida Córdoba, esquina Suipacha. Me detuve a sacar los papeles que promocionan los privados, como suelo hacer, sin saber que estaba cerca el que los había colocado, aunque debí suponerlo porque generalmente suelen estar mucho más adheridos y se rompen al despegarlos, cosa que no fue así: salían fácilmente. Escuché que alguien me gritó: ‘¡Ehhh!, ¿qué hacés, puta?’.

No sabía qué hacer: si me iba era entregarle la batalla, si seguía era seguir discutiendo con un tipo que no sabía cómo iba a reaccionar. Pero bueno, estaba lleno de gente, así que le dije que era ilegal (a los gritos, él estaba sobre la peatonal en Suipacha y yo sobre Córdoba) cuando hizo un ademán diciendo ‘ya vas a ver’. La gente no hacía nada, evitaba mirar, el policía de la esquina, notablemente percatado de la situación, miraba para otro lado. Terminé rápido de sacar los papeles y fui con él a preguntarle si había visto la secuencia, me miró de arriba a abajo (con esa cara de ‘no te metás pendeja’) y me dijo algo así como: ‘Te das vuelta y pegan 800’”.

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