1) Desde el comienzo, allá por 2014, la OTAN fue la responsable del golpe de Estado en Ucrania y la instigadora, conductora y sostén de los sucesivos gobiernos ucranianos, ahora encabezado por Volodimir Zelensky, actuando tanto en el plano político, como militar y de inteligencia. El único objetivo de la organización atlántica fue el de siempre, debilitar a Rusia y a su gobierno, acercarse a su frontera de manera incisiva e intentar desintegrarla como país-potencia y convertirla en pequeños Estados satélites propios, tal como ya han hecho en otros lugares del mundo, como en la propia Europa. Esa agresión a Rusia, que contiene un fuerte relato rusofóbico está, incrementándose de manera permanente con el paso del tiempo, manteniendo las hostilidades en una guerra híbrida constante y haciéndola escalar día a día con decisiones peligrosas.
2) Es tan impresionante la provisión de armamento, diseño de operaciones y apoyo logístico (y también humano, en formato mercenarios) por parte de la OTAN ampliada a 50 países, que se podría decir hoy que Ucrania es el mejor ejército de Europa, a pesar de las tremendas bajas sufridas en combate. Es el único con capacidad de combate real. Siempre hay nuevas armas cada vez más modernas y letales, más entrenamiento, más dinero, más inteligencia para detectar objetivos y a veces para ejecutarlas también. La primera etapa del conflicto es “hasta el último ucraniano”. Cuando éstos no sean suficientes (y se acerca el momento) hay dos caminos: o se negocia la paz posible o provocarán -si no les conviene parar-, una guerra abierta y total, impredecible. Esto último no sería lo más probable, pero con algunas prevenciones (y con el empuje de Washington) líderes mediocres se podrían envalentonar y provocar catástrofes de importancia, sobre todo a partir del tema nuclear (armas y centrales), más específicamente en algunos puntos de Europa.
3) Dentro de la OTAN y la UE hay diferencias internas. Estados Unidos y Reino Unido (eje anglosajón y padre de esta criatura) han cooptado como halcones a Polonia, a los países Bálticos, a Dinamarca, a República Checa y a Países Bajos. Son las puntas de lanza de todo. Alemania, la más perjudicada por las decisiones de Olaf Scholz, a veces se suma a este grupo y otras lo piensa un poco mejor y ralentiza. Francia parece haber perdido el tren, con el errático Emmanuel Macron, que –como Scholz- apenas puede sostenerse en el poder. Los demás siguen el ritmo, pero con diferencias y es indudable que el agotamiento de dinero y municiones, pausan la ayuda y la postura. Italia, España y el resto de los países no están dispuestos a inmolarse por completo. Mucho menos el grupo liderado por Hungría, Eslovaquia y Serbia, que sostienen sus intereses antes que los mandatos ajenos. Turquía es un jugador clave en este conflicto y lo aprovecha. Siendo parte de la OTAN oficializó su pedido de adhesión a los BRICS. Eso lo dice todo.
4) La incursión de Ucrania en Kursk conlleva el peligro de la central nuclear allí ubicada ante la artillería occidental, aunque es una provocación que bélicamente no tiene futuro. El invierno que se avecina y el reacomodamiento ruso, ya están marcando la tendencia negativa que sufrirá esta maniobra propagandística de los países occidentales con el fin de enfadar a Putin, motivar a las alicaídas tropas ucranianas, capturar prisioneros para canjes y eventualmente, poner esos territorios como moneda de cambio. Nada de eso sucedió ni sucederá, y lo más conveniente para Ucrania sería organizar ya un retiro ordenado de sus tropas hacia su país antes de que sean rodeadas y aniquiladas por los rusos en el corto o mediano plazo. El mando ucraniano comprometió sus mejores reservas en esta incursión, a pesar de necesitarlas en la línea de contacto del Donbass. Error estratégico, tapado por los medios ahora, pero quedará claro más temprano que tarde.
5) El Donbass fue el disparador de esta operación militar y seguirá siéndolo. Hasta que Rusia no termine esta ofensiva que está desarrollando con singular éxito por estos meses, no habrá posibilidad de negociar nada y menos con soldados ucranianos y mercenarios europeos en Rusia. Las cuatro regiones que ocupa parcialmente no son –ni serán- negociables, ya que además está más cerca de conquistarlas completamente. Habrá que ver qué pasa con el resto de Ucrania, donde hay puntos, como Odessa, que son claves y estratégicos en las costas del Mar Negro. Nuevos objetivos pueden ser planteados si Occidente continúa provocando, con acciones cada vez más violentas, al interior de la Federación. Rusia está preparada para continuar la operación por el tiempo que sea necesario y sigue sin estar tan claro el objetivo común de la alianza, si es que lo tiene.
6) Las elecciones en los Estados Unidos, si bien no son definitorias con respecto a este conflicto, tampoco generan idénticas respuestas en los ganadores. Detrás de Kamala Harris se encolumnan las agencias principales (CIA, FBI, DEA, etc), la mayoría de las corporaciones mediáticas, y una parte del establishment amante del lobby de los grandes negocios, como el de la industria militar y su “fábrica de guerras”. Todos ellos buscan continuar siendo la potencia hegemónica, conducir a Occidente e intentan ahora meterse en Asia-Pacífico. Intentan influir en el mundo entero, a pesar de las señales contrarias que surgen globalmente. Detrás de Donald Trump también hay un fuerte poder económico, pero no es amante de los conflictos bélicos, no le gusta gastar el dinero que no tiene en eso (aumenta la deuda) y por eso intenta reducir los conflictos del modo que sea factible. Es posible que focalice más en China su competencia comercial, pero también es probable que -sin decirlo- adhiera a la multipolaridad desde la ventajosa posición que tiene USA en el planeta. Busca más ser la principal potencia económica que acrecentar el poderío militar que ya posee.
7) El Sur Global como denominación, que incluye a América Latina, África, a vastos sectores de Asia y Medio Oriente se opone –salvo raras excepciones- al manejo de las potencias occidentales con respecto a sus políticas frente a las naciones emergentes. Éstas consideran reconfigurar una relación global, en la que no sean arrastrados y esquilmados como en el pasado y puedan crecer al tiempo que se les respete su patrimonio económico y cultural en dichas relaciones. Dicho de otro modo, la mayor parte de la población mundial (dos terceras partes) no quiere vivir como dicta Occidente, tienen otros modelos, que el BRICS+ va armonizando desde el respeto. El neocolonialismo es la expresión más nítida de esta actitud de Occidente hacia el sur global y no desean ese lugar nuevamente.
8) La desdolarización en el comercio entre los países que apuestan a la multipolaridad está en franco crecimiento, no habiendo una moneda que la reemplace sino una canasta amplia, ya que la metodología consiste en basar el intercambio en monedas locales. China, Rusia, Brasil e India son algunos de los ejemplos que eliminaron miles de millones de dólares en su comercio bilateral y eso se está ampliando a nuevos países que entienden que es muy difícil mantener la soberanía de sus decisiones manejándose con la moneda hegemónica, con la cual se ha construido este mundo y su brecha de desigualdad, que no para de crecer. La desdolarización y la deuda son dos temas a los que Estados Unidos presta cada vez más atención, ya que no quiere volcar en el mediano plazo.
9) Ucrania, lamentablemente, ya se ha convertido en un Estado fallido, pase lo que pase en el conflicto bélico. Si van a pelear hasta el “último ucraniano” ya no quedarán habitantes para la reconstrucción de esa nación, ni nada que les pertenezca. Si la guerra parara mañana mismo por arte de magia, además de las pérdidas territoriales a manos de Rusia, el resto del país ya está hipotecado financieramente y destruido materialmente. Ya manejan sus negocios más convenientes los distintos fondos de inversión norteamericanos, en especial Blackrock. La reconstrucción de la porción del país que se salve de Rusia es la frutilla económica del futuro cercano en Ucrania y la pelea ya desatada en Occidente es una carnicería. En definitiva, la soberanía territorial, económica y política está definitivamente caída. Es la definición perfecta de un Estado que no existe más como tal. Todas las decisiones se toman fuera de él -como ahora-aunque todavía el relato mediático los mantiene como un país heroico y con un futuro venturoso y como miembro pleno europeo. Pero la realidad es la otra.
10) Dejamos para el final el tema más delicado, que obviamente se relaciona con las capacidades nucleares que poseen los dos actores principales de este conflicto -Rusia y Estados Unidos-, sin despreciar a otros, que con menos cantidad de ojivas también tienen lo suyo. Existe un debate por estos días sobre la validez o no en el presente de la “líneas rojas”. La visión de este cronista es que claramente se mantiene la vigencia de las mismas, lo que genera de alguna manera el riesgo de que todo vuele por el aire, habida cuenta de que no aparecen líderes en la OTAN que sean capaces de manejar estas decisiones con aplomo y sabiduría. Como en el caso de la invasión a Kursk, son capaces de seguir cometiendo errores para entusiasmar a la tribuna, sin medir las consecuencias. Más allá de que a la OTAN no le interese nada Ucrania, el tema nuclear involucra a otros actores globales, que podrían desaparecer en minutos. Parece difícil que Rusia la ponga en práctica, pero ya está lista y cambió su protocolo para defenderse más activamente si fuera necesario.