La renuncia de Máximo asfaltó la Avenida del Medio

La renuncia de Máximo asfaltó la Avenida del Medio

Opinión.


Los llamados de Sergio Massa a Washington y su involucramiento en la negociación, acercó a la coalición oficialista la realidad acerca del entendimiento con el FMI. Esa información motivó que Máximo adoptara esa actitud, ya que Martín Guzmán o les escondía los papers o directamente los esquivaba, afirmaron dirigentes kirchneristas consultados por este medio. Guzmán tiene la exclusividad de ser cuestionado en el manejo de la negociación por ambos sectores ya que en la Rosada tampoco ahorran críticas -por lo bajo- a su persona.

Siguiendo con el análisis de la situación las mismas fuentes afirmaron: “esto que nos piden es un nuevo Blindaje” haciendo un paralelo con un momento de la historia argentina que terminó en el  desastre que todos conocemos. Ese sector que responde al establishment financiero norteamericano y nacional ya tiene su representación parlamentaria en nuestro país, y son justamente los que pidieron el préstamo en su momento. “El oficialismo no tiene nada que hacer allí, dejaría sin voz a buena parte de quienes nos votaron. Nos obliga a pararnos enfrente, y ese es el problema del Frente de Todos”.

La cuestión es que la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque poco tuvo de “torpeza o imprudencia” del presidente del PJ bonaerense, sino que más bien deliberadamente intentó colocar un mojón que puede ser el punto de partida de algo que aún no está claramente definido. La idea de un frentismo abierto, más acorde con el modelo uruguayo del Frente Amplio es el que está dando vueltas en la cabeza de algunos kirchneristas, pero lo que está claro es que ya nada volverá a ser como antes. Porque las desconfianzas y las cicatrices quedaron expuestas y visibles.

La lectura que hoy tiene la mayoría de los integrantes de la Cámara de Diputados es que el santafesino Germán Martínez (hombre de un nuevamente esperanzado Agustín Rossi) tendrá un rol de secretario parlamentario VIP en el bloque, ya que su densidad política en el cuerpo no es suficiente para los momentos que se avecinan. Son muchos los diputados y diputadas con importantes recorridos en la política argentina y muy picantes todos los temas en los que las dos coaliciones pretender allanar su camino hacia la Casa Rosada en el 2023. La sensación dominante en el Congreso es que Sergio Massa será quien realmente decida de ahora en más en el bloque, aprovechando la ductilidad demostrada por el tigrense y el volumen necesario para las batallas que ya comienzan. El ida y vuelta entre Massa y el presidente de la Nación en esta última etapa marca una cercanía mayor a la habitual en las decisiones entre ambos y el diseño de un futuro que permita a la coalición de Todos llegar en las mejores condiciones y sin rupturas estridentes a las próximas elecciones.

Tanto el Presidente como Massa han afirmado en estos últimos días que no tendrán dificultad para aprobar el entendimiento con el FMI y transformarlo en un acuerdo. Desde algunos sectores del kirchnerismo todavía piensan que “aprobar eso es desperfilar la posición política del conjunto que representamos y que todavía hay tiempo para alguna movida que haga recapacitar la hipoteca social que el Gobierno quiere que firmemos” reflexiona otro dirigente del sector. Hasta ayer miércoles desde la mayoría de los campamentos K no había voluntad de facilitarle el tratamiento al gobierno en este tema.

Y aquí es donde entra a jugar al menos una parte de la oposición, más precisamente el presidente de la UCR nacional, Gerardo Morales. Su firme respaldo a la aprobación (sumada a que también adhirió la tropa de Elisa Carrió) le abre al Alberto y especialmente a Massa la convicción de que nada frenará el tema, más allá que es una preocupación del presidente de la Cámara que la mayoría del Frente de Todos apoye o de mínima no petardee explosivamente la moción. Para ello habrá que ver cómo resiste la excelente relación entre Massa y Máximo a la luz de este espinoso tema. El operativo ablande ya había empezado desde antes que hiciera pública Máximo su decisión.

Morales, también de muy buena relación con Massa, aprovecha que los votantes del PRO están por estos tiempos radicalizados en oposición al peronismo, y eso genera que el ala moderada que tiene vértice en Horacio Rodríguez Larreta no pueda abandonar la postura refractaria intensa hacia el oficialismo. Hoy en el PRO solo se puede ser un opositor duro, so pena de perder representatividad en su base. Y Patricia Bullrich está al acecho, al igual que Mauricio Macri.

Mientras tanto la nunca consolidada “ancha avenida del medio” está siendo hoy más transitada por radicales y el peronismo más clásico junto al Frente Renovador, dejando los vértices del hemiciclo parlamentario para el submarino amarillo (con los liberales cerca) y los kirchneristas más duros (con gestos mutuos con la izquierda). Y es posible que siga este método de construcción de acuerdos ya que más allá que nadie hable de rupturas (aunque muchos de ambos lados la desean) casi todos coinciden en que no favorecería a nadie en el mediano plazo. Lo que se profundiza en el oficialismo día a día, es la diferenciación que nadie se anima a predecir hasta donde llegará.

Nada se moverá en el Gabinete -salvo Cecilia Nicolini- hasta la aprobación del acuerdo con el Fondo, en caso que ello suceda. Lo que viene después ya tiene más que ver con el futuro de la coalición, el rol de los principales actores ya que la Argentina está en un momento de toma de importantes decisiones políticas en las cuál se discute todo ya que nada está firme. Veremos hacia donde nos conduce la situación. Final abierto.

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