La guerra que no se puede ocultar y que va ganando Rusia

La guerra que no se puede ocultar y que va ganando Rusia

Opinión.


Ya pasaron cinco meses desde el inicio de la operación militar de la Federación de Rusia en territorio ucraniano y las consecuencias y giros de la misma van tomando distintos rumbos, generando marchas y contramarchas, ajustes tanto en el campo militar como en el político económico, y esto sucede –curiosamente- sin excepciones a lo largo y a lo ancho del planeta. Nadie es ajeno.

Los países están todos involucrados ya sea por la cercanía en la geografía, o por la conveniencia política, o por la votación en los distintos organismos multilaterales, o por objetivos comunes previos o nuevos, por la problemática que genera esta guerra y las sanciones generadas por Occidente, pero es muy difícil que algún país del planeta esté alejado o no le preste atención a los distintos movimientos que se producen desde que Rusia tomó la iniciativa de salir en defensa de la castigada zona este de la República de Ucrania. Del genocidio ucraniano y anglosajón del Donbass.

La situación que vive el mundo nos permite ir viendo algunos movimientos geopolíticos que se van produciendo a medida que pasa el tiempo. Esta no es una guerra directa de la OTAN contra Rusia sólo porque en suelo ucraniano no hay contingentes de soldados de esa organización en forma masiva, ya que sí está claro que operan desde todas las áreas posibles en las cuales no puedan ser identificados, sobre todo inteligencia, hackers, y todo tipo de apoyo político del sostenimiento internacional de Ucrania, o sea del suyo propio. Y suministran –y a veces como en el caso de los Himmars y otras armas modernas, también las operan- todo el armamento posible para intentar debilitar la fuerza rusa que avanza igualmente en el terreno y por ahora consolida el mismo. Las armas llegan sin parar a Ucrania. O son destruidas por el enemigo o van a parar al mercado negro, con el peligro internacional que ello implica. El próximo conflicto será con ellas.

El límite para los Estados Unidos y el Reino Unido, verdaderos elucubradores de este macabro plan bélico en plena Europa (como en Yugoslavia), pareciera ser el tema nuclear en donde ningún otro país aliado en su sano juicio apoyaría, por más condicionamientos que tenga, esa política autodestructiva para el planeta. Europa sería –por minutos- la primera en desaparecer. Y por cómo se desarrolla la puja interna en la UE la mayoría parece estar de acuerdo en que mueran solo todos los ucranianos.

Sin esa alternativa Washington y Londres tendrían que limitar su voracidad y aceptar un Plan B, que podría ser permitirle a Volodimir Zelenski (que ya quiso renunciar dos veces) que por fin cambie más muertos ucranianos por paz y aceptar una negociación razonable con la Federación de Rusia, entregando todo o buena parte de lo perdido. Ni hablemos de la destrucción del país que quedará, para el caso que quede algo o el país como tal.

Mientras esperan el crudo invierno combatiendo con armas convencionales, en el cual pasará mucho frío la población más vulnerable de muchos países de Europa, y será perjudicada la industria -sobre todo la alemana-, y también quedarán estancadas para ese tiempo las posiciones y regiones que ostente cada ejército para fines de octubre o mediados de noviembre. Faltan solo 3 meses.

La rusofobia aumenta día a día en los medios miopes de los países occidentales alineados con Estados Unidos y Gran Bretaña, pero el efecto pánico por la falta de gas que se avecina y su precio, el del petróleo y su disponibilidad, por la inflación creciente, por la caída de gobiernos aliados, por el encarecimiento de los alimentos y las dificultades de la logística para todo el mundo, ya generan otro tipo de miradas en la gente (gobiernos y medios) acerca de lo que pasa en Ucrania, cuál es el sentido, cuales los objetivos y cuál es la verdadera razón que desató este disparate planetario.

El ataque frontal con los siete paquetes de sanciones a Rusia, más las sanciones adicionales que algunos países se licenciaron para aplicar, demostraron que ese camino no es el método adecuado en este mundo multipolar para castigar desde el capitalismo financiero más rancio (el del dólar) a los países que no comparten esa misma visión. Por primera vez no fueron a saquear Irak, ni Libia ni Afganistán, le tiraron con todo lo que tienen a una economía que resultó más fuerte de lo que pensaban. Trataron de dar un golpe financiero relámpago a una “débil” Rusia a la par de sostener en el campo militar a Ucrania. Son más de mil las sanciones aplicadas a un país en guerra que según el FMI sólo perderá un 6 % de su PBI en el año en curso, que pasó todo el tiempo gastando plata en los costos diarios de un conflicto militar importante. Operativo fallido y caro para Occidente.

Los grandes países no occidentales –sacando Japón- y en menor medida Australia y Corea del Sur, no adhirieron jamás a las sanciones económicas, muchos de ellos ni siquiera condenaron la operación, y estamos hablando de tres continentes emergentes, Asia (con los gigantes y Medio Oriente incluido), África y América Latina (salvo alguna excepción) más México se corrieron sabiamente de una medida que está hecha para beneficio de unos pocos y pérdida de muchos. Y habrá que ver de los actualmente involucrados en Europa, cuando terminen los misiles, cómo volverán a convivir entre ellos del modo que más le convenga y no llevados a los gritos desde Washington y Londres por una guerra híbrida que solo les trae problemas de todo tipo y ningún beneficio.

La intención de derrocar a Vladimir Putin por conmoción interna, la de aislar en todos los rubros a la Federación Rusa del resto del mundo con una rusofobia delirante, la de silenciar las atrocidades del Donbass cambiándolos por “genocidios” rusos, la de validar sanciones económicas que no sirvieron para nada, solo para perjudicar a todos ellos, la idea que hay un solo modelo y es el de Estados Unidos y Gran Bretaña, todas esas “verdades” ya no existen.

Por más que quieran negarlo a través de los grandes medios occidentales o que censuren RT y Sputnik en los lugares calientes. Es por todo eso que Rusia va ganando la contienda contra la agresión anglosajona, tanto en la geopolítica como en la economía y lo más previsible (por poderío previo), también en el campo militar. No es poco, tampoco es final, pero al menos dejará claras enseñanzas para el futuro mediato de la humanidad. Todo el mundo sabe lo que hizo y lo que le costó o costará. Y de eso, los políticos soberanos e inteligentes, aprenden.

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