La centralidad de Sergio Massa, cada vez más nítida

La centralidad de Sergio Massa, cada vez más nítida

Opinión.


Es difícil – casi imposible- encontrar a Sergio Massa involucrado en los desajustes permanentes que aquejan al gobierno y a las diferentes tribus del Frente de Todos, que se enredan cíclicamente en cuestiones que ponen en tirantez máxima las relaciones políticas internas y externas, pero sobre todo alejan aún más la agenda de las dificultades de la gente de las prioridades que proponen la clase política. Milei, agradecido.

Los viajes a Estados Unidos o a Brasil para ajustar la gestión (no importan los destinos, sí su silencio) constituyen algunas de las razones por los que Massa no participa nunca de los debates internos mediáticos como el Juicio político a la Corte, de la cautelar de la misma con respecto a la coparticipación, o los de los chats del Ministro de Seguridad porteño, Marcelo D Alessandro, tanto en su versión Lago Escondido como en los nuevos, de carácter polirubro, relacionados con su cargo y amigos, y desde la administración pública de la Ciudad. Por nombrar solo algunos de los temas que más caja de resonancia tienen en la actualidad de los medios, donde hay muchos más problemas que quedaron sepultados bajo estos títulos y otros en los que el Ministro de Economía trabaja con el mayor de los sigilos hasta que llega el momento de los anuncios con toda la pompa posible.

Massa encaró su nueva función, casi de primer ministro más allá que alguno le pese la definición, con dos certezas y barreras infranqueables: no se realizará una devaluación masiva, se manejará con acuerdos sectoriales (soja, tecno, etc) en un equilibrio de ventajas y control de daños, y no propiciará en el exterior ningún “reperfilamiento de deuda” al estilo Hernán Lacunza en el último período de Mauricio Macri.

En paralelo, el hiperquinético ministro instruyó a toda su tropa, sean estos funcionarios directos suyos o no, a descartar cualquier comentario político que no tenga que ver con sus actividades y logros, que no avancen dialécticamente sobre los conflictos en los que no son necesarios ni protagonistas , y mucho menos hablar de candidaturas, mientras está en pleno desarrollo el plan de reducir la inflación paso a paso, con especial énfasis en el rubro alimentos, quizás el más sensible para uno de los sectores sociales que la fuerza gobernante representa mayoritariamente.

La necesidad imperiosa que tuvieron Cristina y Alberto para apelar a su figura cuando el Titanic empezaba su movimiento descendente, le abrió las puertas del poder más de lo que hubiera imaginado nunca en esta aventura en la que se embarcó a mediados de 2019. El proceso de estabilización -aún en marcha- no ha tenido grandes tropiezos y sí algunos logros que lograron mantener a flote el barco. Desde ese lugar, ese bunker solo da buenas noticias, o al menos neutras para la difícil situación heredada, y Massa empieza a delinear silenciosamente un plan para completar la conquista de lo que falta del poder exactamente dentro de unos meses. Aunque todavía falta mucho, algunas incógnitas se van despejando en sentido positivo y el tigrense observa cada movimiento en el tablero, sin emitir palabra ni pistas.

La salida de Cristina de todos los escenarios electorales, al menos desde las boletas, es un factor decisivo en su ascenso meteórico a la primera línea. Era sin duda el hueso más duro y más allá de las diferencias, ambos supieron construir un vínculo basado en el pragmatismo de los logros conjuntos, del ya clásico win and win. Lo demás se verá, la Vice está convencida de que nada será peor que Alberto para ella.

Los gobernadores que son la otra pata presidenciable hacen cola para eludir el convite, y los que aceptarían al menos una PASO no tienen posibilidades ciertas de ganarlas. Sí, al igual que las centrales obreras y los intendentes de peso, serán parte de la oferta que presentará el neo oficialismo, pero nunca ocupando el principal casillero. Todo el panperonismo (incluido los K) saben que si Sergio Massa no llega es porque no cumplió las metas mínimas para hacerlo. Y en ese caso no llega nadie, eso seguro.

Una última reflexión que ya se está dando puertas adentro del FMI, en la administración de Joe Biden, en el Club de París y con otros grandes actores de las finanzas mundiales: ¿Si ahora estamos caminando bien con el Ministro Massa, tiene sentido romper la inercia positiva y empezar de nuevo (y de cero) con los que nos trajeron a todos hasta acá? Y además Massa representa a los que nos odian, mientras que con los otros tenemos conflicto asegurado…

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