La alegría del acuerdo con los bonistas será puesta a prueba en breve por el FMI

La alegría del acuerdo con los bonistas será puesta a prueba en breve por el FMI

La culminación de las tratativas alivianará la economía, pero la renegociación que viene será tan dura como la que acaba de culminar.


Finalmente, la Argentina no entrará en default y logró la reestructuración de una porción muy significativa de su deuda externa, que según el Decreto N° 250/20, asciende en este segmento a 68.800 millones de la verde moneda.

El proceso fue sumamente complejo y no estuvieron ausentes las tensiones, en medio de las devastadoras consecuencias de una impiadosa pandemia, que golpea en todo el mundo con fría eficiencia.

Para muestra, basta con revisar la historia de las tratativas. En el verano de 2019, los bonistas ofrecían cobrar “solamente” u$s 92 por cada cien que figuraban en sus acreencias. Ante la frialdad en la recepción de su propuesta por parte de los negociadores argentinos, en febrero de este año, aminoraron sus ímpetus hasta los u$s 75. La indiferencia continuó hasta los primeros días de abril, cuando la Argentina contraofertó abonar u$s 40 por cada 100 dólares adeudados.

En esos momentos, la guerra fría de Guzmán comenzó a mostrarse efectiva, porque los acreedores más duros ofrecieron pagar u$s 65, declinando u$s 27 de sus aspiraciones originales. En ese punto, Guzmán ofreció pagar u$s 53, que se convirtieron en el ancla adonde se fijó su propuesta, que terminó apenas un poco más arriba, en u$s 54,8. En resumen, los bonistas bajaron un 70 por ciento de sus aspiraciones originales, mientras que la Argentina debió elevar su propuesta en un 35 por ciento desde su primera oferta.

Esta quita en plazos e intereses le permitirá a nuestro país ahorrar unos 30 mil millones de dólares, que significaron el fin del modelo económico propuesto por el gobierno que encabezó Mauricio Macri, basado en la preeminencia del capital financiero, la fuga de capitales y la depresión del mercado interno hasta niveles enfermizos.

En el verano de 2019, los bonistas ofrecían cobrar “solamente” u$s 92 por cada cien que figuraban en sus acreencias. Ante la frialdad en la recepción de su propuesta, en febrero de este año, aminoraron sus ímpetus hasta los u$s 75. En los primeros días de abril, la Argentina contraofertó abonar u$s 40 por cada 100 dólares adeudados.

El economista del Centro de Economía Política Argentina Juan Pablo Costa opinó, en diálogo con Noticias Urbanas, que el acuerdo “despeja u desafío, ya que reduce los intereses a la mitad y alarga los plazos de pago”, permitiendo un respiro a la economía argentina.

Ante la pregunta del cronista referente a si éste es un campo minado, Costa respondió que “la vuelta a los mercados de Argentina en el período 2016-2018 implicó una fuerte toma de deuda con un interés muy alto, del ocho por ciento y a un muy corto plazo. Esto, a pesar de que se supone que los intereses en estos términos son mucho más bajos. De esta manera, sí quedó un cronograma de pagos muy complicado, porque el problema era que los vencimientos se producían todos en el período 2020-2024, lo que lo convertía en el peor escenario posible, porque Macri negoció todo a favor de los acreedores, con cuatro puntos letales: corto plazo, altos intereses, sumas muy altas y créditos tomados bajo ley extranjera”.

El economista agregó además que “esta negociación, más allá de los números, fue muy exitosa, porque implicó una quita del 45 por ciento, entre intereses, capital y plazos de pago. Además, hubo dos puntos importantes que es necesario destacar. El primero es que logró que no se instalara en la negociación la discusión sobre los programas de Gobierno, ya que los bonistas exigen siempre planes de ajuste y la reducción de déficit fiscal, lo que complica el futuro del país deudor. El segundo fue que se incluyeron cláusulas de acción colectiva que establecieron que, al llegar a un umbral de aceptación por parte de los acreedores, supongamos de un 70 por ciento, esto obliga al resto que no se avino a aprobarla, a tener que hacerlo”.

Paralelamente, Costa aseveró que “este acuerdo liberará fondos que estaban comprometidos en los pagos, que es necesario recordar que en 2019 acapararon el 21 por ciento de los gastos corrientes del Gobierno. Además, esto permite generar estabilidad en la economía, porque existirá una menor presión sobre el dólar y sobre las reservas del Banco Central, que son bastante exiguas. Además, se desaceleran las tasas de inflación y de interés”.

La opinión del economista es que “la paralización que se da en el mercado internacional, entorpecido por la pandemia, impedirá que aumenten las exportaciones, ya que hoy por hoy sólo China muestra algunos signos de recuperación, mientras que Europa, Brasil y Estados Unidos están para atrás. Por eso, estamos ingresando en una era de proteccionismo mundial, en el que hasta ocurre que muchas empresas multinacionales comenzaron a relocalizarse en sus países de origen, abandonando sus filiales en los países emergentes”.

Ante esta dramática circunstancia, Costa evaluó que “ante la imposibilidad de incrementar las exportaciones, el Gobierno está pensando en dinamizar el mercado interno, para lo cual invertirá en la construcción, que genera derrame sobre las demás industrias. Es en este contexto que relanzó el Programa ProCreAr. La construcción consume primariamente insumos nacionales, que se abonan en pesos. Esta recuperación permitirá luego pensar en las demás industrias”.

“El otro punto importante que implementará el Gobierno es la recuperación del poder adquisitivo del salario, para que la dinamización industrial tenga mercado. El problema que va a surgir después es que, al haber mayor consumo, va a haber más presión sobre el dólar, porque la industria utiliza insumos extranjeros y porque el mayor consumo implica mayores importaciones”, señaló el especialista.

Finalmente, Costa juzgó que “este acuerdo es un primer paso exitoso, pero el festejo será efímero, porque ahora comienza la negociación con el FMI, que va a ser tan dura como ésta. No hay que olvidar que el apoyo que brindaron sus directivos a la negociación argentina de la deuda operó sólo para que ésta fuera exitosa y para que luego los negociadores del Fondo Monetario Internacional encuentren un país con la disponibilidad de dinero que ellos necesitan”.

“De esta miel no comen las hormigas”

Nadie como el filósofo Carlos Solari describió en la canción “Un poco de amor francés” la menguada alegría que embarga los espíritus argentinos, tan breve como la felicidad del carnaval, que en seis días debe calmar las tristezas del Pueblo, para luego cederle nuevamente el paso a la insatisfacción cotidiana.

Las mieles de la prosperidad y de la justicia distributiva deberán esperar mejores vientos, que hoy soplan de frente.

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