FMI: el oficialismo sufre con los propios, pero la oposición trae el alivio

FMI: el oficialismo sufre con los propios, pero la oposición trae el alivio

Alrededor de 30 diputados oficialistas podrían no votar la aprobación del acuerdo. La oposición sí lo acompañará.


Después de una tensa jornada, en la que se negoció duramente la aprobación del acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional por la refinanciación de la deuda que tomó el gobierno de Cambiemos, las aguas parecen correr con mayor calma, aunque quizás sea una calma engañosa.

Las claves del trámite legislativo desnudaron la condición de primera minoría del bloque oficialista de diputados. En una palabra, el gobierno no cuenta con una mayoría legislativa propia. Por esa razón, debió negociar varios cambios con una oposición cuyo objetivo principal es, por estos días, debilitar en todo lo posible al Gobierno, para llegar a 2023 con chances de ganar.

Finalmente, luego de varias demoras, tras el último cuarto intermedio, en el plenario de las comisiones de Hacienda y Presupuesto y de Finanzas se logró emitir un dictamen unánime (46 votos), que será tratado este jueves 10 de marzo en el recinto. Aquí la gestión infatigable del Presidente del cuerpo Sergio Massa rindió sus frutos, en una de las semanas más exitosas de esta etapa política. 

De esta manera, el proyecto quedó reducido a tres artículos, dos de éstos de forma. El primer acápite es el definitivo: “Apruébanse, de acuerdo a lo estipulado en el artículo 75, inciso 7 de la Constitución Nacional y en los términos del artículo 2° de la Ley 27.612, las operaciones de crédito público contenidas en el ‘Programa de Facilidades Extendidas’ a celebrarse entre el Poder Ejecutivo Nacional y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la cancelación del ‘Acuerdo Stand By’ oportunamente celebrado en 2018 y para apoyo presupuestario”. Esta última frase reemplazó al término “fortalecimiento de las reservas” con la que el oficialismo había descripto la suma adicional que recibirá del FMI, tras el pago de la cuota, cuyo vencimiento operará el 22 de marzo.

Luego se agregó al proyecto la frase que reza que “El Poder Ejecutivo Nacional suscribirá, en uso de sus facultades, los instrumentos necesarios para dar cumplimiento a lo establecido en el párrafo precedente”.

Los legisladores de Juntos por el Cambio celebraron que quedaron fuera del articulado del proyecto la alusión a la deuda contraída por Mauricio Macri, las especificaciones del preacuerdo firmado y la mención a la necesidad de refinanciar la deuda contraída por el gobierno del que ellos formaron parte. En ello tuvieron que ver mucho que ver Elisa Carrió y sobre todo Gerardo Morales (el único que se hizo cargo de la deuda) para que las palomas frenaran a los halcones.

El Artículo 2°, que contenía el Plan Económico acordado con el FMI, quedó excluido del proyecto, con la oposición del ministro de Economía, Martín Guzmán, que tuvo que soportar tamaño desaire –que lo debilita políticamente-, después de haber sostenido una tremendamente ríspida negociación con los burócratas de Kristalina Georgieva y de haber soportado cuestionamientos de todo tipo.

De todas maneras, el FMI no centró sus exigencias en el trámite parlamentario, por lo que el plan económico acordado con el organismo podrá correr perfectamente por fuera del Congreso, ya que su ejecución es una prerrogativa del Poder Ejecutivo. Además, la oposición no quería quedar ante sus votantes potenciales como parte de la economía que vendrá, que aseguran que incluiría un ajuste cada vez más considerable.

En el medio quedaron los amagues del interbloque que comanda Mario Negri de retirarse del salón en el que se desarrollaba el plenario de la Comisión de Hacienda y Presupuesto, la conferencia de prensa que convocó el oficialista Frente Patria Grande para comunicar su negativa a acompañar a su propio gobierno, el inesperado apoyo del bloque lavagnista a extender la espera para recibir el texto definitivo del proyecto, mientras el resto de la oposición chicaneaba barato y amenazaba con irse a disfrutar del recogimiento.

La sesión especial fue convocada para este jueves a las 14:00, donde se espera que el debate sea largo y ríspido. El apoyo de la oposición no será gratis y le harán pagar al oficialismo el máximo precio posible. Paralelamente, allí aflorarán las diferencias que existen dentro de los bloques del oficialismo y la oposición.

El viernes, el proyecto llegará al Senado, cuya aprobación, si no chocan los planetas, estaría garantizada en la sesión que se realizará el martes próximo, 15 de marzo. En las febriles negociaciones por el acuerdo intervino el senador opositor Martín Lousteau, que armonizó las voluntades de sus colegas con la del Poder Ejecutivo.

En el tintero quedaron también las excursiones del presidente de la cámara baja, Sergio Massa, que se allegó dos veces hasta la Casa Rosada para hablar con el Presidente y regresó tras compatibilizar las demandas de todas las partes, finalmente con el visto bueno definitivo. Alberto se mostró muy conforme con la resolución del conflicto. Veremos que pasa con Guzmán que quedó desautorizado ante el Congreso, por la dupla Massa- Alberto.

Queda por ver, finalmente, cuál será la posición de La Cámpora. Hasta el día en que esta crónica fue escrita, el silencio fue su única definición. Es probable que opten por la abstención, pero hay mucha presión para que acompañen al bloque oficialista en el voto positivo. Algún vocero deslizó, en tono irónico, que el voto de sus diputados será –al igual que aquel día aciago en que Julio César Cleto Cobos se pasó a la oposición- “no positivo”.

Aunque pareciera que sus diputados se unirán al coro aprobatorio, los gobernadores, que fueron inicialmente críticos con el acuerdo porque las exigencias de los burócratas del FMI debilitaban los giros a sus provincias, es casi seguro que alinearán a sus legisladores para su aprobación.

En la trastienda se produjeron algunas de las definiciones más jugosas. La vicepresidenta, por caso, le advirtió a Alberto Fernández que la problemática relación con el FMI no se agotará en el Congreso. Por el contrario, éste será el paso más sencillo. El problema va a estar en las revisiones trimestrales que realizará el organismo de crédito a partir del primer desembolso. La primera ecuación imposible será la de cumplir con las metas que propusieron los burócratas del FMI. La segunda –que complica las cosas con más vigor que la Conjetura de Poincaré-, es que los técnicos del organismo suelen correr cada vez más lejos las expectativas y así suelen complicar a los países que recibieron préstamos, como si la orden que se les impartiera en Washington fuera la de generar el caos.

Fuentes habitualmente informadas aventuraron ante este cronista que la vicepresidenta y los diputados camporistas que le responden, van a abstenerse de apoyar el acuerdo y van a intentar dejar “pegados” al oficialismo y a la principal fuerza de oposición con las políticas de ajuste que se avecinan. Harán campaña en 2023 con el eventual fracaso de ese plan económico. pero eso sería muy peligros para todos.

Los mismos voceros afirman que, de todos modos, “en el Frente de Todos hubo desde el primer momento grandes diferencias en cuanto a los acuerdos conseguidos con el FMI” y que nada se hizo desde entonces para que las cosas cambiaran, por lo que esos desacuerdos se mantendrán.

Deudas inútiles para empobrecer países

Jamás un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional fue positivo para ningún país a lo largo de toda su historia, que comenzó con los Acuerdos de Bretton Woods el 22 de julio de 1944. Argentina recién firmó estos pactos el 19 de abril de 1956, bajo la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu.

Desde entonces, todos los gobiernos de sesgo dictatorial –los que encabezaron los generales Pedro Eugenio Aramburu, Juan Carlos Onganía, Roberto Levingston, Alejandro Lanusse, Jorge Rafael Videla, Roberto Viola, Leopoldo Galtieri y Reynaldo Bignone- y los de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri endeudaron sospechosamente al país, tomando dólares que jamás salieron de los bancos, ni fueron destinados a gastos de infraestructura.

Mauricio Macri tomó un préstamo de 44 mil millones dólares que fueron utilizados para enriquecer a los banqueros, fugar divisas al extranjero y para empobrecer al resto de la sociedad. Ésta es la consecuencia que hoy está pagando la Argentina.

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