FdT: la última bala

FdT: la última bala

Opinión.


A partir de este miércoles la complejidad de la política argentina nos brindó una rareza más, a las que ya nos tiene acostumbrados. Aquí se generan esos giros, que a veces salen bien y otras no tanto, pero que la caracterizaron siempre en su devenir, con creativos cambios de rumbo y personas, atento a las necesidades de cada coyuntura.

Con el peronismo como fuerza mayoritaria desde su nacimiento (aunque no siempre ganador), las distintas fuerzas, partidos y espacios (incluido el PJ) fueron reacomodándose en estructuras de competitividad diversa con el paso del tiempo, hasta arribar a la actual composición de las coaliciones, que parecen afirmarse en los últimos tiempos desde la aparición del Pro, que acogió la Unión Cívica Radical y a la Coalición Cívica bajo el nombre de Cambiemos, con los que llegó a ganar la Presidencia en 2015 y repitieron en las últimas elecciones de 2021, ya con la denominación de Juntos por el Cambio.

Este miércoles asumió Sergio Tomás Massa en el Ministerio de Economía, Producción y Agricultura y no es un tema menor. Es, lisa y llanamente, un cambio de conducción operativa de ese espacio político común que comparte con el Presidente, Alberto Fernández y con la vice, Cristina Fernández, llamado Frente de Todos. Si desde el manejo de ese timón, Massa logra seguir avanzando en el plano político, tal como lo es su llegada hasta este mojón, será por los resultados que consiga a partir de esta enorme concentración de poder para el manejo del área económica, además de su conocida ambición y de la capacidad que tiene para moverse, tratando de calmarlas, en aguas turbulentas.

Como alguna vez Cristina usó (y quizás vuelva a hacerlo) el nombre de Unidad Ciudadana para definir a su espacio y establecer desde allí la conducción del kirchnerismo, Massa patentó el Frente Renovador que aún conserva, para encarar ese escarpado camino hacia la Presidencia de la Nación, que alguna vez transitó con bastante éxito con el fallecido cordobés José Manuel de la Sota. Una de las características en común que tienen ambos espacios que conviven en el Frente de Todos es que conectan fácilmente con el peronismo, con ascendencia sobre distintos sectores de votantes complementarios y por ello fueron la génesis y la actualidad – al no armarse nunca el albertismo- de esta coalición gobernante.

Ésa es la primera lectura que hay que hacer de este encumbramiento en el gobierno de Sergio Massa. Esto no es massismo puro, esto es Frente de Todos y con todos los recambios que realiza (que son muchos), no deja de ser la misma criatura que estaba paralizada y agonizante hasta hace una semana. La continuidad del gobierno puede ser parte del problema y la segura causa fundacional del ascenso meteórico del tigrense en la toma de sus decisiones. Es bueno recordar en este momento que tres semanas antes, ante la intempestiva e irresponsable renuncia de Martín Guzmán, este menú estaba listo en la cocina para ser servido, pero las malas decisiones –como tantas otras- de la dupla que no se hablaba, convergieron en el nombramiento de Silvina Batakis, que no tenía espalda para hacer frente a la magnitud de los problemas que había que afrontar. Luego, los mercados internos y externos comenzaron a presionar por sus beneficios, en tanto los movimientos sociales y piqueteros en las calles reclamaban por los suyos, desde el ala opuesta.

Si bien Massa fue el último en llegar al equipo en 2019, seguramente partirá desde un lugar privilegiado del Frente de Todos, de cara a las elecciones del año entrante, siempre que esta gestión sea acompañada por la sociedad, principalmente y por sus dos socios de aventuras, los Fernández, presidente y vice.

El país está urgido por las divisas que no tiene y la resolución del tema es muy delicada, por la incapacidad de generar confianza en el corto plazo y por las dificultades para el crecimiento en nuestras exportaciones y por la falta de crédito que tiene el país. Massa es la cara del gobierno más proclive al alivio fiscal y muchas de sus iniciativas parlamentarias corren por esa vía. Habrá que ver si mantiene la postura estando al comando de la nave.

Por otro lado, Cristina Fernández de Kirchner ha tenido una actitud responsable en esta construcción, a pesar de su momento complicado en el plano judicial. Desde el primer indulto a Massa para que ingresara a la coalición, creció el apoyo, cada vez más explícito, con el correr del tiempo, al ver que las soluciones no venían en el ritmo y en la dirección que ella deseaba. La Cámpora, a través de Máximo Kirchner, desde el principio selló un importante acuerdo de coordinación con el entrante ministro de Economía.

Tanto en el Instituto Patria como en las demás agrupaciones kirchneristas sueñan con la candidatura de Cristina a Presidenta para 2023 y por eso –entre otras cosas- resisten con todas sus fuerzas la proscripción que intenta en estos momentos la justicia. Si a “Sergio le va bien y endereza el barco, el año que viene puede ir de vice, y como Cristina agota los dos períodos, en la siguiente Sergio va de uno” es el plan que susurran por lo bajo.

Si “Sergio” endereza el barco, el peronismo federal y otros actores de peso, seguramente no pensarán igual que los K. Pero, por más que todos estén caminando hacia el mismo lugar, que culmina en 2023, el camino para Massa será arduo y difícil. Tienen que salir bien las gestiones que encarará en el exterior, debe bajar la inflación, además de mejorar la situación social de los más pobres, sostenerse tranquilo, cambiar el humor y optimizar la percepción de futuro de los sectores medios y, por si esto fuera poco, lidiar con el Presidente para que tolere las discrepancias. En definitiva, hacer de esta Argentina un país vivible.

La tarea fundamental es agrandar la torta de los ingresos y distribuirlos mejor, lo que parece una misión imposible. Hay que tener muchas ganas para agarrar el fierro tan caliente. Pero el tigrense es ambicioso, se tiene fe, luchó para llegar hasta acá y ahora sale a la cancha.

Plata o mierda, decían en el barrio.

 

 

 

 

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