En el peronismo se acomodaron en el sillón para ver la pelea de fondo que protagonizan los principales candidatos a presidente de Juntos por el Cambio (JxC). En Unión por la Patria (UP) creen que en las horas que se aproximan hay que redoblar los esfuerzos para alinear la tropa y ordenar el espacio político, sumergido en una interna destructiva desde hace casi dos años. ¿Se solucionarán las diferencias profundas? No. Pero es necesario maquillarlas con rapidez y convicción.
El pragmatismo es fundamental en estos tiempos. Lo saben todos. En especial en el peronismo, donde hay un culto a la capacidad de adaptación frente a la modificación abrupta de la realidad.
No son casuales las reuniones de Cristina Kirchner con Daniel Scioli y las del embajador en Brasil con Sergio Massa. Los gestos son importantes dentro del proceso electoral y, sobre todo, después de un cierre de listas, que siempre deja heridos a los que les cuesta poco usar el término traición. Las imágenes de los últimos dos días buscan retratar la unidad perdida a lo largo de los últimos años.
Massa les pidió a su compañeros de Gabinete que colaboren para terminar con la interna del peronismo. Necesita que la dirigencia se enfoque en mantener la gestión a flote y sostener con firmeza su candidatura. Tiene en claro que la elección no es fácil y que el oficialismo tiene el deber de achicar las grietas internas para tener posibilidades de mostrarse compacto y con voluntad de seguir en el poder.
“Mientras ellos se matan, nosotros nos abrazamos”, dijo, con delicada ironía, una funcionaria kirchnerista frente a la foto de Massa y Scioli abrazándose en la puerta del Ministerio de Economía. Los enemigos íntimos bajaron las armas y dieron una señal de cercanía para silenciar los ruidos después del cierre de listas.
Bullrich entró en cólera y salió a enfrentarlo con la ferocidad de quien no está dispuesto a perdonar. “Fue una enorme bajeza moral”, dijo, además de asegurar que fue “oportunista” y que tuvo “falta de ética” en su comportamiento. La interna opositora explotó y no hay nadie con el suficiente poder para ordenar un ejército de dirigentes que están dispuestos a librar una batalla en las PASO, hasta que el último voto esté sobre la mesa.
En el oficialismo están convencidos que de ahora en adelante, y hasta el 13 de agosto, cuando se concreten las elecciones primarias, Juntos por el Cambio (JxC) estará sumido en una interna sin límites, donde el golpe arriba o abajo de la cintura dé exactamente igual. “Ahora tenemos que ser inteligentes para capitalizarlo”, se sinceró un funcionario nacional con despacho en la Casa Rosada.
La mejor forma de hacerlo, sostienen, es que no haya voces disonantes que diluyan el nuevo clima que se generó en el peronismo después de la candidatura de Sergio Massa. Hasta el viernes reinaba el pesimismo y desde el cierre de listas en adelante empezaron a sentir que es posible ser competitivos -aún con un 114% de inflación interanual- e incluso ganar la elección en un balotaje.
El peronismo trata de curarse las heridas autoinflingidas. Todos saben que lo deben hacer con rapidez porque a la sociedad hay que mostrarle otra cara de la realidad, muy distinta a la de la batalla dialéctica interminable que protagonizaron el albertismo y el kirchnerismo durante gran parte del gobierno.