El dilema entre la crisis de la economía y el virus se definirá este viernes

El dilema entre la crisis de la economía y el virus se definirá este viernes


Es extraño, pero el colosal despliegue realizado por científicos de todo el mundo para exterminarlo –o, al menos, para limitar su difusión- no le ha hecho ni mella al esquivo y resistente Coronavirus. Tal es así que ya hay casi 16 millones de infectados con esta enfermedad que posee una baja letalidad, pero que tiene un nivel de contagios que hace colapsar los sistemas de salud con mucha facilidad.

Fuera de China, el Covid-19 pegó fuertemente en los Estados Unidos de Norteamérica y en los países que conformaron desde hace muchos siglos la Ruta de la Seda, que se iniciaba en China, cruzaba por el sur de la actual Rusia (Kazajistán y Kirguistán) o por la Mesopotamia asiática y llegaba hasta Europa, en especial a Italia, Francia y España. Quizás sea ésta una muestra de la decadencia del mundo, ya que en el pasado la Ruta de la Seda fue, además de llevar al mundo europeo esta tecnología textil, el vehículo para la difusión del Islam, el budismo y las exóticas culturas que provenían del Extremo Oriente. Ahora, sólo trae y lleva la muerte y la peste.

 

Argentina abre cuando debería cerrar

En Argentina, un país que ama las paradojas, justo se suavizó el aislamiento preventivo cuando el virus comenzaba a golpear con mayor fuerza. La medida sólo se podría explicar por la economía. Sería, en este caso, entendible, aunque sólo a medias. 

Dicen que los números explican muchas cosas y ésta no es la excepción. Tomando en cuenta los últimos días, por caso entre el 23 y el 29 de julio, día en que esta publicación está cerrando, hubo 37.096 nuevos contagiados y 695 muertos. El total de contagiados es, hasta este miércoles 29 de julio, 178.996 personas. Los fallecidos fueron, en el mismo lapso, 3.288. Esto quiere decir que, en ese período, se produjo el 20 por ciento del total de las muertes y que los contagiados conformarían una cifra algo menor a ese porcentaje. En sólo una semana, si se entiende.

Cualquiera que mire la realidad verá que el nivel de incumplimiento de los protocolos de seguridad es alto en los más jóvenes y no lo es tanto entre los de más edad. Este comportamiento es casi calcado del que se da en los países europeos, en especial en Italia y España, donde se abrió una larga lista de actividades, que están provocando una nueva cadena de contagios, protagonizados por los más jóvenes, precisamente. Esto hizo que disminuyera el nivel de letalidad entre los contagiados, aunque esto no trae ningún optimismo a las autoridades. No colapsarán, quizás, las unidades de terapia intensiva, pero afectarán, si la tendencia se mantiene, a la actividad económica en medio de la gigantesca crisis que provocó la aparición de la pandemia. La mano de obra de cualquier actividad es imprescindible y si los trabajadores se infectan por miles, la crisis está a la vuelta de la esquina.

En Argentina aún no se llegó a esta etapa, pero a medida que se desarrolle la apertura de actividades y no exista cura –hubo 15 mil inscriptos entre los voluntarios para testear la vacuna-, vamos rumbo a algún tipo de adversidad del mismo tipo que la europea.

Al 28 de julio –las estadísticas se confeccionan día a día ante la virulencia de los contagios-, había un 54,7 por ciento de camas de terapia intensiva ocupadas en todo el país, mientras que el Área Metropolitana Buenos Aires ese porcentaje trepaba hasta el 64,1 por ciento.

Las áreas que preocupan casi exclusivamente a las autoridades son la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. El 91,3 por ciento de los enfermos de Coronavirus son porteños y bonaerenses. Hasta el 28 de julio, hubo en la Provincia 102.395 contagiados y 1.661 muertos. En la Ciudad, mientras tanto, hubo 78.935 contagios y 1.429 muertos.

Mientras tanto, el continente europeo batalla sin encontrar solución contra el Covid-19. En España ya llevan 282.641 contagiados, de los que 28.441 fallecieron en la desigual batalla. En Italia hubo ya 246.776 casos de contagio, de los 35.129 culminaron trágicamente.

En pocas semanas, todos los gobiernos que abrieron deberán reconsiderar sus decisiones. En todos los casos, el dilema será el mismo y las respuestas serán, casi seguramente, ubicar a la necesidad económica por delante de la salud. De algo hay que morir.

En Sudamérica, mientras tanto, el presidente colombiano Iván Duque debió extender hasta el 30 de agosto el aislamiento preventivo, ya que su país está sufriendo alrededor de 10 mil contagios diarios. Ya lleva 267.385 contagiados y algo más de nueve mil muertos. El país caribeño tiene algo más de 50 millones de habitantes.

En estos tres países mencionados se levantaron las cuarentenas y se autorizó el regreso de las actividades económicas. De todos modos, en estos días se está evaluando volver a cerrar la economía, aunque la crisis debida a la pandemia quizás impida la vuelta atrás. Los contagios crecieron fuertemente, pero convivir con la enfermedad parece que será la opción que elegirán la mayoría de los países.

El mismo día en que esta crónica era escrita, se reunieron los mandatarios de la Ciudad y de la Provincia. Deliberadamente, los voceros del encuentro se mostraron ambiguos en cuanto a las decisiones a las que arribaron. “Las definiciones se tomarán en el encuentro con el presidente”, se excusó uno de ellos. Alberto Fernández aún no los convocó –el final de esta etapa de aislamiento atenuado culmina el dos de agosto-, pero se disponía a hacerlo, posiblemente el viernes.

Voceros del Gobierno bonaerense manifestó que “buscamos que cualquier decisión sea por consenso, no tendría ningún sentido tomar decisiones que no sean en conjunto”. Nadie advirtió sobre un regreso a una fase previa de la cuarentena, pero es seguro que en la Ciudad existe una mayor proclividad que en la Provincia para seguir aplicando el cronograma de apertura de la actividad comercial.

En el territorio de Axel Kicillof, mientras tanto, no volverían a las fases previas. En una palabra, no abrirán más actividades por el momento, pero no cerrarán las ya abiertas.

En pocas semanas, todos los gobiernos que abrieron deberán reconsiderar sus decisiones. En todos los casos, el dilema será el mismo y las respuestas serán, casi seguramente, ubicar a la necesidad económica por delante de la salud.

De algo hay que morir.  

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