Consejerías de género en barrios populares: “Necesitamos asistencia”

Consejerías de género en barrios populares: “Necesitamos asistencia”

Noticias Urbanas entrevistó a una consejera de género, Vilma González, quien dijo estar predispuesta para unir fuerza de trabajo con el GCBA.


La violencia de género es aún difícil de combatir, más aún en los barrios populares, donde la falta de recursos a veces entorpece los procesos de denuncia y las libertades de las mujeres y diversidades para buscar ayuda.

Es por esto que existen redes de contención autogestionadas por las mismas vecinas del barrio. En esta oportunidad, Noticias Urbanas dialogó con Vilma Gonzáles, miembro de las consejerías de género de Somos Barrios de Pie Capital Federal, que relató cómo se ejecuta el trabajo diario de asistencia a víctimas de violencia machista, a pesar de no tener asistencia estatal ni recursos suficientes.

“Suficientes”, porque recursos tienen: empatía, capacitación y dedicación. El Gobierno de la Ciudad busca brindar más a través del Registro Nacional de Organizaciones Sociales que abordan temáticas de Género y Diversidad.

Según exponen desde el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, este registro es una herramienta para visibilizar, acompañar y fortalecer el trabajo que realizan las organizaciones sociales, junto a mujeres y LGBTI+ en situación de violencia de género de todo el país.

Los objetivos son relevar y sistematizar información sobre esas organizaciones, brindar acompañamiento por parte del Estado para fortalecer el trabajo que realizan, a través de materiales, insumos, capacitaciones y asistencia técnica, además de generar encuentros con otras organizaciones para desarrollar el trabajo en red.

Sin embargo, la consejera adujo no tener suficiente información al respecto, razón por la cual el espacio al que pertenece aún no está registrado para recibir la atención.

Sobre los nuevos centros de atención a víctimas de violencia de género en villas porteña implantadas por el Gobierno de la Ciudad, González remarcó: “Con el único con el que venimos tratando de trabajar en conjunto es con el Centro de la Mujer de La Boca. Después, los que quedan más cerca ni los conozco”.

Al respecto, agregó: “Mandé a varias compañeras a que pregunten cómo es el trabajo, en qué horarios pueden entrar, en qué pueden colaborar, pero estos centros tienen horarios de atención bastante reducidos y no informan de buena manera. Ellos tendrían que estar a disposición de las consejeras del barrio, porque somos las que más sabemos, las que conocemos los casos de cerca. Sabemos quién necesita asistencia urgente, quién necesita psicóloga o abogada”.

 

Empatía no remunerada

Hasta el momento, el trabajo de estas organizaciones sociales y consejerías de género de Barrios de Pie trabajan sin fines de lucro para asistir a las personas que sufran violencia por razones de género.

La consejería donde se desempeña Vilma se encuentra en Barracas, en la Villa 21-24 en el comedor Corazón Abierto, donde trabaja junto a otras once compañeras “para sostener a las vecinas, amigas y familiares, haciendo acompañamiento en todo lo que necesitan en cada caso que llega”.

Todas han sido previamente capacitadas para abordar la temática con responsabilidad, saber qué pasos seguir en cada caso, pero también para sobrellevar sus propias vidas. “Todos los talleres que hacemos nos ayudan a entendernos y a saber cómo no deprimirse, porque somos personas y sentimos bronca, rabia y desilusiones, porque a veces no podemos ayudar hasta donde quisiéramos”.

Vilma contó que los recursos para ayudar a estas mujeres salen de los propios bolsillos de las consejeras.

“Esto no tendría que ser así porque es muy pesado para mí y las 10 ó 15 personas que vienen trabajando conmigo. No es que tengamos dinero de más. Yo, por ejemplo, trabajo también en limpieza. Pero sabemos que ellas están en una situación de urgencia y necesitan nuestra ayuda”, contó.

“Tenemos el lema ‘hoy es por ellas, y mañana puede ser por nosotras’. Sería muy bueno un subsidio, asistencia o reconocimiento, porque nosotras trabajamos las 24 horas. No hay horarios de atención, siempre estamos disponibles”, completó.

Aunque con recursos escasos, las consejerías ejecutan estrategias para poder detectar a las mujeres víctimas de violencia de género y acompañarlas en el proceso de auxilio. Para esto, cuentan con el espacio de comederos o merenderos prestados, ante la ausencia de presupuesto para abrir espacios propios para las consejerías.

“En estos espacios vamos haciendo asesoramiento a todas las vecinas, familiares y amigas que quieran venir. O hacemos mateadas para ir buscando y detectando situaciones de violencia, ya que es muy difícil que alguien venga y diga que está sufriendo violencia”, indicó la entrevistada.

Y agregó que “vamos buscando todos los recursos posibles para poder charlar con las vecinas. Tres veces por semana lo hacemos en comedores y merenderos y los otros días salimos a las plazas, donde hacemos mateadas, talleres, charlas, donde salen a la luz muchos casos”.

 

 

Reconocimiento

Vilma no sólo expresó que no reciben ningún subsidio o asistencia por parte del Gobierno, sino que puntualizó que tampoco reciben “reconocimiento”. Los recursos son necesarios para “acompañar a las vecinas, porque a veces no tienen plata ni para el colectivo para ir a hacer la denuncia o para el celular”, pero el reconocimiento es también fundamental para enmarcar el trabajo a destajo que realizan estas mujeres para ayudar a otras mujeres, poniendo su propio tiempo, cuerpo y dinero en el camino.

“Los centros para ir a denunciar suelen ser lentos, te tienen hasta la medianoche, hay que esperar mucho y a veces ellas no tienen con quién dejar a los chicos o cómo justificar su ausencia en casa”, explicó, haciendo referencia a la importancia del trabajo de las organizaciones sociales para suplir las ausencias del Estado en la asistencia de mujeres vulneradas.

“No me alcanzan las 24 hs para hacer todo lo que tengo que hacer. Desde que me levanto, hasta las 2 o 3 de la mañana no descanso. No descanso porque si lo hago, no puedo sentirme bien. Porque hay otras compañeras que dependen de mí o necesitan que yo les responda para poder seguir con sus casos. Así que son días muy consumidos a diario los que vivo”, comentó.

La exhaustiva rutina de Vilma es un ejemplo entre muchas personas que, voluntariamente, trabajan con empatía para ayudar a otras. Se trata de una tarea que debería ser responsabilidad del Estado. Aunque hoy ese horizonte comienza a vislumbrarse a través de la creación del mencionado Registro Nacional de Organizaciones Sociales que se dedican al abordaje de esta temática.

“Ojalá estos centros impuestos por el Gobierno sean para bien y trabajen en conjunto. Encantados nosotros de trabajar con ellos, así salvamos más vidas”, expuso Vilma.

 

Trabajo mancomunado

Algunas organizaciones sociales marcan su intención de trabajar en conjunto con el Estado o, cuanto menos, recibir ayuda del mismo, tal como lo expresó Gonzáles.

El trabajo mancomunado en las consejerías es ya un hecho: “Hacemos siempre talleres, charlas y hasta tenemos psicólogas que nos van sosteniendo a nosotras también, porque hay días en que una no puede más, que se frustra. Nos vamos ayudando la una con la otra. Si no, nos volvemos todas locas”.

Además, cuentan con “dos abogadas que trabajan ad honorem en 12 barrios”, y en cada uno “hay como 15 compañeras que hicieron denuncia por violencia”. Y tienen en su equipo a “algunas psicólogas, pero que no alcanzan para todas las que necesitan asistencia”, refiere la organizadora.

“Los turnos se los damos a las que tengan situaciones más extremas. Pero todas ellas necesitan poder hablar”, relató Vilma.

A pesar de la escasez de recursos, las consejeras y promotoras de género de barrios populares se encuentran organizadas, trabajando de forma mancomunada desde hace muchos años. Ahora sólo resta que se les una el Estado.

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