Alberto no quiere más sobresaltos y descartó cambios de Gabinete

Alberto no quiere más sobresaltos y descartó cambios de Gabinete

Busca calmar las aguas y dar señales de concertación en el Frente de Todos.


El presidente Alberto Fernández busca enviar señales de distensión para aplacar el nivel de tensión en el Frente de Todos, luego de los cruces por el acuerdo con el FMI. Los encuentros con su jefe de Gabinete, Juan Manzur, con el ministro del Interior y referente de La Cámpora, Eduardo “Wado” de Pedro, así como su declaración en Comodoro Py en una causa que involucra a Cristina Kirchner fueron algunos de los intentos para acercar posiciones en un clima de tirantez que llegó a límites inusitados en los últimos días, y que promete incrementarse por la aplicación de las primeras medidas que exige el organismo internacional para refinanciar la deuda con las elecciones de 2023 en el horizonte.

Con la vicepresidenta y jefa del ala política dura, Cristina Kirchner, aún en silencio, el Presidente se dispone a retomar, una vez más, el rol de “garante de la unidad” con el que asumió y que se le escapó de las manos en los momentos más álgidos para la dinámica interna del Gobierno, con la derrota en las elecciones, el debate por el Presupuesto y las negociaciones con el Fondo como hitos de conflicto.

Atento a la interna, Alberto Fernández hace equilibrio entre los esfuerzos para fortalecerse y la necesidad de unidad, y pone en espera los mentados cambios en el Gabinete, aunque en su entorno aseguran que “siempre están bajo evaluación”.

Según Infobae, por ahora no planea desplazar a ministros o al jefe de Gabinete, Juan Manzur, y pierden fuerza los rumores sobre su salida, así como sobre la “repatriación” del exministro de Defensa, Agustín Rossi o la irrupción del actual embajador en Brasil, Daniel Scioli. Se había mencionado, como destino del primero, a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y el Ministerio del Interior de De Pedro. Pero estas opciones fueron desestimadas en la Casa Rosada e incluso en el círculo del santafecino y del exgobernador bonaerense.

Para desestimar una salida de Manzur, ayer Alberto Fernández sumó al jefe de Gabinete a la reunión de Gabinete Económico que encabezó en Olivos, un tipo de encuentro que no se realizaba desde 2021, a pesar de las promesas del gobernador tucumano en uso de licencia de iniciar una nueva dinámica de encuentros semanales para ordenar el Gabinete.

Desde entonces no volvieron a convocarse encuentros del Gabinete económico ni en general, a diferencia de la dinámica durante la gestión del predecesor de Manzur, Santiago Cafiero, que celebraba los primeros prácticamente una vez por semana.

A pesar de las amenazas de regreso de Manzur a Tucumán por la falta de espacio que se le otorgó en el Gobierno, en el entorno de Alberto Fernández directamente aseguran que no existen ya diferencias políticas entre ambos.

La decisión de Alberto Fernández de declarar de manera presencial en el juicio oral contra Cristina Kirchner por las presuntas irregularidades en las obras públicas en Santa Cruz fue, también, un mensaje de paz en medio de la tormenta. El Presidente tenía planeado asistir a Comodoro Py prácticamente desde un comienzo. En los tribunales, durante una exposición de tres horas, defendió la gestión de la ex presidenta, criticó a la Justicia por la investigación causa y tuvo un tenso cruce con el fiscal Diego Luciani.

En la Casa Rosada como en el kirchnerismo consideran que el que corre es un período de “stand by” en las fricciones de la coalición nacional oficialista hasta conocer la letra chica del acuerdo con el FMI, que promete generar nuevos disturbios. Incluso, aventuran, peores a los que se vivieron a partir de la tercera semana de enero, cuando Martín Guzmán firmó el principio de entendimiento por la refinanciación de la deuda externa con el FMI.

Según evalúan en Gobierno, es momento de acercar posiciones para que las -acaso- inminentes disputas por la aplicación de las medidas que exige el Fondo encuentren a la primera plana del Gobierno en un ambiente de cierta concertación -aunque pretendida- y evitar así que “todo vuele por los aires”, como amenazó con ocurrir hace dos semanas con la renuncia de Máximo Kirchner. Desde la Casa Rosada como en La Cámpora lograron neutralizar o revertir esa tendencia al endilgar la decisión exclusivamente a su figura, al calificarla como “personal”.

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