Alberto, Máximo y ese país llamado Pejota

Alberto, Máximo y ese país llamado Pejota

Opinión.


Y  finalmente terminó el 2020 para todos con la aprobación del aborto legal -una promesa presidencial al asumir su mandato- y el comienzo de la vacunación contra el Covid 19, de forma masiva y federal a lo largo y ancho del país, en el remate de un año marcado a fuego por la pandemia.

Esta primera etapa de Alberto en el poder fue tan rara como la de todos los gobernantes del mundo. Pero claramente hay diferencias -y no de aciertos y errores- sino en la situación que entraron a la pandemia los países desarrollados, los emergentes y los directamente pobres.

En cada uno de los casos, todos lidiaron con lo desconocido y con más o menos recursos trataron de priorizar sus distintas visiones, unas más humanistas que otras, más centradas en la economía. Alberto privilegió la salud y la vida de los argentinos, más allá de los agoreros apocalípticos y de las economías globales, que lo mismo todas ellas quedaron dañadas de alguna forma.

Otra rareza criolla consistía en ver cómo se desenvolvía la fórmula presidencial en el día a día de una problemática severa a partir de la herencia recibida. No todos los días una ex Presidenta propone a un ex jefe de Gabinete suyo, muy crítico en sus últimos años, como candidato presidencial. Pero el arte de lo posible lo logró y no sólo ganaron la elección, sino que van despejando incógnitas (y generando nuevas) acerca de cómo continuará la novela que tuvo algunos cruces picantes en el último trimestre.

Y el Partido Justicialista (PJ) es una de las asignaturas previas para la que juntan masa crítica, tanto los albertistas como los kirchneristas, a la hora de encarar un año electoral clave para el futuro en las aspiraciones de ambos. El tema es que los Kirchner son dos y Alberto uno solo, por lo que el desdoble en la acción, la organización y el juego en tándem de madre e hijo suelen generar escenarios múltiples, difíciles de abarcar para el Presidente, aunque éste siempre tiene la ventaja de regular esa relación con el poder de su firma y de sus decisiones.

La llegada de Alberto a presidir el PJ es un hecho consumado hace ya tiempo, pero como toda movida en ese gigante del poder que es el peronismo, si se hace con prolijidad y consensos se potencia el resultado. Sucede que siempre es necesario incluir a la mayoría de los actores de cada espacio de poder, lo que requiere de un operativo clamor (ya realizado) y la posterior suma de los que no comulgan con la postura, pero entienden que la intemperie es incómoda y puede ser un error fatal la ruptura, cuando la unidad es lo único que garantiza la continuación del proceso político denominado Frente de Todos.

Es en ese marco que Alberto habló con algunos de los intendentes rebeldes con los que tiene buena relación como Gustavo Menéndez y Juan Zabaleta, para persuadirlos que era imprescindible en esta etapa apostar a esa unidad del conjunto, algo que los dirigentes entendieron y acataron, aunque no de muy buena gana. También es cierto que más allá de las declaraciones públicas de apoyo, son bastante más los intendentes que no desean ser llevados de las narices por dirigentes sin territorio y de escasa historia en el distrito. Ya les alcanza con Axel Kiciloff

Sin embargo en una cumbre realizada este miércoles en José C. Paz donde el anfitrión Mario Ishi los recibió con un asado, Alberto Fernández les torció definitivamente el brazo a los intendentes rebeldes para encolumnar detrás de Máximo al PJ mas importante del país. La movida contuvo incluso a Sergio Massa lo que grafica la importancia que le dan a la unidad los líderes de la coalición gobernante.

 

La llegada de Alberto a presidir el PJ es un hecho consumado hace ya tiempo, pero como toda movida en ese gigante del poder que es el peronismo, si se hace con prolijidad y consensos se potencia el resultado.

La Cámpora, por más que ha crecido y mucho, no posee los recursos que manejaba antes. Ahora ya no tiene el Estado para llevarse puesto a nadie y necesita de la política y la negociación para avanzar en cada espacio que no domina. Tan cierto como que Máximo Kirchner no podría en su proyecto a mediano plazo, llegar a las más altas esferas conduciendo solo a La Cámpora. Necesita un universo más acorde con sus aspiraciones y el PJ provincial le puede dar ese plus de crecimiento.

La verdad es que las elecciones de octubre son las que motivan todos estos movimientos. Y que la realidad se verá cuando se diriman las listas en cada distrito y se vea en qué lugar del mapa partidario quedó cada uno. Máximo tendrá sin dudas la lapicera, pero sería un error importante de su parte dejar una cantidad de heridos que luego se expresen en listas colectoras o partidos vecinales que desinflen el poderío alcanzado en 2019. Veremos finalmente que sucede, ya que históricamente la Provincia tiene zonas de arenas movedizas.

Mientras Roberto Lavagna se erige por estos días como representante político de los grupos económicos nacionales –no del sector financiero internacional, más ligado al macrismo-, el dilema de Sergio Massa es si finalmente tendrá en el futuro cercano la capacidad de sumar a estos protagonistas del devenir económico al proyecto nacional del Frente de Todos o quedarán los sectores populares y la dirigencia que los contiene sin el protagonismo de este sector económico, central para la sustentabilidad del proyecto.

Alberto mira y mide cada uno de las movidas que allí se generan como la de Edenor en esta semana. Atento a la reconstrucción, como le gusta llamar a este período de gobierno, sabe que la unidad en esta coalición es lo único que no se puede entregar, pero hay dos interrogantes que lo desvelan: cómo acercar a los sectores que aún faltan sumarse al proyecto y quién liderará esa coalición cuando suceda.

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