La guerra porteña se trasladó a la TV

La guerra porteña se trasladó a la TV

Durante el primer bloque de Hora Clave, del domingo, se realizó un debate sobre la crisis política de la Ciudad, en el cual participaron los legisladores Milcíades Peña, Helio Rebot y Alicia Caruso y el secretario de Cultura porteño, Gustavo López, el vicepresidente de Compromiso para el Cambio (CpC), Horacio Rodríguez larreta y el funcionario kirchnerista y ex ibarrista, Abel Fatala. Acusaciones de todo tipo, sobresalieron dentro de un debate caliente


De un lado de la mesa se encontraban los legisladores kirchneristas Milcíades Peña y Helio Rebot y el vicepresidente de Compromiso para el Cambio (CpC), Horacio Rodríguez Larreta, enfrentados estaban el secretario de Cultura porteño, Gustavo López, la legisladora ibarrista Alicia Caruso y el funcionario nacional y ex secretario de Obras Públicas ibarrista, Abel Fatala. Poco después de las 23, el programa Hora Clave que se emite por Canal 9 y que conduce Mariano Grondona, arrancó su primer debate de la noche con una mesa dedicada a la situación política de la Ciudad. En ese debate, que muchas veces fue a los gritos, con acusaciones cruzadas y declaraciones altisonantes, quedó claro que la política capitalina esta al rojo vivo.

Aunque los seis coincidieron en que el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, no debe renunciar, los puntos en común se acabaron en ese tema. "Si la Justicia procesa al jefe comunal no se acaba la política en la Ciudad, por el contrario lo que hay que hacer es fortalecer las instituciones", arrancó Peña para calentar el debate ante la mirada nada amigable de Caruso, con quien se cruzó en varias oportunidades. La legisladora no perdió la oportunidad para reprocharle que fue "expulsada" de la Comisión Investigadora del caso Cromañón, que la cual Peña es el vice. "Era una junta de linchamiento", acusó Caruso a lo que el kirchnerista respondió: "No mientas; vos te fuiste porque te impugnaron y renunciaste, nadie te echó", subió la apuesta Peña.

Luego del primer cruce de la noche, Rebot le apuntó al ibarrismo y señaló que el caso Cromañón no se trataba de una tragedia. "Lo que sucedió era evitable, así que el gobierno de Ibarra no puede hablar de tragedia. Y encima de eso el ibarrismo se dedica a lanzar operaciones contra el juez de la causa Julio Lucini", criticó en duros términos el kirchnerista. Caruso no dejo pasar la oportunidad y volvió a la carga afirmando: "Hay intencionalidad política en pedir la renuncia del jefe comunal o su indagatoria, ya que en la causa también están procesados dos policías de la comisaría 7ª y nadie pide que abandone su cargo el ministro del Interior, Aníbal Fernández".

A eso se sumaron los dichos de López. "Hay que respetar la institucionalidad de la Ciudad, la gente votó a Ibarra y con ciertas acusaciones no probadas de la oposición se ayuda a crear un clima de desastibilización que no favorece a las instituciones", destacó el secretario de Cultura. Luego de guardar silencia, metió su bocadillo Rodríguez Larreta. "Lo que vemos en esta mesa es un claro enfrentamiento entre el ibarrismo y el kirchnerismo y eso a la gente no le importa, lo que el macrismo quiere es que se respete el período de gestión de Ibarra y que el ex fiscal se dedique a gobernar", señaló el macrista.

La última parte del bloque se produjo en un clima de dardos lanzados con toda malicia, voces superpuestas y un Grondona atónito, que a cada rato pedía orden y que los políticos hablaran de a uno. "Le pido a Ibarra que saque a sus ministros a la calle y se dedique a gestionar, que se ponga a trabajar en los problemas reales de la gente", manifestó Fatala, mientras Caruso defendía la convocatoria al referéndum lanzado por el jefe comunal y argumentaba que las firmas no se conseguían porque la gente a la hora de firmar leía que el texto anunciaba la revocatoria del mandato de Ibarra y "no quería que el político abandone su cargo". Ante eso Peña se quejaba y le decía: "Por favor no mientan más, paren de mentir", a lo que Caruso le volvía a retrucar lo antes mencionado.

El debate terminó como había empezado: casi a los gritos y con los bandos enfrentados en una posición tan radical que nadie se atrevía a pensar en un armisticio político para la crisis de la Ciudad.

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